CANCÚN, MX.- Las lecciones que dejó a su paso el huracán Wilma, que hace seis años tocó tierras quintanarroenses con categoría cinco y vientos mayores a los 250 kilómetros por hora, se mantienen frescas en la memoria de algunos, han desaparecido en la de otros o se han ido traduciendo en modificaciones para prevenir y actuar ante el embate futuro de un fenómeno meteorológico.
CANCÚN, MX.- Hace ya 6 años que el huracán Wilma causó la muerte de manera directa de 23 personas tras su paso por Haití, Bahamas, Cuba, Jamaica, México y los Estados Unidos.
El meteoro tocó tierras quintanarroenses el 21 de octubre del 2005, como huracán Categoría 4 con vientos superiores a los 200 kilómetros por hora donde destrozó todo lo que encontró a su paso.
El ojo del huracán pasó primero sobre la isla de Cozumel antes de tener su primer contacto “oficial” cerca de Playa del Carmen.
Algunas partes de la entidad experimentaron la calma en el ojo de Wilma por varias horas, con cielos azules y algunos momentos soleados, pero los daños serían devastadores, para gran parte de la zona Norte del Estado.
Diversas zonas de la Península de Yucatán tuvieron vientos huracanados por más de 63 horas consecutivas, debido a que un frente frío no permitía que Wilma avanzara y estuvo “estacionado” sobre Cancún, causando destrucción de proporciones épicas, sobre todo en la zona hotelera, que lució fantasmal durante varias semanas.
El hoy director de Bomberos en Cancún, Enrique Alejandro Alcocer Novelo, quien en ese entonces formaba parte del Cuerpo de Bomberos en el poblado de Leona Vicario, recuerda cómo evacuaron a 30 familias de una escuela que se estaba inundando.
“Llegamos a un refugio en una escuela de Leona Vicario, donde había unas 30 familias, nos tocó evacuarlos y llevarlos al Hospital General, ya que esa escuela se estaba llenando de agua, fue algo muy complicado porque estaba oscuro y mucho viento, pero afortunadamente logramos sacar a toda la gente, pues cerca había un cenote que ya se había rebosado, inundando completamente la escuela”.
Pero además recuerda como una persona de aquél poblado desesperada salió a buscar víveres durante la contingencia, y pereció en el intento.
“Se nos reportó una persona extraviada que quiso llegar hasta un trailer donde supuestamente había víveres y estuvimos en una búsqueda de aproximadamente 24 horas, pero cuando lo encontramos desgraciadamente ya había fallecido ahogado”.
Además de los daños, Wilma, puso al descubierto el rostro obscuro de una parte de los habitantes de Cancún, pues luego de casi tres días que duró el meteoro, la nota no eran los destrozos en la ciudad, sino las imágenes de miles de personas que saqueaban tiendas de autoservicio y plazas comerciales, pues en un contagio colectivo, gente de diversas clases sociales, uno que otro turista e incluso policías, fueron videograbados y fotografiados saliendo de las tiendas con televisores a cuestas, y hasta con refrigeradores o aires acondicionados.
En este sentido, el entonces comisionado de Seguridad Pública de Benito Juárez, Ricardo Adrián Samos Medina, mencionó que aquél huracán no solo fue un reflejó de la naturaleza, sino que además sacó rasgos de la propia naturaleza humana.
“No solo tuvimos el problema de la naturaleza, sino de la propia naturaleza humana, recordarás el desbordado pillaje que se desató en diversos puntos de la ciudad, generando un gran desconcierto social”.
A raíz de eso, el propio comisionado sugirió que se realizara un estudio antropológico social, para estudiar el comportamiento de la gente en situaciones como esa, pero nunca se hizo.
También recordó como en uno de sus recorridos y en medio de la contingencia y en cierto punto de la ciudad, apoyaban a una pareja cuya mujer estaba a punto de dar a luz, mientras en otro punto, el techo de su cuartel general se desplomaba.
“Incluso estando en el cuartel se desplomaba en pedazos los techos del edificio, y aún así se tenía que trabajar”
Pero el problema se agravaba y la fuerza pública se tenía que diversificar y hacer gala de su imaginación para no dejar de recorrer la ciudad, pues había escasez de combustible.
“Nos quedamos sin combustible y nos la teníamos que ingeniar, recuerdo que se dispuso ir al corralón y tomar gasolina de los carros que se encontraban, porque no había forma de llenar las patrullas para seguir dando el servicio”.
