Si en algo se ha esmerado Roberto Borge, es en presentar una imagen de malo.
Quizá por su corta edad y, obviamente, breve carrera política, “Beto” ha tenido como prioridad que no venga cualquiera a faltarle el respeto.
Y si alguien sí ha funcionado en el gabinete, es el secretario de Gobierno, Luis González Flores, que ha cumplido con la encomienda de someter a propios y extraños.
De entrada, sometió a casi todos los alcaldes de oposición del estado, y hasta a los “neo joaquinistas”, y puso a bailar a su son a todos los diputados del PAN y la mayoría del PRD.
También metió al redil a los taxistas de Cancún, al imponer en planilla de “unidad” al integrante del grupo “Coco Beach”, Heidelberg Oilver Fabro, como líder del sindicato “Andrés Quintana Roo”.
Por si fuera poco, fueron cumplidas las ordenes de Enrique Peña Nieto, y fue apagada la rebelión, en contra de la nominación de Jorge Emilio González “El Niño Verde” a Senador de mayoría.
De la mano de González Flores, “Beto” se posiciona como el “chico malo”.
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