La amistad y el amor y sus secuencias en la política | Por Primitivo Alonso Alcocer

0
24

Tanto el amor como la amistad, con diferencias de matices, configuran la plena identificación o comunión entre los seres, sin complicaciones mayores de ninguna especie; es el acto de mayor acercamiento que nutre la convivencia humana que debe darse en forma fluida, sin cortapisas que detengan esa energía limpia que nace del espíritu y se aloja en el corazón de los auténticos amigos o enamorados, en una transmisión mutua, recíproca, solo interrumpida cuando los demonios de la ira, la envidia, la codicia, los celos o la traición hacen acto de presencia y trasforman una sana relación en mutua desconfianza que puede ir creciendo hasta trocarse en rencor recalcitrante o en un infierno tratándose de las parejas.

Toda buena relación puede ser trastocada cuando el diablo mete la cola y no hay un razonamiento convincente para aquellos que rompen un idilio o una amistad auténtica si son atrapados por alguno de los demonios antes mencionados.

Lo anterior sucede en el nivel sentimental como en la amistad fraternal cuando no logran trascender la sombra de odio, como dice la canción, perdiéndose los afectos que son suplidos por los ánimos de revancha, odio abierto o soterrado o por la mas grande de las indiferencias.

Pero esta ecuación de amor odio alcanza niveles insospechados en el quehacer político que no puede sustraerse de la condición humana y porque ahí pervive la pasión y también el amor en pequeñas dosis aunque cada día sea más escaso.

En la política se produce en alto grado esta forma tenebrosa de la cancelación de los afectos por diversos motivos: los hombres y mujeres que compiten en estas arenas movedizas, pueden pasar de un día para otro de fraternos amigos a enconados rivales. La propia historia nacional está entretejida con los grandes amores y los fraternos colegas que finalizaron en reyertas intestinas o arrastrando a todo un pueblo como fue el caso de los enfrentamientos entre los caudillos de ciertas facciones en la lucha por la Independencia de México, en la Guerra de Reforma o los de la etapa revolucionaria que se iniciaron como singulares amigos, asumiendo el mismo credo, se juraron lealtad eterna y terminaron en el campo de batalla enarbolando banderas diferentes.

Cualquier parecido con algún caso de la vida actual es pura coincidencia. Los ejemplos sobran en el panorama nacional e internacional; todavía gran parte de la política está tejida de traiciones disfrazada de grandes amores y el hilar fino para las mentes frías de estirpe maquiavélica que practican el oficio contempla, a veces, el “sacrificio” hasta del mejor de sus amigo si lo ve crecer o con muchas luces.

En política no es recomendable para los que se estrenan en los pasadizos del poder demostrar mucho brillo porque ciega a las gentes menores y en muchas ocasiones provocan malestar a los que gobiernan.

Cuantas testas iluminadas no han rodado incineradas por su propio fuego!. Pasar lista de tantos hechos de esta naturaleza seria tarea interminable y una falta de respeto para el tiempo de mis escasos lectores.

La enfermedad del amor que son los celos, en política propicia la intriga bajuna; es como una pira cuyas llamas nunca terminan de arder, porque siempre habrá alguien que sople para que cobren nueva vida y con ello nuevas víctimas. Muy distantes son los que caen acribillados por su propia ambición o por no saber escuchar el ruido cuando el zacate crece por su desconocimiento de los delicados intríngulis de la política.

Esos son harina de otro costal. Pero es obligado señalar que el nicho de la política donde existe el amor es el que acompaña a la vocación social. Los hombres y mujeres que a lo largo de muchos años han buscado con autenticidad un mejor horizonte para los que menos tienen, los desposeídos, los que han izado las banderas de la justicia social han hecho política con amor imbuidos de una especie de misionerismo laico. Con estas reflexiones no trato de asentar que el verdadero amor o la amistad no existen o que es algo relativo.

La literatura y la historia nos hablan del sentimiento del amor en su máxima expresión en Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, Efrain y Maria, Agustín de Iturbide y la Güera Rodriguez, Felipe Carrillo Puerto y Alma Reed, además que en el cotidiano a nivel mundial hay parejas singularizadas por un amor invencible que ha resistido el paso del tiempo y los escollos de la vida; y, en lo que concierne a la auténtica amistad, sucede algo parecido.

El amor se conecta con todo lo que tiene vida y es la forma mas dulce de alimentar el espíritu ante los avatares de la existencia.

Desconectemos nuestras sombras en este mes consagrado para exaltarlo, para que fluya la buena voluntad y la confianza recíproca que es la base sustancial para la construcción de una sociedad más justa y solidaria.. No permitamos que el ruido ensordecedor de la política nos obnubile y nos confunda.

Comentarios en Facebook