Al igual que en Chiapas, en el estado de Quintana Roo hay pasquines editados por supuestos empresarios, al mando de pseudo periodistas que no son más que francotiradores de sus amos y que, en la mayoría de los casos, sirven a intereses oscuros de políticos y gente ligada al crimen organizado.

Esta vez se trata del panfleto llamado la Verdad de Quintana Roo, presunta propiedad del tabasqueño Carlos Canabal, un torvo sujeto que llegó a ser alcalde interino de Benito Juárez (Cancún) bajo las siglas del PRD.

Pues este bandido y sus mercenarios que le trabajan tuvieron la osadía, el cinismo de pretender denigrar a uno de los mejores reporteros de ese estado caribeño, un periodista cabal, honesto y con una trayectoria impecable. Me refiero al compañero y amigo Sergio Caballero quien, entre otras cosas, ha sido reportero del Diario de Yucatán y corresponsal del Grupo Reforma.

Canabal, un tipo que hace ver muy en mal a los tabasqueños, es un experto lavador de dinero de políticos corruptos y empresarios vinculados al narcotráfico. Y aún con esa reputación, se hace el digno y se erige como juzgador de periodistas auténticos y honestos, todo ello con el propósito de querer revivir políticamente.

Sergio Caballero es un periodista que no necesita defensores. Su reputación le basta y le sobra para hacer frente a cualquier infamia. Lo que más molesta es que cada vez son más los tipos como Canabal que se están inmiscuyendo en el oficio noble del periodismo. Allá en Quintana Roo, en el norte y centro del país… y en Chiapas, desde luego, donde desde hace un buen tiempo se han convertido en una plaga.

Ahora, por ejemplo a la mano, leemos en la mayoría (por no decir todos) de los medios impresos que se imprimen en territorio chiapaneco que Juan Sabines es el demonio y que el “güero” Velasco el nuevo Dios o salvador.

Así se las gastan. Los que hasta hace apenas unos meses veneraban a Sabines hoy lo someten al purgatorio.

El ex gobernador de Chiapas desde luego que nunca fue lo que dijeron en su momento sus aduladores: “el mejor gobernador de la historia”.

Es obvio que su sexenio fue de plena corrupción, que dejó más miserable a este su estado natal, que heredó una deuda impagable, que fue un represor de sus críticos, que hizo y deshizo con los mal llamados poderes Judicial y Legislativo.

¿Pero sus cómplices qué? Sí, esos empresarios y matones de la pluma que se hacen llamar periodistas. Pues ahí están, repitiendo la historia, mordiendo la mano que les dio de comer y lambiendo a más no poder la que ahora les da.

Vil cinismo de esos mercenarios que son tan o peor que sus jefes mafiosos. Y los presuntos dueños de esos pasquines, a lo suyo: a seguir succionando el erario público, a engordar sus cuentas en los bancos y seguir en lo que son y serán de siempre… unos bandidos.

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