OPINIÓN | Hay que detener el Apocalipsis climático | Por Primitivo Alonso Alcocer

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Cuando escucho el estampido fragoroso de los truenos, tengo la sensación que es la naturaleza la que nos regaña y nos comunica, con voz tronante, lo que puede hacer en represalia por tanta daño que se le ha causado en especial los seres humanos de índole depredadora.

Como símil que quizás venga al caso, pensemos en un anfitrión altruista que nos ha brindado hospedaje, comida, un clima con sus variantes agradable y un paisaje bello para vivir.

A todo esto, nosotros correspondemos en forma desagradecida, destrozando el hogar tan confortable que recibimos, haciéndole cambios terribles como si fuéramos los propietarios tanto del solar como de las criaturas conque debemos de compartir el hábitat que se nos prestó para que conviviéramos en armonía, sin demostrar la menor señal de gratitud y como si pensáramos que todo lo merecemos y que no debemos de rendir cuentas a nadie.

Obviamente que el casero después de resistir en forma estoica nuestra agresión, llega un momento en que se vuelve contra nosotros, aunque primero mandara señales para que corrijamos el camino y ya después, si insistimos en el error, nos atendremos a su furia pues no permitirá que sigamos destrozando el hábitat que de buena gana nos confió.

Y de acuerdo al asunto que me ocupa, no pensemos en un un ciclón o un tornado que serian como el casero enardecido que quisiera borrarnos del mapa por el acumulado de las faltas, sino en algo mucho más grande y real que nos acecha dispuesto a devolver con creces todo el daño que le hemos causado a lo largo de muchos años.

Lo cierto es que el cambio climático ya está aquí, aunque no en la dimensión aterradora que pudiera llegar a adquirir en un futuro no muy lejano, de proseguir la demencial utilización de gases de efecto invernadero que son la causa principal del calentamiento del globo terráqueo.

La respuesta pudiera ser devastadora de acuerdo al tamaño de nuestras faltas, en donde no se descuenta la posibilidad de gigantescos huracanes más allá del último registro de la escala de Saffir Simpson, cuyo “pequeño” adelanto lo encontramos en el huracán Irma, de proporciones anormales que avanza sobre el Caribe, o la inundación fuera de serie de gran parte de Texas, aunque los engendros vaticinados podrían ser mucho mayores y cobrar la vida de millares de seres inocentes que serían las víctimas de la codicia en especial de grandes empresas o trust petroleros enclavados especialmente en las naciones altamente desarrolladas que son las que mas infieren en el envenenamiento del planeta por el uso indiscriminado de combustibles de origen fósil, aunque no hay nadie impermeable a este señalamiento.

La naturaleza nos comienza a pegar en donde mas nos duele, para que aprendamos al menos a respetarla.

Sin embargo, sigue Mr. Trump con su obstinada terquedad de negar esta mutación ambiental que es una certeza avalada por expertos científicos de todo el orbe, quienes coinciden en señalar que existe una alta probabilidad que al final de cuentas todo esto termine en una nueva era de hielo al incidir el derretimiento de los glaciares, provocado por las altas temperaturas, en la desalinización del mar lo cual podría detener a la corriente cálida del Golfo que funciona como un regulador de la temperatura en especial de la vieja Europa, territorio donde se iniciaría la quinta y quizás más severa glaciación.

Me pregunto a manera de guasa: cuantos billones debería de cobrarles nuestro país a los a los europeos por enviarles desde el Golfo de México esa corriente cálida que mantiene su clima templado?. A lo anterior que señalé, habría que mencionar la parafernalia antecesora en que destaca el crecimiento del mar como consecuencia del deshielo, lo que provocaría la inundación de las zonas y ciudades costeras de todo el mundo además de tsunamis aberrantes.

Y como maléfico contraste, vastos territorios de espesa vegetación como la selva del Amazonas podrían convertirse, en un lapso de aproximadamente cien años, en un páramo sombrío y el desierto del Sahara, por ejemplo, podría transfigurarse en un boscaje lujurioso.

No se sabe a ciencia cierta cuando podría comenzar el desastre en gran escala, aunque por ahora no existen las condiciones para que suceda de esa manera, lo que no quiere decir que no pudieran suscitarse anomalías climáticas importantes.

De proseguir la depredación ambiental, la naturaleza seguirá enviando serios mensaje sobre su ánimo exaltado cuyo común denominador siempre ha sido la muerte y la destrucción.

No pretendo ser ave agorera ni pintar de amarillo lo que escribo o expresarme con ligereza en tonos apocalípticos con el animo irresponsable de provocar nerviosismo entre mis escasos pero apreciados lectores.

Soy simplemente un ciudadano común que quiere compartir la información de la alta posibilidad de asomarnos al borde del abismo sino hay una concentración real de esfuerzos mundiales para atacar en un solo frente a la polución ambiental y a todo aquello que signifique una agresión contra la madre Tierra.

La dinámica combinada en el Protocolo de Kyoto, la concertación de París, los Acuerdos de Cancún o de otros foros internacionales como el de Hamburgo, han sido limitados aunque varios países europeos han mostrado voluntad política para coadyuvar en el problema pero sin los compromisos y apoyos económicos suficientes que merece la mas grande amenaza ambiental en miles de años y,peor aun, con el abandono oficial de la potencia norteamericana a todo esfuerzo para conjurar en términos reales la terrible contingencia climática, no obstante el rechazo de varios Estados importantes y un número creciente de la población.

El tiempo se nos agota y es la hora de actuar en consonancia para defender este hogar común del cual se han desprendido serias advertencias como es el caso del gigantesco iceberg a quien denominaron A68 con una extensión de 5, 800 kilómetros cuadrados y con un peso de un billón de toneladas, desgajamiento ocurrido en la sección Larsen C de la Antártida, apenas hace dos meses, considerado el mas grande del que se tenga memoria.

Estas son poderosas señales de la posición de natura que ya nos considera inquilinos incómodos; hay que evitar, por lo tanto, mayores daños a nuestro casera natural con políticas ambientalistas acordes a la magnitud del problema, en que la reducción significativa de los gases de efecto invernadero derivados a su vez del excesivo consumo de combustibles de origen fósil, juega un papel determinante. Privilegiar la consumición de energía limpia misma que se cuenta en diferentes exhibiciones es parte de la solución.

Es oportuno añadir la cooperación de la población en general para cancelar ciertos hábitos y evitar algunos productos altamente contaminantes lo cual es una tarea de responsabilidad colectiva. De otro modo, corremos el alto riesgo de ser arrojados de la casa y no precisamente de buena manera debido a la exasperante irresponsabilidad de los que tienen en sus manos la salvación de la humanidad de la justiciera cólera del planeta Tierra.

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