Por Roberto Ampuero
Embajador de Chile en México y escritor
Despierto frente al mar turquesa de la isla de Cozumel, en el Caribe mexicano. Aquí está el paisaje del paraíso con que tantos sueñan: cielo azul con algunas nubes teñidas de rosado, el rumor del oleaje acompasado, la arena, palmeras, una embarcación que navega con las velas desplegadas, la temperatura ideal. En unas horas asisto a la reunión de trabajo con Aurelio Joaquín, alcalde de Cozumel, nombre que significa “lugar de muchas golondrinas”. Cozumel, al igual que todo Quintana Roo, estado al que pertenece, es un espacio que asociamos en primer lugar con vacaciones, pero es, en gran medida, un espacio de grandes emprendedores.
Y esto por cuanto, basado en su historia maya y su capacidad para detectar oportunidades, ha sabido convertirse en imán de turistas y crear prosperidad.
Lo afirmo porque hace 40 años no existía Cancún como polo turístico. Sus inicios son propios de leyenda y vertiginosos como la fiebre del oro de California. Desde el aire, desde avionetas que sobrevolaban una región que era sólo mar, arena y selva inexpugnable, se trazaron las calles de Cancún y se crearon las condiciones para que inversionistas -grandes, medianos, pequeños- apostaran por sus sueños. Se trataba de llevar prosperidad a Quintana Roo y de integrarla a la modernidad y el mundo. Muchos detractores pensaron entonces que el sueño estaba destinado al fracaso, que ya el Caribe tenía demasiados destinos turísticos, que nadie vendría de Europa, Estados Unidos o el Asia a un lugar tan apartado y distante.
Pero la historia es de sobra conocida. El impacto de esta “invención” mexicana -en la que también participan chilenos- en estos 40 años es gigantesco en términos de inversiones, empleo, captación de recursos y lo concerniente a la imagen internacional de México. Cada vez que llego a Quintana Roo recuerdo que Cancún es una invención, un fruto de emprendedores respaldados por el Estado, algo que no existía hasta hace poco. Y la gran ventaja del Caribe mexicano es que, junto a playas y clima excepcional, cuenta con los formidables centros ceremoniales mayas, debidamente restaurados y conservados, y la influencia de su cultura.
Cozumel ha sido clave en el despegue de Quintana Roo. Situada frente a Playa del Carmen, rodeada de aguas translúcidas para el buceo, la isla supo convertirse en el principal puerto de cruceros del mundo. Puede aportar, supongo, rica experiencia a Valparaíso y otros puertos chilenos que captan cruceros. Aquí convendría estudiar las prácticas tarifarias, los servicios, la atención al turista y la infraestructura que permitieron a esta isla alcanzar ese sitial único. En 2013, Cozumel recibirá a la Esmeralda, el buque escuela que siempre despierta admiración y entusiasmo en puertos mexicanos. Aspiramos también a que en 2013 lleguen a la isla exhibiciones de artistas y muestras de productos de Chile. Lo logramos este año en Cancún, ciudad con la cual nuestro Consulado Honorario allí y ProChile organizaron una celebrada jornada cultural y una muestra de sabores de Chile.
Todo indica que en 2013 llegarán a la isla de las golondrinas obras artísticas, gastronomía, autoridades y marinos de Chile.
En rigor, Cancún y la costa maya del Caribe, gigantesco escenario natural y urbano que atrae a gran parte de los 23 millones de visitantes -75.000 de ellos chilenos- que llegan a México cada año, son una invención del espíritu emprendedor de unos visionarios.