Si son fundados los datos que se están manejando en el marco del XI Foro Nacional de Turismo que se realiza en Cancún las noticias no son alentadoras: México desdibujado y a la baja en el concierto mundial de los 10 mejores en turismo. Un trago espeso con sabor amargo servido en la mesa principal de los destinos dedicados a los paseantes que buscan playa, sol y diversión nocturna.
Que se diga aquí y ahora tiene un sentido de advertencia. ¿De alarma?
Como todo lo que bien se atiende requiere que se hurgue en las causas, estas no pueden limitarse a echarle la culpa al gobierno federal anterior ni a la difusión mediática de lo que no puede meterse debajo de la alfombra: la carencia de alternativas para la diversificación económica y el desarrollo, el empobrecimiento masificado de una mayoría de mexicanos, la violencia criminal y el desazón en el ánimo social que a veces pierde la esperanza y se cuelga de la hamaca. También lastran con su peso el burocratismo, la corrupción y la ausencia de sólidas políticas públicas. Son cosas que juegan, si, pero no las únicas.
El negocio del esparcimiento y del uso del tiempo libre se ha convertido en una gran “industria sin chimenea”, una máquina de generar y transferir recursos a gran escala. El turismo como vigoroso acontecimiento que acciona a la sociedad de consumo por los diversos rincones del mundo tiende a masificarse… y las ofertas a incrementarse, ampliarse, expandirse y diversificarse. La inversión es cada vez más internacional y globalizada. La competencia se incrementa y el negocio busca las formas más atractivas -diría lúdicas- para alcanzar rápido los mayores rendimientos a cualquier costo… de los otros. Lógico. La lógica del capital, claro.
Pues en esa lógica se han ido imponiendo las formas de promoción de un tipo de turismo rapaz que toma lo que necesita de los destinos que toca, sucursales del paraíso, extirpa los beneficios, y endosa deterioros y costes a los gobiernos y a las sociedades locales. Sin dar tiempo a la recuperación, una y otra vez vuelve a la carga con enjundia multiplicada. La palabra sustentable se ha vulgarizado en los discursos oficiales y oficiosos, pretendidamente ecologistas, pero su contenido se ha extraviado en los rincones oscuros de las políticas públicas y de los proyectos de inversión.
En nuestro medio se ha venido debatiendo y dejando constancia que el tipo de turismo predominante es el de los servicios “todo incluido” y el creciente crucerismo. Los golondrinos. Esos cuyas ganancias se van como los turistas. Nada dejan que no sean problemas. Dificultades que no son regionales o de política turística nacional: es un proceso creciente de masificación de la inversión turística al cual se le están anteponiendo opciones alternativas que conviene revisar.
Si el destino del caribe mexicano, -como el resto del Caribe-, tiene una vocación turística natural, no necesariamente lo es la forma y el ritmo como se utilice y aproveche. La interacción humana significa conceptualización del tipo de turismo que se quiere promover, de las condiciones de su crecimiento, del destinatario final, del uso cíclico y, por tanto de la conservación que se requiere para el entorno. Presente y futuro. Es asunto de voluntades que incluye (debe incluir) la reproducción social ampliada y mejorada, desde luego. No sólo la reproducción desmedida del capital.
La “vocación turística” no es únicamente naturaleza bella y controlada. Hacer abstracción de quienes de ella y con ella viven y se reproducen es simplemente dejar que se acumulen bombas de tiempo. El planeta es finito y, como es bien sabido, también la tolerancia de las sociedades.
No es de solución sencilla ni hay fórmulas únicas. Pero es aquí, en estos temas concretos, donde los pactos son realmente necesarios y la concertación de opciones múltiples vale la pena. No es un asunto sólo de acuerdos políticos sino de la participación de todos los involucrados y posibles afectados: inversionistas, empresarios operadores, gobiernos, consumidores y sociedad organizada. Hay que encontrar la manera.
Ese es uno de los contextos, por cierto, en el cual se debe enmarcar el análisis de la factibilidad y conveniencia de las inversiones futuras para el desarrollo local, al margen de cálculos particulares y más allá del turismo. Entiéndase Dragon Mart, por ejemplo.
Febrero 18, 2013