Luego de las flamantes declaraciones hechas por la Oficial Mayor, Rosario Ortiz Yeladaqui, y el Secretario de Gobierno , Gabriel Mendicuti Loría, acerca de asumir el costo político por los despidos masivos en Quintana Roo, rabia e indignación se esparció entre los burócratas despedidos, ya que no se trata de ganar o perder una elección, se trata de la supervivencia de cientos de familias chetumaleñas y sobre todo la puñalada que le atestaron a estos quintanarroenses, por lo que hay que recalcar que toda decisión o acción desesperada que realicen estas personas será responsabilidad única y enteramente suya.
Y es que es fácil abrir la boca para decir una premisa vacía y difusa, ya que dudo que realmente signifique algo para políticos como Rosario Ortiz y Gabriel Mendicuti el “asumir el costo político”; para ellos es fácil decir esas quemadas frases ya que por la naturaleza de su puesto solo están de paso, en espera de clavarle los dientes a otro hueso.
Para quienes sin duda significará todo un martirio esta acción será para los cientos de burócratas que están siendo lanzados a patadas a la calle y que ahora se las verán negras para mandar a sus hijos a la escuela, pagar la luz, el agua, la renta y todas esas obligaciones que ahora no pueden cubrir.
Pareciese que Yeladaqui y Mendicuti no tienen sensibilidad y en lugar de corazón tuviesen un pedazo de piedra que bombea la sangre por su cuerpo, para ellos es fácil sacar la guillotina y hacer que las cabezas rueden como si se tratase de una película gore japonesa; este par de políticos son para la opinión publica un par de nefastos que han mandado a la hoguera a las personas que con su voto los han puesto en los cargos que hoy ocupan.
Desde sus cómodas oficinas Yeladaqui y Mendicuti le escupen en la cara a estos ex empleados de gobierno al decirles comodinamente que aceptan que les vieron la cara de tarugos y los usaron para sus fines electorales y ahora los están mandando a la calle sin pensar como estos burócratas van a alimentar a sus familias.
mercader y mendicuti3¡Total! Ambos tiene la vida resuelta, uno es un empresario yucateco disfrazado de político que vio en la administración pública de Quintana Roo, la mejor inversión de su vida y hoy es uno de los “ricos” de la península, mientras tanto Rosario Ortiz tiene 30 años viviendo del gobierno, con casi 60 años por cumplir ha recorrido todos los puestos públicos que existen en el aparato gubernamental y con toda su familia distribuida en diferentes órdenes de gobierno, ¿qué más le puede pedir a la vida? Cuando ha tenido todo a manos llenas con solo agachar la cabeza y aceptar todo lo que le indique su superior. Su frase favorita: “lo que diga mi gobernador” es algo que ha dicho desde el sexenio de Miguel Borge Martín.
No señores, ustedes no están asumiendo un costo, ustedes le están clavando un cuchillo en el cuello a miles de Quintanarroenses y las decisiones que estos tomen serán responsabilidad suya; si alguno decide matarse por lo complicado de la situación, Charito y Mendicuti serán sus asesinos; si alguno de ellos decide robar para darle de comer a sus hijos será culpa de ustedes que los han orillado a ello, es fácil decir asumir un costo político, pero quiero saber si tendrán el valor de asumir el costo económico y social.
Que equivocados están con estas decisiones, que acarrearán muchísimas decisiones desesperadas las cuales involucran demasiados factores económicos, sociales y morales; y digo morales por que no dudo que en la desesperación cualquier madre llegue a lo que sea con tal de poner el pan en su mesa.
Nuevamente hago hincapié en esto, no estoy en contra de hacer un reajuste administrativo para hacerle frente a los tiempos difíciles, pero esta famosa “reingeniería” está hecha con las “patas” y le va costar a los quintarroenses lagrimas sudor y sangre, mismos que pueden ser catalizadores de una insurrección inusitada en esta parte del país, clamando la justicia y esperanza que les está siendo arrebatadas.