No se había visto nada igual nunca. Dos Papas juntos, los dos vestidos de blanco, los dos con el tratamiento de Su Santidad. El encuentro histórico entre dos pontífices ha tenido lugar en Castel Gandolfo.

“Somos hermanos” con estas dos palabras el papa Francisco ha rechazado el puesto de honor que Benedicto XVI le había cedido y los dos juntos iniciaron su rezos de rodillas en el mismo banco. Previamente, en su encuentro en Castel Gandolfo ambos se habían fundido en un abrazo, según informó el portavoz vaticano, Federico Lombardi.

La visita duró casi tres horas y durante la misma rezaron juntos en la capilla del palacio apostólico, mantuvieron un encuentro a solas durante 45 minutos y comieron junto a los secretarios privados. Tras este encuentro, el papa Francisco regresó al Vaticano.

Benedicto XVI y Francisco. | Corriere della Sera

El nuevo Papa ha subido a un helicóptero en el Vaticano alrededor de las 12.00 horas del mediodía y ha hecho exactamente el mismo trayecto hasta Castel Gandolfo que el 28 de febrero realizó Benedicto XVI a las 17.00, tres horas antes de que entrara en efecto su renuncia como Papa.

El helicóptero emprendió el viaje de regreso a las 14.42 horas local (13.42 gmt) en presencia de Benedicto XVI, que se acercó hasta el helipuerto para despedirle y acompañarle hasta el último momento como cierre de un encuentro que pasará a la historia y que no se producía en los últimos 600 años.

Benedicto XVI, siempre presente

La cita se produce diez días después de ser elegido en Cónclave como nuevo obispo de Roma Francisco, el 266º Papa de la historia, ha acudido a visitar a su antecesor, Benedicto XVI, quien el pasado 28 de febrero dimitió como pontífice alegando que le faltaban las fuerzas físicas y espirituales para llevar las riendas de la Iglesia en este difícil momento.

Una dimisión que, según Francisco, es obra del espíritu santo. “Ha sido él quien ha inspirado la decisión de Benedicto XVI por el bien de la Iglesia”, indicaba el sábado pasado en el encuentro que mantuvo con los periodistas.

Francisco ya ha hecho numerosas referencias en sus discursos a su antecesor. Nada más asomarse tras ser elegido Papa al balcón central de la basílica de San Pedro, por ejemplo, rezó un padrenuestro por Benedicto XVI. Ayer mismo, en su reunión con el cuerpo diplomático, el nuevo Papa recordó a su antecesor llamándole “mi querido y venerado Benedicto XVI”.

Benedicto XVI, por su parte, no sólo habría dejado al nuevo pontífice el resultado de la investigación interna sobre la curia realizada por tres cardenales –el español Julián Herranz, el eslovaco Jozef Tomko y el italiano Salvatore De Giorgi– a raíz del escándalo por la filtración masiva de documentos reservados del Vaticano (el llamado Vatileaks) y que supuestamente revelaría intestinas luchas de poder, corrupción y relaciones homosexuales en la cúpula vaticana.

Dicen que el Papa emérito le ha dejado a su sucesor un memorando personal escrito de su puño y letra, una suerte de manual de instrucciones sobre lo que se va a encontrar a su llegada al Vaticano.

“Benedicto XVI ha dejado sobre la mesa del despacho de su sucesor unas 300 páginas escritas personalmente por él y dirigidas a su atención. Y no me refiero al dossier sobre el Vatileaks”, aseguraba hace unos días el arzobispo Loris Capovilla, secretario personal de Juan XXIII, en declaraciones al Avennire, el periódico de la conferencia episcopal italiana. Una posibilidad de la que también se hace eco el vaticanista Marco Tosatti.

Además, dos meses antes de anunciar su dimisión Benedicto XVI nombró a su secretario personal, el arzobispo Georg Gänswein (el ‘George Clooney del Vaticano’, para entendernos) jefe de la Casa Pontificia. Inevitablemente Gänswein ejercerá de nexo de unión entre los dos Papas, ya que sigue siendo secretario de Benedicto XVI (amén de su confidente) y a la vez se encargará de organizar las audiencias y los desplazamientos del Papa Francisco. (Fuente: El Mundo)

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