Uno de ellos era Scott Flanders, el primer presidente ejecutivo de Playboy Entreprises Inc. que no pertenece a la familia de Hugh Hefner, su fundador. Pero la apariencia de la buena vida ininterrumpida no era más que una ilusión. Flanders se encontraba en las primeras etapas de una reestructuración radical que redujo en 75% la plantilla, trasladó su histórica sede de Chicago a Los Ángeles, tercerizó gran parte de su negocio e implementó lo que algunos empleados describen como una cultura corporativa mucho más estricta.
Flanders ha reforzado la reciente estrategia de Playboy de transformarse en una compañía de licencias, desligándose de los aspectos más sórdidos de su imagen. Resta por verse si el plan dará resultado. “Nuestro lema favorito es ‘Menos ropa deportiva y más Tom Ford'”, señaló la directora de marketing, Kristin Patrick. (Reportaje completo en WSJ)