Revela abuso infantil el perfil del asesino de mujeres en Chetumal

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CHETUMAL, MX.- Con doble personalidad, acarreando un abuso excesivo desde su infancia, fueron parte de algunas patologías encontradas en el perfil psicológico, a grandes rasgos, realizado a Jorge Rosales Piña, asesino confeso de dos jóvenes chetumaleñas y cuyas indagatorias lo incriminan en un tercer homicidio. Expertos afirman que utilizó las palabras adecuadas de un método normal de seducción para obtener la confianza de sus víctimas y finalmente poder atacarlas.


Hoy en día, Jorge Rosales Piña se ha convertido en un caso particular registrado en los últimos años aquí en la capital del Estado; su análisis psicológico sería difícil de describir, debido a que habría que tener un expediente completo de su vida, saber sus padecimientos y problemas que sostuvo desde la infancia.
Así lo consideró Olinka Sánchez Nava, psicoterapeuta, y Mario Ascary Andrade Amacosta, perito psicólogo de la Unidad de Atención de Víctimas del Delito de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), los cuales utilizaron su experiencia profesional para determinar algunas características importantes que tiene un asesino de este tipo.
Explicaron que no es sencillo analizar sus conductas, debido a que cualquier persona puede ser un asesino sin saberlo; no hay indicios específicos que identifiquen a un homicida a simple vista. Es una conducta que tiene que ser analizada, y sobre todo, llevada a cabo mediante una metodología profesional.
Definitivamente ambos coincidieron en que Jorge Rosales Piña es una persona que tuvo serios problemas por cualquier tipo de abuso desde la infancia; un problema que ha venido acarreando a lo largo de su vida, dentro de un núcleo familiar fracturado, y sobre todo, con problemas de inestabilidad emocional.
El día de la detención de Jorge Rosales Piña, junto a su hermano, prendió fuego a un tanque de gas, quizás con la intención de disuadir la intervención policiaca ante la situación que lo ponía en riesgo, o sólo para quitarse la vida; sin embargo, esta conducta en la niñez se le denomina “tríada psicopática”, con rasgos de tipo pirómano.
En algunos menores se pueden detectar conductas de este tipo, y para ello, Sánchez Nava aseguró que es viable observar a los niños y jóvenes, auxiliarlos en todo momento y apoyarse con una psicóloga si es inadaptado social, reservado e inseguro de sí mismo, con problemas que tienen que detectarse en una psicopatología mayor.
Consideró que el aspecto físico de Jorge Rosales Piña no es agradable; sin embargo, explicó que una de los métodos que utilizó para contactar a sus víctimas, fue la utilización adecuada de las palabras en una simple técnica de seducción. Las jóvenes pudieron tener problemas personales, y lo que les dijo el asesino fue primordial para ganar su confianza.
Andrade Amacosta expresó que a pesar de ello, ambas jóvenes también tuvieron problemas de raíz, desde la cuestión familiar. Las tres jóvenes asesinadas también podrían ser víctimas de un quebranto familiar, donde no hubo contacto verbal de cariño y amor entre los padres o tutores, situación que puede verse claramente en las tres víctimas.
Karla Gutiérrez Pascual vivió la mayor parte de su adolescencia con su abuela y con su tío, Daniel Hernández, a quienes consideraba como sus padres, debido a que sufrió el abandono de ambos padres desde la niñez. Estuvo embarazada desde los 21 años, pero su bebé ha estado bajo los cuidados de su familia desde su nacimiento, y a diferencia de los otros casos, no tenía problemas con la drogadicción, aseguró la autoridad ministerial.
La familia de Yureldy Aguilar Sáenz jamás contactó a los medios de comunicación, se informó que al parecer daba masajes privados y se contactaba desde un aviso económico; tenía un sobrenombre, pero las autoridades afirman que posiblemente fue inducida a consumir sustancias prohibidas por el homicida.
En el caso de Liliana Estreici Rincón Torres, cuyo cuerpo apareció cerca del CBTA 11 en el mes de agosto del año 2011, sí hubo muestra de la adicción a las drogas, se dedicaba al sexoservicio y vivía en el hotel Boston, junto a un sujeto llamado Isaías Daniel Rodríguez Cetina, con quien se drogaba. Tiene una hija, pero no la cuidaba, la cual está a cargo de la familia de este sujeto.
La psicoterapeuta Olinka Sánchez Nava afirmó que estos hechos tienen un impacto social importante, la gente podría tener problemas de inseguridad, estar en alerta ante cualquier circunstancia de riesgo. Sobre todo, dijo, Jorge Rosales Piña al parecer condujo una combi del servicio público, donde pudo hacer uso de la palabra y fácilmente pudo envolver a sus víctimas. La gente podía padecer de mucho estrés y con tensión en ese sentido.
El perito psicólogo Mario Ascary Andrade Amacosta señaló que es difícil que Jorge Rosales Piña pueda rehabilitarse, ya que una vez que ha acarreado los problemas de fractura familiar y abusos, además de los actos que ha cometido, sería un reto para algún psicólogo poder tratarlo y que rectifique sus conductas delictivas.
Sus terapias tendrán que medicarse y llevarse a cabo bajo un tratamiento complicado, que duraría más de cinco años, debido a que durante su tratamiento va adoptando otras patologías y sería un cuento de nunca acabar. Actualmente no ha habido ningún caso registrado donde el psicólogo pueda cambiar a una persona con estas conductas.
Explicó que aunque es difícil que una persona imite sus acciones, todo puede estar dentro de las posibilidades bajo el contexto de que una persona puede sentirse poderoso, con el placer de imitar estos hechos y disfrutarlos en el acto con gran morbosidad.
El día de hoy se llevarán a cabo algunas diligencias en el caso de Jorge Rosales Piña en el Juzgado Primero Penal. Está acusado de doble homicidio, el de Karla Gutiérrez Pascual y Yureldy Aguilar Sáenz, por lo que el día de mañana se le podrá dictar auto de formal prisión o libertad. (Fuente: Diario de Quintana Roo)

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