Sin lugar a dudas, el Alcalde de Cancún, Julián Ricalde está infiltrado por sus peores enemigos.
Y es que vaya manera de dilapidar su capital político, con el llamado Carnaval de Cancún.
Esta festividad terminó ahorcando la ciudad, no solo al centro, si no hasta la zona hotelera.
La afectación ha sido de proporciones caóticas solo porque alguien le dijo al Alcalde que había que “rescatar” el Carnaval y le propusieron el centro de la ciudad.
Pero, el efecto fue contraproducente y es mayor la molestia que la alegría, por el carnaval amarillo.
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