El huracán, Wilma, fue el más intenso registrado en el Atlántico y el décimo ciclón tropical más poderoso registrado en todo el mundo, con la presión más baja reportada en el hemisferio occidental, un récord que ostentaba el huracán, Gilberto.
Incluso este huracán provocó que los parámetros de Protección Civil en la entidad crecieran y ahora las autoridades están preparadas para una contingencia de hasta 120 horas, esa es la gran lección que dejó Wilma, asegura el coordinador de Protección Civil en la Zona Norte, Guillermo Morales.
“La gran lección de Wilma fue que nos mostró que nunca estamos totalmente preparados, porque para Wilma nos preparamos, no fue la misma situación que en “Gilberto”, hubo una serie de acciones para la seguridad de las personas, sin embargo nos preparamos para 12 a 15 horas, nunca pensamos que Wilma se iba a estacionar 63 horas sobre nosotros, entonces a partir de esa fecha, los parámetros de prevención crecieron a120 horas”.
Menciona que es importante mantener estas experiencias en la memoria para no repetir los errores cometidos anteriormente, sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de fenómenos, no tienen palabra de honor.
“Pedirle a la gente que mantenga en la memoria este tipo de cosas, mucha gente dice, ya vino el frío, ya no va a haber huracanes, quisiera que tengamos presente que la temporada va del 1 de junio al 30 de noviembre y a veces más, en el 2005 el último huracán se formó el 31 de diciembre y terminó el 6 de enero, se acabaron las letras del abecedario entonces hay que tener todo eso en cuenta para no repetir los errores que hayamos cometido antes”.
Wilma fue el primer huracán de la historia en recibir un nombre comenzando con la letra “W” desde la denominación alfabética que comenzó en 1950; pero el nombre de “Wilma” fue retirado en la primavera del 2006, y fue sustituido por “Whitney” para la temporada de huracanes del 2011.
El huracán, Wilma, quedó atrás, pero los quintanarroenses jamás olvidarán ese poderoso meteoro que sin lugar a dudas, obligó a ciudadanos y autoridades a replantear las medidas de prevención para contingencias de esa magnitud. (Fuente. Enfoque Radio)
Sobre el tema y al cumplirse el sexto aniversario del golpe asestado por el huracán más poderoso que se recuerde en el Atlántico, EL PERIÓDICO entrevistó a funcionarios ligados a la planeación, el Desarrollo Urbano y la Ecología, así como a representantes de la ciudadanía organizada.
Los entrevistados coincidieron en destacar dos lecciones fundamentales que hablan de los clarososcuros que presentan el alma y actuación de la población, particularmente, de Cancún, ante un suceso trágico que fue convertido en oportunidad.
La luz de la solidaridad ante un común denominador: Una ciudad semidestruida, los recursos naturales lastimados, las playas deshechas, las fuentes de empleo al filo y la urgencia de restablecer los servicios de una ciudad que vive de servir.
“Destacaría en el aspecto social- humano, que si bien Cancún es una ciudad llena de migrantes, en la que son nuestros hijos los que están construyendo el arraigo del futuro, ante este tipo de eventos y con Wilma, particularmente, la unión sobresalió para levantar nuestra ciudad.
“Los vecinos que nunca se hablaron, las familias, la ciudadanía, el gobierno, trabajaron conjuntamente para sacar adelante el destino”, expresó el secretario de Desarrollo Urbano del ayuntamiento de Benito Juárez, Humberto Aguilera.
El vandalismo…
Pero también aparecieron las sombras de la rapiña, del despojo y la violencia detonada, en menor caso, por la necesidad ante el temor del futuro desabasto de víveres; y en el peor, por un fenómeno conductual que nunca se estudió a fondo, pero que llevó a centenas de habitantes de clase media y alta, a asaltar -literalmente- tiendas de autoservicio en donde el botín fueron pantallas de plasma, lavadoras, reproductores de discos compactos, muebles y artículos de lujo.
“Hay un sentimiento de dualidad sobre lo que ocurrió hace seis años. Por un lado la enorme enseñanza de que sí podemos; la lección de que organizados y unidos podemos levantar la ciudad no de las cenizas, pero sí del agua.
“Y por otro lado, la rapiña. Lamentablemente una parte de la población se aprovechó de la situación”, indica la directora de Ecología, Graciela Saldaña Fraire.
