Apuntes sobre la escena musical 2016 VII | El escenario físico y el virtual | Por Rodrigo de la Serna

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EL ESCENARIO FÍSICO Y EL VIRTUAL

El paulatino crecimiento de la computación, las redes sociales e internet, ha desfigurado buena parte del panorama musical típico. El término desfigurar vale para la merma irreversible de una industria-empresa, vanidosa, intensa, que ha exprimido a compositores y músicos por más de un siglo.
Aún falta para tener una perspectiva completa de este lapso (¿1983-2020?), y sus cordones umbilicales con tecnologías y maravillas que se tienen “a la mano”, basta tentar una tecla virtual para acceder al planeta y al universo, especialmente vía la música.

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Hay una distinción de linajes entre el negocio musical y mucha música sonante en el foro siempre abierto de internet/redes sociales: compartir es el punto de partida.
Leamos compartir sin tufo purista o simplón, en la red también se comercia y se paga por servicios. La diferencia es hacerlo sin tanto intermediario y vedetismo.
En cambio, en casi todo proceso de la industria masiva late una corrupción senil, análoga, partidista o mediática o sindical, de compadres y artistas “de casta” sólo porque se apellidan como sus padres.
Eso influye, por ejemplo, en la distancia cualitativa entre producciones musicales amateur (casa-computadora-estudio de cuates), y lo que sale de los grandes estudios de grabación.
En video es peor, el costo es más elevado. Lejos están los días en que MTV presentaba obra de videastas como aires estéticos, locura fantástica sin obligatorios numeritos jazz-pop de 120 bailarines.
Aun cuando le falte una producción apropiada a mucha música y video manifestándose en las redes sociales, ahí late el sonido que mañana ocupará dos de tres grandes escenarios (TV, en vivo, y el virtual).
Para l@s millennials es tan relevante estar en youtube o twitter, como salir en el canal de las estrellas.
Quizá para muchos que tienen menos de 21 años, ese canal ni siquiera signifique algo interesante, sólo otro sinónimo de publicidad y nota roja, lo que ven para cenar sus tías y cuñados.

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En las redes sociales no sólo músicos y compositores exponen su obra; lo hacen decenas de millones que siempre soñaron en verse/oírse/sentirse en foros “públicos”.
Para otros cientos de millones es su escenario natural: el global, la virtual realidad propia de una generación acostumbrada a ser y estar on-line / con teclados y pantallas para todo / escribir con los pulgares / con disponibilidad y acceso a programadores de ritmos, instrumentos “sampleados”, computadoras, gadgets & Smartphone…
Es decir, ell@s hacen música de otro modo, a veces sin necesidad de instrumentos musicales. Y si hace falta pues toman un curso en tal o cual Academia de Rock ya incorporado a la SEP… O son quienes quieran ser-sentirse en el karaoke que les pongan.
En los últimos 50’000 años son la muestra reciente de un hecho cíclico: la música no le pertenece a nadie. Y en todo caso, pues obviamente los músicos tienen preferencia.

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Hay otras personas en “la red” para quienes no se trata de estar informados o crear, se trata de cuánto pueden manipular las variantes de “información”: infomercial, información privilegiada o pública, piratería, hackers…; esa gente anda en ramas del ciberespacio, cierto.
Algunas son las tristes y célebres manos chaqueteras que te infectan, te joden, roban, espían, intrigan y demás artegios a la sombra, los bajos fondos de siempre.
Al mismo tiempo en otras miles o millones de ramificaciones, destacan y brillan maneras de aprovechar toda tecnología y compartirlo sin tener como prioridad el lucro.
La gente ligada mediante servicios como what’s-up, Tablet-pad, Smartphone, youtube, soundcloud, twitter, facebook y demás plataformas, ha dejado atrás a los medios incondicionalmente aliados al negocio musical: TV, radio, discográficas, prensa, cine, y los infaltables productores e intermediarios.
De hecho, todos aún funcionan en buena parte por apoyarse en redes sociales e internet. Al parecer, poco tiempo le queda a tales modelos como única opción para difundir (vender, distribuir, grabar, transmitir, producir, mercadear, manipular, regentear, comerciar, etcétera), la música.

Playa Sur
febrero – mayo 2016

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