Apuntes sobre la escena musical 2016 IX y final | Por Rodrigo De la Serna

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9, final

MÚSICA Y HECHOS

Hay bastante por reconsiderar en la escena musical. Este sobrevuelo sólo refleja semblantes del panorama. Por el momento es mejor que aquí concluyan con lo siguiente:

Aparte de música todo lo demás es literatura, en especial estos apuntes.

Pura palabra… me consuela que al menos no son ventas, ni credo ni marketing ni autoayuda.

Pero duele: por más que uno le haga al malabar jamás sonarán como una pieza de Revueltas (Silvestre o Julio). Si los libros que he escrito, juntos, sonaran como la introducción de la más breve rola de Satie, quizá daría mi vida.

Oye… no estaría mal como acto Dadá: ¿qué tal si los quemo en la playa y ya que agarre bien la lumbre quien quita y suenan un par de compases del Gerardo Taméz?, o de Miles, o Aretha, todos aventándose con Marley el coro de Talkin’ Blues…

1ª CONCLUSIÓN
Mi fracaso musical, la causa de mi retiro, es no haber hallado un nuevo ritmo.

ETCÉTERA

Hasta aquí no se ha puntualizado en conceptos como “arte… búsqueda… experimentación… originalidad… innovación…”, ni los espacios donde suenan tales expresiones musicales. Aunque parezca increíble hasta en Quintana Roo brota ese sonido.

Se debe a no ser comunes en situaciones de política de masas, el turismo o escenarios para multitudes. Un empresario, un productor, lo definen de otro modo: no jalan gente. No venden…

Aunque quién sabe… con tanto mitote de fusión y ponle chiles de acá y allá, ¿se aventarían Mutabaruka o John Zorn un conciertito en el zócalo del DF junto a Pitbull? ¿Luis Pérez Ixometztli en el vive latino antes de Paulina Rubio? En todo caso es asunto de ellos.

Muy aparte de si los llaman o no, hay intérpretes y compositores desinteresados en el mundillo del mainstream; quizá también sea por temor al patetismo, la competencia y sed de sangre, el desencanto.

PARÉNTESIS (En el medio académico y el negocio de “la música clásica”, también se practica la antropofagia y el ninguneo… lo que tienen que soportar instrumentistas mexicanos para tocar en orquestas “buenas”, donde 60% de los atriles se dan a gente de otros lados. Sólo en México…)

Aparte de tales realidades por fortuna existen otros ámbitos. Para este negro, el oxígeno proviene de bandas que brotan de la nada y se ponen a tocar y hacen magia, juntos.

¿Tenemos idea de cuánta gente anda tocando reggae-DJ-sound system, y jazz loco, y tambora-rock-duro, y tecno-cumbia chunchaquera… pero en maya, mayo, tzeltal, ñahñú, purépecha y demás lenguas milenarias? No sé si son miles, pero están en los huesos de la otra voz que viene… lástima que aún no hallen su propio ritmo.

Hay artistas que en el lugar de ensayo, hallan el espacio ideal para ser y estar… y que alguien por ahí haga la grabación. O simplemente porque no trabajan en la industria musical.

Quizá la gente que hace música sin fines usufructuarios, así encuentra la realidad que le gusta.

Igual y un día de estos cambian de opinión. O cambia el viento… gulp… y hay que salir al coliseo a “tocar” por $500 al día.
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Quien quiera que hoy haga música, es compositor o intérprete.

Esa lógica también aplica en el karaoke y el negocio musical 2016: todo mundo puede cantar.

“Psss… ¿a poco los cantantes son músicos?”, pregunta usual entre rastros, camiones y taladros.

Sin embargo, no todo mundo dedica el 110% de su tiempo y vida a tal arte. Y otro asunto es cómo la hacen, con qué o con quienes, cuándo y dónde…
Habría que considerar los por qué, para qué tal actividad (acá entre nos: a mi cuñado le aguanto sólo un par de rolas con su violín, no más, lo siento, me cae mejor como abogado).

Para el músico por naturaleza o el profesional por labor, la única tarea racional por cumplir es hacer sonar bien su instrumento, y que le satisfaga. Es igual al componer, igual para quien canta.

Normalmente de ahí se derivan otros hechos: el encuentro con otr@s que comparten esa mística, y si gustan de ese sonido harán un ensamble…

O la resonancia se canalizará en un solista genial, o se navegará entre ambas aguas; y todo ello se ha hecho y se hará más como misión íntima, que como trabajo a secas.
Cierta música (allá cada quien sus preferencias) representa la belleza per sé; al interpretarla, componerla, cantarla, se aspira alcanzar esa idea de la perfección.
Hay gente que no gusta de hacer público su sonido; allá ell@s. Se entiende… con la época que hay.
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Dime tú, hermano que suenas en el mundo…

Di si ahí adonde hayas estado, tanta gente es capaz de hablar sobre música pero más de sus intérpretes famosos o favoritos, y más aún de sus vidas privadas…
Tan seguros están de saber qué onda con la música, que siguen diciéndonos qué hacer aunque ni tocan ni tocarán nada. Allá ellos… ¿no?

