Tras conocerse la renuncia de Benedicto XVI, en un día lluvioso en Roma, un rayo cayó sobre El Vaticano. La foto fue distribuida por la agencia EFE.

El experto español Eric Frattini asegura que escándalos e intrigas de poder lo llevaron a renunciar.

El periodista y escritor español Eric Frattini es uno de los vaticanistas más estudiosos y críticos sobre cómo funcionan los hilos de poder en la Iglesia Católica.

El año pasado publicó el libro ‘Los cuervos del Vaticano’, en el que analiza la encrucijada de Benedicto XVI a propósito de los llamados ‘vatileaks’: los documentos secretos de la Curia Romana filtrados por su mayordomo y hombre de confianza Paolo Gabriele.

Por eso puede afirmar, con toda seguridad, que no le sorprende la renuncia de Benedicto XVI. “Es una renuncia cantada”, le dijo Frattini a EL TIEMPO, al asegurar que la “falta de fuerzas” para seguir en su pontificado tienen que ver con dichos escándalos.

“El tema de ‘vatileaks’ lo agotó mucho. Pero quedó más devastado aún cuando se descubre que quien filtra la información es su mayordomo, el mismo que lo despertaba a las 5:00 de la mañana y que le ponía la pijama”, dice al asegurar que por eso tuvo que renunciar.

También influyó, según él, el manejo de los círculos de poder que mueven a la Santa Sede, especialmente las dos corrientes en las que están divididos los cardenales. Se refiere a aquellos formados en la línea vaticana diplomática, a la cabeza de Ángelo Sodano, último secretario de estado de Juan Pablo II y a los purpurados de corte religioso que siguen a Tarcisio Bertone, actual secretario de estado del Vaticano y designado camarlengo (encargado temporalmente de la Iglesia Católica).

“La guerra entre ellos es atroz, brutal, y ha provocado que el Papa descubra que no puede con esa maquinaria vaticana”, aseguró este experto al afirmar que todo en la Santa Sede se maneja con política.

“Tenemos que quitarnos la idea de que el Espíritu Santo les va a tocar la frente para que escojan al nuevo Papa. Esto es pura política y pura influencia”, sigue Frattini, quien asegura que a los cardenales se les permite hacer proselitismo entre sus pares hasta el comienzo del cónclave.

“Es normal que entre los cardenales hagan relaciones públicas y digan: ¿Por qué no me votas?”, puntualizó. (Fuente: El Tiempo)

Un cónclave de 120 cardenales elegirá al sucesor de Benedicto XVI

En el cónclave para la elección del Papa, que se celebrará probablemente entre quince y veinte días después del 28 de febrero, fecha de la renuncia de Benedicto XVI, participarán 120 cardenales del Colegio Cardenalicio vaticano.

El cónclave se reúne habitualmente en la Capilla Sixtina dentro del complejo vaticano y empieza unos quince días después de producirse la vacante, aunque el Colegio Cardenalicio puede establecer otra fecha, que no debe exceder los veinte días.

Ello supondría que el cónclave podría celebrarse a mediados de marzo. Los prelados se alojan en el edificio denominado “Domus Sanctae Marthae” o residencia Santa Marta, mandado construir por Juan Pablo II en el interior de la Ciudad del Vaticano. Aunque los cardenales son trasladados de Santa Marta al Palacio Apostólico en autobús, su aislamiento es total y para ellos rigen las estrictas normas del secreto.

Tienen prohibido mantener conversaciones telefónicas o correspondencia con el exterior, y los teléfonos celulares y la televisión están vetados en estos días. En 2007 Benedicto XVI modificó las reglas para la elección de su sucesor, en concreto el sistema de mayorías que establece el texto de 1996 para la elección de Papa, pero dejó vigente todo lo demás.

Así, para elegir al sucesor de Benedicto XVI será necesario obtener la mayoría de los dos tercios de los votos de los cardenales electores en todos los escrutinios. Hasta entonces era necesaria esa mayoría, pero si tras el tercer día de votaciones y llegados al 33 o 34 escrutinio no se producían resultados positivos, se decidía seguir por mayoría absoluta.

Asimismo, la nueva normativa del papa Ratzinger establece que cuando llegue el turno de voto de los dos cardenales más votados, éstos no podrán participar en la votación. En lo referente al nombre de los candidatos, debe figurar en la papeleta escrito con una caligrafía distinta a la particular de cada cardenal, y está prohibido a los electores desvelar a cualquier otra persona noticias sobre las votaciones, antes, durante y después de la designación del nuevo Papa.

Después de cada elección se queman las papeletas.

La tradición indica que los cardenales provoquen con paja seca o húmeda que el humo sea negro si no se ha elegido papa, o blanco si la votación ha dado como resultado la elección del nuevo pontífice: es la conocida “fumata negra o fumata blanca”.

Una vez que el elegido “acepta su elección canónica” como Sumo Pontífice, el primero de los diáconos -cardenal Protodiácono- anuncia desde el balcón de la Basílica vaticana la elección del nuevo Papa con la tradicional fórmula: “Nuntio vobis gaudium mágnum: Habemus Papam!” y este último imparte la bendición “Urbi et Orbi”. (Agencias)

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