Por Rodrigo de la Serna
I
El viernes 30 de noviembre de 2012 se llevó a cabo un encuentro promovido por la sociedad civil; se celebró en la Universidad del Caribe en Cancún. Su finalidad fue reconocer las diversas dimensiones del proyecto llamado Dragon-Mart, que ha causado una grave inquietud en la comunidad al norte de Quintana Roo. Ese día se supo, quién sabe si casualmente, que uno de los principales errores en el negocio, la terminal de combustibles en Puerto Morelos, no fue autorizada, esta vez, por la SEMARNAT.
El foro reunió a expertos en medio ambiente, urbanismo, economía, turismo y temas sociales; sus ponencias ilustraron la problemática situación para la ciudadanía regional. Se contó con una inusitada asistencia, que incluyó a autoridades municipales, santones turisteros y medios de comunicación –usualmente poco presentes en foros comunitarios o socio-ambientales. Otro objetivo era informar y difundir con objetividad la naturaleza de semejante asunto; ahora, en el frente interno, ya se trabaja en propuestas concretas.
La inquietud ha sido encauzada en otras áreas; 25 (veinticinco) cámaras industriales de todo México, Quintana Roo incluido, han presentado una queja formal en la Secretaría de Economía: se acusa a China de prácticas desleales de comercio al subsidiar indebidamente a sus sectores de ropa, textiles y acero, entre otros. Lo que se convertirá en una demanda ante la OMC (Organización Mundial de Comercio); esta situación muestra que en el frente externo al menos habrá debate, el comercio mexicano en su conjunto rechaza la imposición. Y uno recuerda que a otros también se les puede señalar de lo mismo sobre ciertos tratados de libre comercio leonino.
Respecto a las autoridades locales, el ayuntamiento de Benito Juárez no ha recibido hasta hoy ninguna solicitud de permiso, como aseveró J. Ricalde, alcalde de la ciudad de Cancún. A lo que añadió, después de cuatro horas de ponencias y discusión, que su administración no apoyará el Dragon-Mart. Si estas autoridades se suman con coherencia al cada vez más creciente desacuerdo, entonces la ciudadanía sabrá que otra parte importante de la sociedad, el gobierno local, se ha unido a la acción civil. Lo cual es un punto a favor; si la adhesión tiene otras derivaciones o intenciones, con el tiempo se verán. Personalmente, estimo que es un buen comienzo ante la dimensión del corporativo al que se cuestiona.
Este foro fue un inicio. Quizá el primer diente que se le quita al dragón de papel que quiere, con la ayuda de ciertos personajes locales, asentarse en el Caribe Maya Mexicano. Vale saber que, si es necesario, llegará el momento de señalar jurídicamente a los responsables de autorizar toda esta fallida intención.
II
Por otra parte, a medida que se analiza este proyecto, mientras se conocen más documentos, estudios, videos y comentarios, también va comprobándose la unilateral visión del negocio: un negocio. Lo demás alrededor es secundario; quisiera no decir desechable. En términos esquemáticos, a la empresa le importa lo que pase en su interior: el radio de acción del portafolio de negocios, el mínimo riesgo de inversión, buenos dividendos, la perdurabilidad del producto en exposición, etcétera, números de dominio público. Lo que suceda en el entorno fuera de los muros del gran hotel, perdón: del Dragon-Mart, no es de su incumbencia. Y en parte tienen razón; se supone que eso, mantener el justo equilibrio socio-ambiental, corresponde a la empresa que hoy se llama gobierno. Ahí donde arriban los impuestos que pagamos.
Sin embargo, desde 1901 Quintana Roo ha crecido con una peculiar visión gubernamental en políticas productivas, comerciales, demográficas, ambientales, urbanas, educativas… Hechos que hasta hoy se fraguan primero en grandes ciudades (oh, los planes maestros) y luego vienen a probarse aquí; así se hizo a fines de los años 60, cuando de la noche a la mañana se impuso el modelo macroeconómico Turismo y de un plumazo se omitió la actividad productiva en pesca, cultivos, textiles, artesanía, comercio interno, intercambio, entre otras. Si hoy se quiere trastocar el modelo turístico comenzando a gran escala con el Dragon-Mart, se debe a que tal actividad se muestra débil y agotada; esta unilateral vida económica, como Acapulco, aguantó 40 años y ya la rebasan las necesidades, cuesta cada vez más dotar de servicios y empleo a tanta población. ¿Sirve quejarse sobre las desventajas del concepto “todo incluido” veinte años después?