Ambos, destacan el acierto en la inmediata organización de la población, la unión para defenderse entre familias y vecinos, distanciados por horarios de trabajo -en el primer caso- y por la falta de arraigo que supone el formar parte de una sociedad integrada por migrantes, en el segundo.
La reacción ciudadana…
Saldaña Fraire subraya que la gran enseñanza es la participación ciudadana, la reacción inmediata de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), del Ejército Mexicano, para auxiliar a la población.
“Creo que hay dos hechos en la historia de México que dejan muy en claro que ante el peligro y en situaciones de desastre, sí hay una respuesta inmediata de ver cómo se ayuda y cómo nos cuidamos unos a otros; cómo nos solidarizamos y protegemos, incluso a los animales”, sostuvo.
“Pasado el huracán, surgió la pillería, la delincuencia, pero todos los habitantes, a todos los niveles tratamos de defender nuestros bienes, familia y seguridad”, recuerda Humberto Aguilera, con respecto a que hubo zonas de la ciudad en donde los vecinos se agruparon alrededor de fogatas para vigilar los vecindarios, amenazados por vándalos que en algunos casos aprovecharon la ausencia de energía eléctrica para saquear también los domicilios.
Wilma, entre los 10 más costosos del Atlántico…
Wilma es considerado el huracán más intenso registrado en el Atlántico y el décimo ciclón tropical de mayor magnitud documentado en todo el mundo.
Entrada la madrugada del 21 de octubre del 2005, Wilma tocó tierra en la península de Yucatán. El llamado “ojo” se situó primero sobre la isla de Cozumel, afectando a Playa del Carmen y por supuesto, a Cancún.
Se mantuvo en territorio estatal durante 60 horas, llevándose la arena de las playas, socavando cimientos de hoteles, arrancando árboles de raíz, doblando gruesos postes de luz y destruyendo casas y centros de hospedaje, antes de desplazarse hacia otras latitudes ya con categoría 2.
En conjunto, generó gastos entre 18 y 22 mil millones de dólares, lo que lo posiciona entre los 10 huracanes más costosos del Atlántico y en el quinto para Estados Unidos, detrás de Katrina, Andrew, Charley e Iván.
El impacto económico de Wilma fue uno de los mayores en la historia de México, por detrás del huracán Pauline. Provocó pérdidas por 7.5 billones de dólares y afectó principalmente al sector Turismo.
Memoria perdida o lección no aprendida…
Lo que quedó claro después del impacto de Wilma, fue, entre otras cosas, que haber construido sobre las dunas costeras, eliminando la vegetación nativa como plantas nativas y manglares, desprotegió a la costa de defensa ante el viento y el golpe del oleaje y la marea.
El agua simplemente buscó su cauce y se encontró con hoteles cuyos cimientos se deslavaron lo mismo que la blanca arena que, pese a dos millonarias inversiones para rehabilitar la playa, no se iguala a la que dio fama a este centro vacacional.
Autoridades advirtieron que no se permitirían más edificaciones que replicaran el error; empresarios aseguraron que no promoverían desarrollos de este tipo. Ambos perdieron la memoria o mintieron, porque sucede aún.
A seis años del impacto del huracán Wilma, los reglamentos de Construcción no han variado notablemente, reconoció el secretario de Desarrollo Urbano; la zona turística sigue sobredensificándose y el gobierno municipal insiste en impulsar el crecimiento vertical no sólo de la zona hotelera, sino de la ciudad.
“Respecto a lo urbano, la verdad es que los reglamentos se han conservado, siguen siendo los mismos. Es importante señalar que la altura de los edificios, los metros cuadrados de construcción, no representa un gran riesgo, pues la seguridad no va por ahí, mas bien está en el sistema constructivo: Los procedimientos, los materiales, que sí están avanzados, conforme al conocimiento de ingenieros y arquitectos”, dijo.
El funcionario afirma que crecer a lo alto y las nimias variaciones hechas a los reglamentos, no ejercen una diferencia; no así, subraya que lo que cambió fueron los sistemas de construcción y el uso de materiales, como parte de las medidas de prevención ante futuros meteoros.
Se puede dar el crecimiento hacia arriba porque hay gente capacitada en el diseño de estructuras para equilibrar y sostener edificaciones de varios niveles. Aquí el llamado es a la conciencia de los constructores, de los desarrolladores, en cuanto a no abaratar los materiales”, indicó.
Cambio Climático y actualización de la planeación…
Mas allá de la polémica que supone crecer hacia arriba en una zona en donde el embate de huracanes irá creciendo, la directora de Ecología enfatiza sobre la oportunidad que representa la actualización de dos instrumentos fundamentales en la planeación de Cancún.
