Pocos, muy pocos reporteros estuvieron en un salón del hotel del centro de Cancún, cuando Carlos Joaquín anunciaba su triunfo en la elección de gobernador. La mayoría de los comunicadores daba cobertura al ‘festejo’ del “felixista” Mauricio Góngora, hoy preso por corrupción.
Ayer fue el segundo aniversario de aquella jornada del 5 de junio de 2016, en la que no solo el PRI perdió la gubernatura tras una hegemonía histórica en el estado, sino que se cortó la posibilidad de la continuidad de un grupo de político, que entre la frivolidad y la desmesura, no tuvo mayor fin que inescrupulosamente saquear al estado.
Pero pocos se acordaron de esta fecha. En esta desmemoria, destaca que ni el PAN ni el PRD, que fueron actores principales, tuvieran algún gesto frente este aniversario, que debería de anclarse como uno de los principales referentes de la accidentada transición a la democracia del estado.
Al parecer la transición se ha quedado sin identidad, en medio de una coyuntura complicada, en particular por la inseguridad y la violencia.
No solo se estaría desvaneciendo el recuerdo del 5 de junio de 2016, sino hasta los dramáticos motivos que dieron cause al llamado ‘cambio’.