Es tiempo de que esa otra relevante parte de la sociedad, el turismo, se integre a economías más ágiles, que se diversifique, que entienda y se una a otra creciente demanda comunitaria: producir alimentos, plantas nativas, sistemas de permacultura, artesanía, arte y et al. Es momento de fomentar una educación aparte de servicios para sol y playa; podemos generar profesionistas de calidad (médicos, agrónomos, científicos, humanistas, técnicos, artistas), necesarios para una comunidad de millones que vive en Quintana Roo. A la vez, es preferible mantener esta actividad, la turística, también por una razón objetiva: es más accesible (por sentido común) sumar al turista a consumir una producción local y disfrutar de un medio ambiente bello y grato, a volverse un embarcadero de cargueros y vida de muelle al por mayor. Ellos le llaman un punto para exposición de productos; aquí se les llama maquiladora, comercio desleal, puñalada trapera. ¿Quieres cambiar de la noche a la mañana tu forma de vivir? Escucha la sabiduría que suena en todas partes: ¿Te atreves al cambio? ¿Aceptas el reto? ¿Te adaptarás o serás otro loser?
Otro desliz subjetivo: ¿Por qué todos debemos competir en vez de poder intercambiar? Conozco a muchos en el sur, al centro, al norte y en las islas de mi tierra, el Planeta, que no tienen problema en que su industria micro, su negocio micro, su economía micro, les dé para vivir en paz. La meta no es ni sobrevivir ni hacerse millonario, sólo ser y estar en paz. Aparte de ellos sé que hay miles con la misma inquietud: ¿por qué se le limita a una persona a que trabaje en servicios si podría identificarse mejor con el campo? Sembrar, cultivar, crianza de animales, no son actos desconocidos para oriundos de Tabasco, Chiapas, Yucatán, Veracruz, Guerrero… sitios de donde proviene el 90% de la migración a Quintana Roo. Pero claro, ¿quién quiere trabajar el campo si “pagan mejor” en las ciudades? El Dragon-Mart es prueba de ello: empleo fijo, más o menos seguro pero sin ninguna clase de seguro, pagando miserias pero de eso a nada, o temporadas bajas de nueve meses, la opción atraerá a los dos o tres mil connacionales que a diario salen a buscar dónde trabajar. ¿Quién pagará mejor a los empleados de áreas públicas: el Dragon-Mart o la cadena Oasis? ¿Cómo andarán los sueldos para empezar en el narco y la extorsión?
Un argumento que los inversionistas chinos aducen a su favor: los 150 millones de dólares con que piensan arrancar su dragón es cantidad parecida al costo de un hotel Gran Turismo; y al estar exentos de pago de impuestos en los tres primeros años a partir de su apertura, el dragón obtendrá excelentes dividendos. ¡Que vivan las grandes utilidades!
III
Los servidores públicos están en el poder para que la sociedad tenga una mejor existencia. En tal sentido, el estado se entiende esencialmente como un regulador, como la observación y acción capacitada para obrar en consecuencia con la ciudadanía, para ejecutar. De ahí que el estado/gobierno sea el primero en enterarse de negocios como Dragon Mart –relación que parte desde el año 2000 según Samaniego Breach (ITAM, 2001). El estado debía enterarse de cómo se movía y se instalaba el Dragon-Mart desde entonces en Argentina, Perú, Kazajstán, y más recientemente en Dubái.
Más de una década después, de lo que uno se entera es de otra abrupta equivocación; otro peculiar negocio donde las altas esferas simplemente tuvieron tiempo para un vistazo a los números de más de nueve dígitos… y ahí van las autorizaciones. Por ejemplo, las que este año dieron luz verde al brutal desmonte y tala de más de 100 hectáreas en el predio “El Tucán”, y nadie sabe nadie supo. Ya llegará el momento de precisar jurídicamente en todo ello. Entretanto, a lo largo de 2012 surgió una inconformidad hacia tal proyecto, que fue de menor a mayor consistencia hasta concretizarse el pasado 30 noviembre como acción ciudadana en movimiento.
¿Por qué se ha dado semejante proceso? Por la verdad: de nuevo el estado ha optado por decisiones unilaterales, que, al exponerse a la opinión pública y a conocedores, se revelan como pifias, violan todas las normas ambientales. Ahora más de un millón de habitantes al norte de Quintana Roo saben que se ha terminado la era de la impostura y los patriarcas. Al agotarse la política unilateral del turismo y presentarse la coyuntura china, llegó la hora de diversificar la actividad económica dejando a un lado, en lo posible, a economistas y delfines al servicio de clanes en Cozumel o Chetumal. ¿Le gustaría a Fox en su Guanajuato o al señor González Canto en Chetumal, tener un Dragon-Mart? Allá ellos, pero el norte de Quintana Roo y el comercio mexicano lo rechazan.