2ª conclusión

El músico que encarna su destino como artista, vive para tocar, ensayar, estudiar, escuchar, conocer, compartir, reconocer, viajar, escuchar más, ensayar más…
El compositor hace eso y su labor per sé: crear. Y viceversa.

Y todo este ciclo siempre en movimiento, en equilibrio… hacia ese universo sólo comprensible en ritmos y filarmonías y rumbos mono-tonales, te lleven adonde te lleven, lo entienda quien lo entienda.

¿Sabes por qué compone uno? Porque ella ni pregunta ni avisa ni dice algo, nada más te pone su dedito en la boca y roza tu oreja y sexo. Y desde entonces –aquel ’77– uno hace lo que ella quiere. Y cuando lo quiere, como lo quiere, ya sabes.

3ª conclusión

¿Entonces qué es todo esto?

Si se trata de música ergo toda esta palabra es relativa: se ha escrito algo de Música y a la vez no se ha oído nada. Ni siquiera un pinche ritmo nuevo. Primer strike…
¿Puede una persona que hace música hacer variaciones sobre ella? Sí pero… sólo por referir sonido y ritmo con vocablos y nociones, ella se presenta sin su mejor vestido: la abstracción. Strike dos…

¿Aun así tiene algún sentido que este negro quiera conversar sobre música?
¿Tiene algún caso sobrevolar ese universo?

También depende del gusto y la hora; García Márquez afirmaba que si hay un placer semejante a ella, es hablar sobre ella. Para uno el ocaso es buen instante para conversarla, y café, ron, tabaco…

Hay colegas que pueden platicarte sobre música por horas.

Otr@s no. Más bien tocan, cantan, componen, la trabajan y viven. A veces son gente muy seria.
Sin duda quienes mejor hablan de música son los críticos gurús, el rabino y sus discípulos, y uno que otro conductor de medios, usualmente cobran por hacerlo. Sólo Luis Miguel Aguilar está aparte.

Armado con lógica Caribe, herejías mayas, D. Walcott y Andy Palacio, he obrado en consecuencia: si eso dictan allá en las ciudades, pos ahí les voy aun si nomás llegué al 3er semestre en la Superior…

No se piense, por favor, en la cerveza sino en la escuela superior de música, según las viejas Bellas Artes de un México que ya no existe.
Pero ja, já… los que insisten en existir (tocar) desde 1981 son los del taller de jazz… ¡Larga vida ja a la Banda Elástica ja já! ¡Y más porras para el laboratorio de Electroacústica! Salud por Manuel Enríquez.
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Es un hecho que no haré más esta clase de ejercicios musicales.

Así que me presento (qué le hace que sea al final… ejem, ejem): Soy un escritor, siempre lo seré.

Ahora me despido: como hombre agradezco haber sido bendecido por las diosas de la música, que a veces conceden un rocío de su eterno amanecer, a este macewal enamorado y mal correspondido.

Con unas cuantas canciones, penca de corazones y sonidos en el aire, este negro ha correspondido la dádiva desde… hace ya mucho… el milenio pasado. Envejecer es a veces humillante.

Por tanto, hoy, en “el peor y el mejor de los tiempos”, y aun si mi palabra es indigna para siquiera mirarle los pies a la Música, una última vez para ti:
hermanita
compañero
chavos y abuelos que sí saben
lo que es vivir de lo que tocas
(vivir por lo que tocas),
escribo.

Nos vemos en el calderón.

Playa Sur
marzo – junio 2016

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2 COMENTARIOS

  1. He oído a menudo decir, como si fuera en sueños:
    «El que trabaja en mármol y encuentra la forma de su propia alma en la piedra es
    más noble que el que labra
    la tierra.»
    «Aquel que se apodera del arco iris para colocarlo en una tela transformada en la
    imagen de un hombre es
    más que el que hace las sandalias para nuestros pies.»
    Pero, yo digo, no en sueños, sino en la vigilia del mediodía, que el viento no habla
    más dulcemente a los robles gigantes que a la menor de las hojas de la hierba.

    Y solamente es grande el que cambia la voz del viento en una canción, hecha más
    dulce por su propio amor.

    el profeta, Gibran Jalil Gibran

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