Apuntes sobre la escena musical 2016 II | El negocio | Por Rodrigo De la Serna

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Apuntes sobre la escena musical 2016
Rodrigo De la Serna

II

EL NEGOCIO

Negocio musical es distinto de hecho musical por orígenes y fines. Como industria, el negocio tiene acaso poco más de un siglo tal como hasta hoy se conoce: música transmitida, difundida, publicitada, vendida, comprada y promocionada como conveniente para comerciantes, empresas o gobiernos.

Negocio musical es contratar músicos para espacios humanos (grandes o pequeños, legales o ilegales), donde se emplea música (a diario u ocasionalmente) según los fines que se tengan: beber, vender, comprar, promocionar, entretener, dictar, distraer, recordar u olvidar, etcétera.

De un tiempo a estos días es notorio el incremento de actividades musicales ligadas a cultos y sectas religiosas; dudo si incluir tal empleo de la música dentro del negocio, pero sin duda quienes se han beneficiado con creces son los fabricantes de instrumentos eléctricos y electrónicos.

A partir de los años 50 del siglo XX, la industria musical se transforma y crece gracias a innovaciones tecnológicas como el transistor y luego “el chip”, así como el desarrollo de los sistemas de audio; todo aunado a un crecimiento demográfico descontrolado pero bueno para ventas y publicidad.

Tocar en el negocio es actividad pública por trabajo, una capacidad que se intercambia por dinero. La música como arte (una creación inútil, nada práctica, y sin embargo imprescindible para el alma y el espíritu), es el sonido como búsqueda o misión, un camino que se hace por destino.

Primera contradicción: se tiene un don, un destino garantizado en la vida, que se altera al involucrarse con dinero, no por el trabajo; cualquier músico labora desde sus inicios y las variantes abarcan desde siempre estudiar-ensayar antes de tocar en público, hasta (a excepción de unos cuantos) cargar equipo e instrumentos, instalar, conectar, ser “ingeniero” de todo: audio, luces, pantallas, computación… y al terminar la ejecución musical de nuevo a cargar todo.

Al relacionarse con el dinero la música se involucra con otros asuntos prácticos: cotizaciones, cuotas, negociaciones, aspectos comerciales y publicitarios, legales, políticos, mediáticos; y sus personajes y ambientes, donde la música es una parte más del menú. Música para una campaña… para un producto… para una marca…

Entre los motivos de quien trabaja (intercambia sus servicios o capacidades por honorarios), hay fundamentos inherentes al gremio: merecer un pago honorable, en efectivo, y si sale más pues mejor. Hay colegas que llevan años en tal o cual nómina de corporativos, sindicatos o gobiernos, lo cual implica prestaciones sociales además de curriculum y estabilidad crediticia.

Si se trabaja al cantar o tocar o ser parte de la industria del espectáculo, la aspiración es ganar más, así se pagan estudios y materiales de trabajo, se tiene mejor instrumental, equipo, transporte, ha de haber más oportunidades; se tiene mejor vida social y amistades cuando la vida es un poco más sencilla, ¿cómo?… con lana en la bolsa.

Hay quien toca/canta/compone/es DJ… porque así mantiene con dignidad a su familia, así colabora. Trabajar en la música tiene bastantes fines, no obstante pocas veces van ligados a la búsqueda de un estilo o a la creatividad como ruta, la propuesta (innovadora o trivial) no es el principio.

Hay también quienes han accedido a otra gloria además de hacer música: cierto éxito y fama van de su brazo, y ciertamente no importa mucho si son creativos o parte de una tendencia.

La relación música / trabajo remunerado sufre la influencia de mucha gente que no toca / no canta / no compone… Una gran cantidad de músicos sobrellevan (o soportan) mercaderes, sindicatos, funcionarios, comerciantes, técnicos, productores, publicistas, medios de comunicación y demás engranes de la agónica industria musical estilo siglo XX.

Un par de precisiones sobre esos intermediarios que ni tocan/ni cantan/ni componen: alguna vez algun@s sí lo hicieron, pero tod@s hallaron su verdadera vocación en vivir de los músicos en vez de sólo tocar. A esa gente es a quien más mal le han caído internet, las redes sociales y la computadora, lado de la moneda que poco a poco ha revelado la naturaleza del juego de esas personas, necesarísimas, para que haya música.

Playa Sur
abril 2016

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