IV
Reconozcamos un punto de partida, o una de las principales deficiencias en el proyecto Dragon-Mart, en este caso enunciado hace más de una década por el doctor Samaniego Breach;
“Hoy más que nunca, los planeadores urbanos deben tomar en cuenta los efectos económicos de los principales programas y acciones de política pública -en áreas como el uso del suelo, la construcción de infraestructura y la provisión de nuevos servicios- sobre la actividad económica, el empleo, los ingresos de los habitantes, los precios de los bienes y servicios, la capacidad fiscal de las ciudades y el nivel de contaminación del agua, el aire y el suelo, entre otras variables económicas. De no hacerlo, se corre el riesgo de proponer programas que, por falta de coherencia económica, tienen una vida muy corta y un costo social muy alto.” (en “LA ECONOMIA DE LAS GRANDES URBES MEXICANAS, ¿OPORTUNIDAD O APOCALIPSIS?, México a la hora del cambio”, CIDAC, 1995).
A juzgar por este recuento, en la mayoría de tales efectos los planeadores del Dragon-Mart acusan falta de coherencia económica –como ha sucedido con el turismo irresponsable. Lo revela el costo social que ya es muy alto en la región norte de Quintana Roo: sobrepoblación, delincuencia, suicidio, extorsión, alcoholismo. No obstante, la lógica de altas esferas ve todo esto a su favor: mano de obra dispuesta y barata, un empresariado dispuesto a probar otro portafolio de negocios en un mercado aún bien situado y comunicado, con la suficiente infraestructura como para arrancar el modelo de comercio China In – China Mex siglo XXI.
V
Cito al periodista N. Durán De la Sierra, cuyo reporte “El Dragon-Mart a juicio” ilustra otro ángulo del asunto:
“(…) para crecer la galería de rufianes que se hallan tras la citada Real State Dragon Mart —ya gozan del lujo el chino Zhen Li Ye Gon, aquel de copelas o cuello, y don Juan Carlos López Rodríguez, gerente de la empresa dizque mexicana y fino ex funcionario aduanero expulsado de Hacienda por corrupto—, se anota el nombre del destacado coyote Luis Salas Cacho. Según el analista financiero Alberto Barranco, el sujeto preside el Grupo Logistic (asesoría integral) y hasta hace poco era vicepresidente ejecutivo del Dragon Mart. Fue coordinador de las campañas políticas de Manuel Clouthier, de Diego Fernández de Ceballos y de Vicente Fox Quesada, además de ser socio del preclaro Manuel Bribiesca Sahagún. Era de esperar que el Gobierno federal se retrajera, pues el proyecto de instalar cerca de Puerto Morelos una colosal central de abastos chinos, a sólo unas quince millas náuticas de uno de los corredores de carga marítima más grandes del mundo, no iba a serle grato a los gringos, ellos sí celosos de proteger su comercio”. (en revista ‘estos días’, dic. 2012)
A su llegada a El Toboso, Don Quijote y su escudero se vieron en una situación particular (9, II); el caballero de la Triste Figura la epitomó con una célebre elocuencia: “Con la iglesia hemos dado, Sancho”. A estas alturas y de un tiempo a estos días sombríos, a nuestra llegada a la realidad hemos topado con el otro inevitable: los EUA; quién sabe qué órdenes han de girarse desde allá para aplicarse por acá, en esta casilla del tablero geopolítico global. Falta conocer los dictámenes del ITESM sobre el Dragon-Mart, tal vez ahí sepamos algo.
VI
Una de las sugerencias en el foro fue la de hacerse preguntas, analizar, investigar, enterarse a fondo, reflexionar, formarse hipótesis, probar, obtener resultados; si se falla intentar de nuevo. Y si se logran resultantes entonces asegurar que la propuesta es viable.
CONCLUSIÓN
La comunidad local, municipal, regional, estatal, maya y mexicana en Quintana Roo, está dispuesta a salvaguardar su vocación caribeña como reserva natural, como excelsa anfitriona, como cruce de caminos en mar y tierra, como destino alterno de la Humanidad y brazo caribeño de México, su rostro ante el mundo. Desde hace 3’000 años prevalece la discreta sabiduría maya para guiarnos… aun cuando haya quien insista en ningunearla y otros que preguntan con sorna dónde están los macewales en reuniones de blancos.
Ante el dragón, si es necesario, saldremos tod@s. Y créelo: para nada en plan masiosare…
Playa Sur
diciembre 2012