Si bien en el terreno que está a un costado del asentamiento irregular Espíritu Santo, las cerca de 200 familias fueron desalojadas y no se permitía el paso a alguien, incluso hasta llegaron unidades de la Policía Estatal Preventiva (PEP), la mañana de ayer cuando más de 30 personas estaban repartiéndose lo que serán los lotes de 10 por 10 metros ubicados en la zona propiedad de la CFE que se ubica a espaldas de la Multi Plaza, en los que pretenden instalar tinglados y llevar a vivir ahí a sus familias.
Los invasores reconocieron que estaban cometiendo un delito y que incluso es un riesgo para su seguridad y de las sus familias el pretender vivir ahí, pero otros consideran la propiedad federal como sus terrenos.
De igual manera aseguraron que prefieren correr el riesgo a no tener un sitio en dónde vivir.
Siguen apropiándose del área que está detrás de la Multi Plaza, en el que comienza el terreno perteneciente a la CFE y están ubicadas las torres que conducen líneas de alta tensión.
Desde este sitio y hasta el asentamiento irregular Espíritu Santo, a lo largo de decenas de kilómetros, las familias ya han desmontado e incluso con improvisados palos y un letrero de madera han separado sus lotes.
Ayer una unidad de la PEP se situó a la entrada del terreno perteneciente al ejido de “Calderitas” en el que se registró la primera invasión y prohibía el paso a quienes intentaban ingresar a esos terrenos en los cuales ya habían construido casitas de cartón y de palos.
Incluso hay familias que han permanecido ahí día y noche durante las últimas dos semanas, cuidando lo que ya consideran como su propiedad.
Sandra Morales indicó que no hay manera de que abandonen esta área porque han trabajado en la limpieza de la misma y no tienen el dinero suficiente para poder dar un enganche para una vivienda.
“La mayoría de los que estamos aquí tenemos que pagar renta de mil 500 pesos y esa cantidad algunos la ganamos en un mes”, dijo.
De igual manera, negó que haya un líder entre ellos o que bien alguien les haya vendido los terrenos.
Por su parte, Lázaro Prieto admitió que sin duda el pretender vivir en ese sitio es un grave riesgo hasta para su salud.
“Escuché que por las mismas líneas de electricidad se produce radiación que puede afectar a los seres humanos, sin embargo, no me queda de otra”, apuntó.
Elías Dzib indicó que ya les falta muy poco para que puedan comenzar a levantar sus tinglados.
“Es por eso que estamos aquí casi todo el día desmontando, sólo esperamos acabar para empezar a traer a nuestras familias”, señaló. (Fuente: Diario de Quintana Roo)