Se trata del Programa de Desarrollo Urbano y del Programa de Ordenamiento Ecológico Local (Poel) del municipio, cuya actualización y creación cobró vigencia en el verano del 2005, meses antes del impacto del huracán.
Seis años después, la renovación de ambos se repite, pero con la experiencia de los efectos de un huracán de ese tipo y la probada información sobre los peligros del cambio climático y las medidas de mitigación y adaptación ante el fenómeno.
“Pareciera que la memoria se va perdiendo, pero hay que ver a futuro, redoblar esfuerzos. A partir de estos hechos se abre un parteaguas y hoy tenemos la oportunidad de corregir el rumbo. Cancún no se puede quedar como hace 34 años, es el destino más importante y el que genera más divisas, así que debemos tener apertura, pero buscar el justo medio.
“Todos estos aspectos se están tomando en cuenta en la actualización de ambos instrumentos a petición de varias universidades, entre ellas la Universidad del Caribe y La Salle. También el director de Ordenamiento Ecológico de Semarnat, nos pidió que el estudio que hacemos tuviera proyección a más de 10 años”, expresó.
Persiste la inconciencia…
Sin embargo, activistas ambientales destacan que se insiste en construir sobre las dunas, se levantan edificaciones de grandes alturas y muchos cuartos, en zonas frágiles.
Sucede en Cancún, en donde se desarrollan actualmente dos enormes proyectos hoteleros, uno de ellos, el cuarto centro de hospedaje de la firma Riu, con 600 habitaciones y más de 12 niveles.
En puerta existen varios proyectos aprobados y otros que se insiste en construir, con mayores densidades a las que se permite actualmente, por lo que la misma autoridad federal presiona para obtener del municipio, cambios de uso de suelo, como sucede con el proyecto Bi & Di, impulsado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur).
Alejandra Serrano, coordinador regional del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) habla de casos más graves, como el de Holbox, en donde existe una fuerte presión para construir proyectos turísticos que añadirían tres mil cuartos en una isla con dos mil 500 habitantes, en la que además se carece de asesoría para edificar con criterios de mitigación ante el cambio climático.
“Me preocupa que en cuestiones ambientales no se aprendió mucho con Wilma. A seis años se carece de un plan de inversión, tampoco se tiene un modelo de desarrollo que mitigue o evite los impactos que generan los huracanes.
“Las construcciones, la mayoría, se siguen exponiendo a las alturas, a la presión sobre la duna. Hay dos proyectos que preocupa el impacto que van a generar con la modificación de los vientos. Uno de ellos es el Riu, cuyo tamaño es impresionante”, declaró.
Para la activista el tema de la solidaridad va más allá de la unión experimentada al momento de la tragedia.
“Se es solidario también con el destino, al momento en que se decide si se sobredensifica un proyecto o no, si se autoriza un proyecto que pone en peligro los ecosistemas que protegen a las costas y por tanto, a la población”, resaltó, para luego añadir que falta mayor reflexión y mayores acciones para crear un política de costas y diseñar un plan de acción ante el aumento del nivel medio del mar que, a causa del cambio climático, obligará a millones de personas a desplazarse de las costas, tierra adentro.
Por pasos…
Eduardo Ortz Jasso, afirma que a partir de aquella experiencia, se intenta traducir las lecciones en modificaciones a instrumentos ambientales y urbanos, lo cual es apenas el primer paso.
“A seis años se tiene más clara la ubicación de zonas con riesgos ambientales y urbanos, para proponer medidas de prevención sólida desde la planeación en zonas inundables y de riesgos, por ejemplo. Estamos identificando zonas de desagues naturales, de inundación, de bocas de tormenta.
“Buscamos que se plasmen restricciones para construir sobre la duna y que se incluyan medidas de mitigación ante el cambio climático como la elevación del nivel del mar y de las temperaturas”, dijo.
Acepta que el gran pendiente es la toma de conciencia al momento de la aplicación de los instrumentos de papel. Que no se modifiquen mediante “cabildazos”, que no se aprueben cambios de uso del suelo al vapor y que se evite rellenar manglares y contaminar mantos freáticos.
“Trabajamos en la solidez de los instrumentos de planeación, pero falta otro trecho. El primer paso es perfeccionar lo que hay, mejorarlo. La aplicación es la gran deuda”, concluye. (Fuente: El Periódico)