OPINIÓN | Apuntes dispersos de un dinosaurio | Por Primitivo Alonso Alcocer

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Del modesto bagaje de experiencia extraje algunas ideas que en parte fundamentaron el accionar de los políticos de la vieja guardia, sin pretender mandar algún mensaje ni asentar cátedra sobre un oficio del cual nunca se termina de aprender y no dudando que puedan existir novedosas formas para el ejercicio de un quehacer tan apasionante.

Comienzo pues: la política es su acepción más prístina es la auténtica vocación de servir a la sociedad con un alto sentido de responsabilidad y sensibilidad, velando celosamente por sus intereses.

El político debería ser puente de unión entre gobierno y sociedad, actuar de acuerdo a las necesidades sociales enarbolando siempre las banderas de la honestidad y el deseo de ser factor coadyuvante para modificar la realidad de acuerdo a las circunstancias prevalecientes.

Velará para que las instituciones establecidas actúen sobre bases sólidas y en consonancia con los reclamos populares, sin desvíos que alteren el rumbo social y con la suficiente fortaleza, carácter y decisión para hablar en plata cuando así se requiera.

El político nunca debería limitarse en una cofradía elitista sino formar parte de la gente de a pie y no de aquellos que saludan al pueblo y a la primera oportunidad se desinfectan las manos con alcohol.

Los políticos que pertenecen a las distintas membresías que conforman el abanico electoral, tienen una delicada responsabilidad con la sociedad que los observa y califica, poniendo especial énfasis en su desempeño. Mal hacen los hombres de poder en seguir imponiendo a gente reprobada por el núcleo social pero impulsada por el dinero.En estos tiempos difíciles se requiere de gente de compromiso con la sociedad y no saltimbanquis oportunistas alumbrados por el sol que mas calienta.

Un político que no lee ni los encabezados de los periódicos ni se adentra en la información sin maquillaje de las redes sociales, no tiene la brújula para orientar sus decisiones de acuerdo al palpitar de la sociedad. Los políticos deben abandonar su resistencia a las letras y leer libros de diversos autores para incrementar su cultura y expresarse con mayor soltura sin caer en el cantinfleo.

Pero sobre todos el contacto directo con el pueblo es el mejor instrumento democrático para construir una sólida relación identificatoria; La información es un basamento esencial para que los protagonistas sociales conozcan la rotación de la sociedad a través de los diversos canales informativos, mientras que el contacto con las bases populares alimenta la necesidad de escuchar de viva voz la opinión ciudadana sobre los hechos que más los impactan para obrar en consecuencia de acuerdo a las posibilidades.

En otro orden de ideas, es necesario subrayar el peligro que entraña la autosuficiencia egocéntrica derivada del ejercicio del poder. Hay que tocar siempre el suelo para evitar la levitación que aparta de la realidad que a su vez es el espacio connatural de la política. Si algo molesta a la sociedad es la prepotencia y la soberbia de los que extravían el camino y se sienten iluminados o indispensables en el quehacer gubernamental.

En esta azarosa actividad tanto los hombres como las mujeres responden a las circunstancias y por lo tanto son prescindibles. Los profesionales de la adulación que ahora los exaltan serán los primeros en volverles las espaldas cuando su estrella deje de brillar en el firmamento de la política. El funcionario público en sus distintos niveles mientras más sencillo sea mas voluntades se sumarán a su lado y tendrá un camino mas despejado para caminar.

No entiendo el comportamiento de los prepotentes o los soberbios que desperdician oportunidades por el trato indigno que le dan tanto a la gente como a sus subordinados cuando es tan fácil ofrecer un semblante risueño y no un ceño fruncido.

Una actitud receptiva siempre será mejor que el autoritarismo a ultranza que es una forma del “troglodicismo burocrático”. Algunos equivocadamente piensan que es fragilidad o que no va con su investidura mostrarse al alcance de la sociedad. Nada mas erróneo que ello.

El carácter institucional es cuando el funcionario enfrenta los problemas reales propios de cualquier dinámica institucional, con serenidad y fortaleza anímica, sin dejar que revienten endosándole la solución al gobernador o al presidente en su caso, lo que sería un signo de su incompetencia persona para el buen desempeño de la responsabilidad que se le encomendó. La tarea de gobernar implica la siembra de consensos y los justos equilibrios tan necesarios para mantener la armonía social.

Gobernar no es tarea fácil y mas cuando se cuenta con una sociedad más activa y demandante que sabe calificar tanto los yerros como a los aciertos de los que detengan el poder. Habría que recordar el viejo adagio que señala, que en esta actividad no te cuentan las buenas te cuentan las malas aunque también depende de sus aparatos de difusión. No hay que confundir al gritón o al grosero como sinónimo de carácter porque sería una torpeza superlativa.

La templanza deviene de la fortaleza anímica para enfrentar con serenidad los retos que plantea el ejercicio de participar en el gobierno con mano firme, sensibilidad y espíritu de servicio.

La intriga y el golpe bajo,desafortunadamente, son consustanciales en la actividad política. Sus origen se pierde en la noche de los tiempos y no existen esferas políticas en el mundo que se escapen de este binomio perverso.

Hay que tener cuidado con los artífices de la intriga porque siempre apuntan a la espalda de los que consideran sus adversarios y son capaces de las peores felonías sin desprenderse de la sonrisa congelada y el trato obsequioso conque disfrazan su temperamento siniestro. En política pululan los falsos amigos que son los que ensartan las peores puñaladas a los que los llevan de la mano en cuanto se les presenta la oportunidad. Son hombres grises que a la larga harán de la traición una profesión lucrativa justificándose en la consigna maquiavélica de que el fin justifica los medios.

El hombre honrado sabe respetar las arcas públicas por muy abiertas que estas se encontraran. No confunde el ejercicio del poder como un medio para agenciarse riqueza sino como una oportunidad para refrendar su honestidad cuidando celosamente los peculios del pueblo que tenga bajo su resguardo, sin utilizar el cargo, además, para hacer negocios “afuerita”.

No hay nada mas grotesco que un funcionario con aires versallescos que le da la espalda a sus orígenes humildes y menosprecia a los que considera que no son de su “rango”. Siempre observará con desprecio a las capas populares porque le recuerdan su pasado. 

Todos los que hemos participado en la lid política lo hemos hecho con nuestras luces y nuestras sombras. Hay sombras ligeras y sombras alargadas y luces parpadeantes y otras resplandecientes. Hemos tenido aciertos y hemos cometido errores.

El mundo de la política con todos sus claroscuros es una oportunidad inigualable que siempre se recuerda. Aunque se critica a los nostálgicos del pasado siempre habrá un episodio digno de recordar, siempre habrá un recuerdo que por su profundidad impacto nuestro espíritu y pervive con nosotros negándose a fenecer.

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