CANCÚN, MX.- Sin piernas, ni brazos, un joven de 28 años vino a Cancún a replicar el mensaje que ha difundido por 40 países del mundo.
Invitado por otros jóvenes, llegó para intentar demostrarles que no hay límite para los sueños.
Con un cuerpo carente de extremidades, quiso explicarles que todo ser humano es perfecto, tal cual es.
Víctima del bullying, llamó a reflexionar sobre la “mutilación emocional” que produce en la niñez dicho fenómeno, el cual -aseguró- es más fácil de erradicar que el hambre, la pobreza o la violencia, si se fomenta el amor y el respeto.
Estuvo aquí también para convencerles de que cada mujer y hombre es instrumento de un plan enorme que, una vez descubierto, permite comprender el sentido de la vida y ayuda a encontrar la paz, que no es dada por el éxito ni el dinero.
Autodefinido como “predicador” y no como héroe, narró que el camino para descubrir su propia misión, lo encontró mediante la fe que profesa, regalo que ha sido su mayor fortaleza.
Sobre su vida
Horas antes de presentarse -esencialmente- ante estudiantes, quienes acudieron a escucharle en el Centro de Convenciones, movidos por la lectura de su libro “Una vida sin límites” o por el cortometraje “El Circo de las Mariposas”, ese joven nacido en Australia ofreció una conferencia de prensa a manera de introducción, sobre su presencia en Cancún, ayer al mediodía.
Ante la prensa explicó que fue el primero de tres hermanos y que nació “así” -cabeza y tronco- sin que hubiera explicación médica de por medio, razón por la que sus padres dudaron tener más hijos.
Narró que fue el primer niño discapacitado en asistir a la escuela; que a falta de manos adiestró su pie para escribir, y que es capaz de teclear 43 palabras por minuto.
Como estudiante fue presidente de alumnos en su salón, cursó la Preparatoria y, Contabilidad, en la Universidad.
De niño, víctima del bullying o “acoso escolar”, solía llegar a casa llorando, preguntándose por qué le había tocado lidiar con diferencias físicas que le complicaban movilidad y le generaban burlas.
El amor y respaldo que obtuvo de sus padres fue su vacuna fundamental, lo mismo que su fe.
“Por eso yo digo que hay que agradecer a Dios lo que sí tienes, en lugar de cuestionar lo que te falta”, expresó, asistido por un joven traductor, el cual prosiguió, citándolo “pensé que no tendría trabajo ni una buena vida (…) A los 10 años quise matarme”.
Evidentemente, falló. Luego abandonó la idea de quitarse la vida porque no deseaba marcar a sus padres con tamaño dolor.
Después, en algún punto de su vida, ya con 15 años, comprendió que tenía “el poder de cambiar los obstáculos por oportunidades y las fallas, por aprendizaje”.
“Sé lo que implica intentar abandonar la vida que hoy gozo (…) lo que puedo decirles es que siempre hay esperanza, hasta el momento en que te rindes”, se le escuchó.
A los 19 años ofreció su primer plática en público; ahí se dio cuenta del poder de sus palabras y la reacción que provocaba en la audiencia.
En sus charlas persigue que los jóvenes reflexionen en que el dinero, el sexo, el alcohol y las drogas, son placeres o evasiones temporales “que nunca satisfacen al alma, ni atraen la paz”.
Carencias emocionales, peores que las físicas
Consciente de que goza del milagro de la vida, ha entendido que puede representar el milagro en la vida de otros y eso lo impulsa a cumplir la misión de la cual se ha apropiado.
“No tengo brazos ni piernas, pero Dios usa mi vida como parte de un plan enorme. Si esa es la forma, la acepto.
“Yo tengo el milagro que él me dio, ahora yo puedo ser el milagro en la vida de alguien más. Si tan sólo una persona no se rinde, nada de esto es en vano”, expresó.
Al escuchar las preguntas que se le formulan, mira fijo, directo. Responde que a los jóvenes de clase acomodada, que viven con privilegios, en cuya mesa jamás falta el pan, que están completos y tuvieron para pagar 600 pesos para verle, les diría que “una ruptura familiar, es peor que no tener brazos” y que “el dolor de la soledad no se acaba con dinero ni drogas”.
A los otros jóvenes que no podrán escucharle, porque sus carencias económicas y de toda oportunidad, les impide solventar el gasto que implica verle, les expresaría que la riqueza no es material y que “el gozo no es de este mundo”, sino el ascender a un plano distinto que en algunas religiones llaman “el reino”.
Anunció que pensando en esos jóvenes de escasos recursos, es que eventualmente el esquema de sus conferencias cambiará y se harán a través de la red o el material se difundirá por esa vía. Sus conferencias entonces “serán gratis”.
También habló de la responsabilidad de los medios de comunicación y enfatizó que, a los 13 años, un artículo que leyó en la prensa, le cambió la vida para bien.
“Hay muchas personas llenas de buenas historias, que merecen ser contadas. Habría que plantearse de qué forma positiva pueden influenciar a sus lectores”, dijo.
Y eso es justamente Nick Vujicic. Un personaje que más allá de la mercadotecnia que le rodea, posee una historia que inspira a muchos, que conmueve a otros, que confronta a algunos más.
Nick es también un ser humano que encontró parte de la clave: “Saber quién eres, saber qué quieres y saber para dónde vas”.
Vujicic, incompleto físicamente, pero entero y pleno espiritualmente, es además, quien invita a otros descubrirse en un espejo “perfectos, en la forma en que son”. Es el que invita a no rendirse. (Fuente: El Periódico/Fotos: Reflex AF)