Cuando los maestros “bloqueaban” la zona hotelera, el secretario de Gobierno, Gabriel Mendicuti, ya no quería saber de los docentes y daba por terminadas las negociaciones con el nuevo “Comité de Lucha”.
La apuesta era matar la insurgencia magisterial de inanición y miedo. Es decir, no pagarles sus quincenas y proceder a los despidos.
Sin embargo, los 18 mil maestros “infiltrados” y “desinformados”, según el diagnóstico del Secretario de Gobierno, se mantuvieron en su lucha y terminaron por obligar al Gobierno del estado, a volver a la mesa de las negociaciones.
Volver a sentar al Gobernador es una rotunda victoria de los docentes rebeldes, que si bien ganaron una batalla importante, aún no ganan la guerra.
Y en contraste, es una derrota contundente para Mendicuti, que parece que los suyo, lo suyo, no es la conciliación.