La ecuación perversa del desarrollo en Tulum | Por Carlos Meade

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Todos los que conocemos Tulum nos admiramos con la antigua ciudad amurallada que mira a un Caribe deslumbrante, nos admiramos de sus selvas pletóricas de vida y diversidad, con sus cenotes, lagunas, cavernas y ríos subterráneos y con la presencia viva del pueblo maya contemporáneo.

Desafortunadamente, el programa de desarrollo urbano diseñado e impulsado por el gobierno mexicano para la pequeña ciudad de Tulum prevé su crecimiento a 250 mil habitantes en los próximos 20 años. Esta propuesta descabellada se debe a que existen planes para la construcción de 50 mil cuartos de hotel más, con los que ya sumarían 100 mil a lo largo de la llamada Riviera Maya. Este modelo ya ha mostrado fehacientemente su capacidad depredadora y su inequidad económica y social en Cancún y en Playa del Carmen. Es un ejemplo evidente de lo que no es sostenible para Quintana Roo. ¡Cómo es posible que, una vez más, se quiera replicar!

La única forma de que Tulum no sucumba bajo la inercia de la ambición cortoplacista e insostenible es que la velocidad del crecimiento se modere, que la densidad hotelera se reduzca drásticamente y que gobierno y sociedad tengamos el deseo, la voluntad y la capacidad de establecer un plan sensato y sostenible y, también, generar las herramientas institucionales y sociales para vigilar que se cumpla.

Tulum se ha diferenciado, en cuanto a su desarrollo turístico, por un modelo de pequeña hotelería en entornos naturales, enfocado a un mercado de turismo joven y de ecoturismo, ahora accesible sólo al turismo de alto poder adquisitivo. Este modelo está siendo desplazado por el turismo masivo de sol y playa que, bajo el esquema de “all inclusive”, produce grandes beneficios a las cadenas transnacionales y deja migajas en la zona, generando un fuerte impacto ambiental sobre los frágiles ecosistemas costeros y alentando un desarrollo social desigual en el que las grandes mayorías viven en condiciones precarias y con insuficientes servicios urbanos.

Apenas 25 años atrás, Tulum era una pequeña comunidad maya rural de menos de 500 habitantes. Actualmente, con una velocidad que aumenta año con año, la creciente población del municipio se calcula en 45,000 habitantes, además de un promedio de 6,000 flotantes.

La velocidad de este crecimiento ha golpeado fuerte a la sociedad maya, a su patrimonio histórico, cultural y ambiental y este fenómeno amenaza con extenderse al resto de la bio-región, por lo que se hacen urgentes acciones que detengan y reviertan esta situación.

Frente a esta perspectiva del desarrollo local, parece evidente que un Tulum sostenible sólo se alcanzará revirtiendo la inercia desarrollista, fortaleciendo un modelo que no se sustente sólo en el turismo costero, que incorpore las actividades de sus zonas rurales  (la apicultura orgánica, el manejo forestal sostenible, la agricultura diversificada tradicional) y que fortalezca un modelo turístico propio,  enfocado al ecoturismo, al turismo cultural y rural, diferente al que se ha venido impulsando en el estado.

La problemática socioambiental generada por este modelo depredador es muy compleja, pero son tres los principales problemas reconocidos ampliamente: 1) contaminación del acuífero por aguas residuales sin tratamiento o con tratamiento incompleto, 2) destrucción de los humedales y 3) desaparición de la duna costera; los dos últimos debidos a la invasiva infraestructura turística. Los tres problemas inciden en el deterioro progresivo de la calidad del agua en la costa, lo que, a su vez, incide en el deterioro de la salud del sistema arrecifal.

Los sistemas ecológicos del municipio, como del resto de la costa del estado, están gravemente amenazados. Por ello, resulta fundamental que en los criterios de planeación del desarrollo se incorporen seria y decididamente criterios ambientales y que, además de asegurar la instrumentación de las leyes ambientales, se impulse otra visión del desarrollo. No es posible seguir creciendo a este ritmo y bajo este modelo ya que su costo ambiental y social es insostenible y sólo conducirá a la degradación del destino y al colapso de la principal actividad económica del municipio.

La causa de fondo de la problemática ambiental: un modelo de desarrollo depredador, cortoplacista, desordenado, acelerado y alejado de los principios de la sostenibilidad. Por ello, mientras este modelo esté vigente, la ecuación perversa del desarrollo se manifestará de manera inexorable: + cuartos de hotel = + depredación ambiental y + inequidad social.

Esto significa, claramente, que cada nuevo emprendimiento, cada nuevo negocio, cada nuevo cuarto hotelero contribuye, bajo el modelo dominante, a más devastación ambiental y más desigualdad social. ¿Es que a esto se le puede llamar “desarrollo”?

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