CANCÚN, MX.- A miles de kilómetros de distancia, en pleno corazón de Estados Unidos, dos torres se desplomaban y, con ellas, Cancún se precipitaba en una caída libre de la que le ha sido difícil recuperarse en estos 10 años.


La mañana del 11 de septiembre de 2001 dos aviones se estrellaron en los emblemáticos edificios del World Trade Center en el Bajo Manhattan, un tercero impactó al centro estratégico del Pentágono y uno más se estrelló en Pensilvania fallando en su intento de alcanzar, al parecer, el Capitolio de Washington.
Después de este atentado terrorista, el mundo ya no sería el mismo y esta predicción se cumplió en Cancún, que de pronto vio como cayó la efervescencia turística, afectando la hotelería y economía del estado y el país.
Los estadunidenses, el principal mercado para este destino, aún en shock, prefirieron quedarse en su país y salir lo menos posible de sus fronteras, al menos en los cinco meses siguientes al ataque terrorista.
Situación que fue cambiando poco a poco para fortuna de Cancún, aunque los niveles de turistas de esa nación ya no volvieron a ser los mismos.
En esto precisamente coinciden el gerente general de Grupo Cancún, corporativo de los hoteles Ovni y Marriot, César Vara Rivera, y el subsecretario de Innovación y Calidad de la Secretaría de Turismo en el estado, Francisco Armand Pimentel.
Vara Rivera reconoce que estos sucesos ocurridos en un día como hoy -11 de septiembre- pero de 2001, afectaron no sólo al estado, sino a la economía y al turismo mundial, pues al momento que se cierra la frontera de Estados Unidos por temor y por seguridad, sobreviene una recesión.
Desde ese entonces ha habido una notable recuperación del sector, pero no ha sido en el nivel deseado, y no sólo por lo que ocurrió en Estados Unidos que vino agravar las secuelas de eventos naturales ocurridos con anterioridad o los que se dieron en lo sucesivo y representaron un parteaguas.
Años antes de 2001, el Caribe Mexicano había enfrentado los estragos del huracán Gilberto, que fue uno de los primeros golpes a este destino turístico con ocupaciones y tarifas promedios altas, con visitantes de alto nivel adquisitivo.
Las recaídas prosiguen con Wilma en 2005 y empeoran con la crisis económica de Estados Unidos, y se agravan en 2009 con la alerta sanitaria por la influenza en el país.
A lo largo de la última década la oferta hotelera ha ido aumentando en Cancún y Riviera Maya y con ello la competencia, y sigue siendo una industria pujante, pero no se logran alcanzar las cifras idóneas ni los visitantes que antes tenía, insistió el empresario.
Cancún es un lugar bellísimo, con una ubicación geográfica y una infraestructura vasta, lo que ha contribuido a recuperarse, pero el turismo norteamericano, la mayor parte de EU, aún no alcanza los mismos niveles.
Menos en esta época en la que la crisis económica de su país los obliga a tener cautela, sobre todo con un índice de desempleo de nueve por ciento, refiere el gerente de Grupo Cancún.
A su vez, Armand Pimentel prefiere enfocarse a los cambios positivos a los que obligó el ataque a las Torres Gemelas, y que tuvo que ver precisamente en el cambio de los protocolos de seguridad y manejo de los turistas nacionales y extranjeros.
A los cinco meses de los hechos del 11 de septiembre el flujo de turistas y obviamente la ocupación hotelera se redujo drásticamente, aunque, según sus palabras, no pegó muy duro porque coincidió con la temporada de noviembre de 2001 y abril de 2002.
“Fue un impacto leve del cinco por ciento, y más que cancelaciones hubo cambios de fecha de arribos, los movían entre seis y siete meses después”, refirió al referirse a la repercusión inmediata que luego se habría de intensificar.
Para esos años el turismo estadounidense, destacó, representaba 85 por ciento de los visitantes, y hoy solo representa el 69 por ciento, sin embargo, Cancún y la Riviera Maya siguieron adelante y en franco crecimiento pues se abrieron nuevos segmentos de mercado a Europa y Sudamérica, relató Pimentel. (Fuente: Notimex)

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