CHETUMAL, MX.- La operación del Cártel de Sinaloa, organización comandada por Joaquín “El Chapo Guzmán” Loera, para realizar aterrizajes de narcoavionetas cargadas de cocaína en puntos de la zona sur del Estado de Quintana Roo, fue evidente al menos desde hace 10 años, aunque a partir del 2007 tuvo una pausa, pues después de ese año fueron carreteras de Belice las frecuentemente ocupadas para esas descargas, hasta que actualmente se buscó reactivar la ruta con la pista clandestina destruida por elementos del Ejército Mexicano en la selva cercana al centro de la Península de Yucatán.
La apertura de la narcopista al norponiente del ejido Nuevo Tabasco, municipio de Bacalar, a casi 170 kilómetros de Chetumal, es quizá el caso más llamativo de reactivación de la narco- uta del sur de Quintana Roo intentado por el Cártel de Sinaloa, luego de que osadamente pretendieron bajar una narcoavioneta en la pista del Gobierno del Estado ubicada en la zona arqueológica de Kohunlich, en agosto de 2007, y del caso de la nave estrellada en El Gallito en el 2005, pues ambos intentos terminaron en fracasos, el primero con la detención de la célula que esperaba la avioneta y el segundo con la muerte de los tripulantes.
Antes, durante la administración del exgobernador del Estado de Quintana Roo, Joaquín Hendricks Díaz, por lo menos aterrizaron cinco narcoavionetas en diversos puntos del municipio de Othón P. Blanco y del actual territorio del municipio de Bacalar, trayendo gran cantidad de drogas que llegaron a su destino final sin ningún problema.
Sin embargo, de esas operaciones se tuvo evidencia por acciones fallidas de los narcotraficantes, que terminaron en decomisos, capturas o hasta muertes, por lo que la realidad es que el número de narcoaterrizajes realizados con éxito difícilmente se sabe.
Hasta antes de que se intensificara el hallazgo de las evidencias de los narcoaterrizajes en el sur del Estado, el caso más sonado había sido el de la avioneta que bajó el 24 de enero de 1999 en la carretera Reforma-Miguel Alemán, tramo Altos de Sevilla-Sinaí, en la cual viajaba Ofelia Fonseca Núñez, hija del narcotraficante Ernesto Fonseca Carrillo alias “Don Neto”, junto con un cargamento de cocaína procedente de Colombia, quien no pudo evitar detenida y compurgó 10 años de prisión, hasta que fue liberada en mayo de 2009.
Lo anterior sucedió a finales del sexenio de Mario Villanueva Madrid y después de eso, se tuvo la primera evidencia de los narcoaterrizajes en caminos del sur del Estado en el sexenio de Joaquín Hendricks Díaz, el 11 de noviembre de 2003, cuando una avioneta bajó en un camino de terracería del ejido Allende, en la zona cañera de la ribera del río Hondo, municipio de Othón P. Blanco.
La unidad aérea portaba la matrícula N202AJ y aterrizó en un camino de terracería que no cuenta con vigilancia policial.Después de descargar la droga, la avioneta fue quemada por los narcotraficantes, porque al parecer sufrió una falla mecánica al momento de bajar, y para no dejar pistas que los pudieran delatar.
En el lugar de los hechos fueron encontradas 41 lámparas fluorescentes, las cuales sirvieron como señales para que la avioneta pudiera aterrizar.
Otra evidencia del uso de la zona sur del Estado para la introducción aérea de cocaína a México se dio el 2 de mayo del 2004, cuando en el kilómetro 5 de la carretera Bacalar-Reforma aterrizó una avioneta procedente de Colombia, aprovechando que por ese rumbo no hay vigilancia policial.
En los alrededores del lugar donde aterrizó la narcoavioneta, los militares detuvieron a dos personas, que más tarde fueron dejadas en libertad por falta de elementos para procesarlas.
Inmediatamente después, sin embargo, se encontraron evidencias de que otros aterrizajes se habían realizado sin que las autoridades se dieran cuenta, o al menos eso aparentaron.
En el mes de julio del mismo año, elementos del Ejército Mexicano, al estar investigando el asesinato del supuesto pescador veracruzano Joaquín Pérez Hernández, de 25 años de edad, que se dio el 11 de abril del 2004, descubrieron una narcopista encima de un montículo localizado en las inmediaciones de la comunidad de Cocoyol, en la ribera del río Hondo, la cual fue inhabilitada con la instalación de postes a la orilla de la misma.
A un kilómetro de la pista, los militares encontraron los restos de tres narcoavionetas que fueron calcinadas después de haber dejado la droga, la cual fue sacada de ahí sin ningún problema, ante la falta de vigilancia policial en la zona.
Así, con el hallazgo de ese “cementerio de narcoavionetas”, se tuvo evidencia de que en esa narcopista se habían realizado al menos tres operaciones de descarga de cocaína antes de esa fecha.
El último aterrizaje que intentó hacer el Cártel de Sinaloa en un camino de la sur del Estado fue en junio de 2005, cuando la unidad fue rastreada y perseguida por el Ejército Mexicano, misma que se estrelló entre El Gallito y Otilio Montaño, entonces también pertenecientes al municipio de Othón P. Blanco, ahora en el municipio de Bacalar.
En ese entonces, de entre los restos de la aeronave se sacaron mil 219 paquetes en forma de ladrillo que contenían cocaína, así como cuatro costales con la misma sustancia, cuya envoltura se rompió con el impacto, arrojando un peso bruto total de una tonelada 377 kilos 874 gramos del alcaloide, y se murieron los tres ocupantes.
Después de eso, fue hasta el 2007 cuando se tuvo evidencia de un nuevo intento de operación de narcoaterrizajes operados por el cártel de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, cuando en el mes de agosto intentaron utilizar la aeropista del Gobierno del Estado ubicada en la zona arqueológica de Kohunlich.
Sin embargo, en esa ocasión, una anticipada operación del Ejército Mexicano frustró el narcoaterrizaje, lográndose la detención de nueve narcotraficantes del Cartel del Sinaloa, mismos que responden a los nombres de Ricardo Gallardo Elizalde, Jorge Arturo Alvarado Palacios, Jorge Salinas Garza, Noé Gerardo Alanís Escalante, Juan Ramírez Tijerina, Sergio Daniel Sánchez Gil, Daniel Sánchez Martínez, Guillermo Sánchez Martínez y Francisco Javier Salas Villegas.
Cabe señalar que en este lugar también se aseguraron cuatro camionetas, entre ellas dos RAM, una Toyota y una Windstar; nueve armas largas de uso exclusivo del Ejército Mexicano; 365 cartuchos de diferentes calibres, tres cargadores, placas de los estados de Quintana Roo y Oklahoma, así como seis equipos de radiocomunicación.
El Cártel de Sinaloa opta por Belice
Después de este intento de aterrizaje de la narcoavioneta, los barones de la droga dejaron de operar en la zona sur de la Entidad y desde ese momento Belice sustituyó al sur de Quintana Roo como la principal zona de operaciones del Cártel de Sinaloa en la actividad de bajar narcoaviones cargados de cocaína procedentes de Colombia, para luego introducirlos a México cruzando el río Hondo.
Esto se debe a que México y Belice comparten una línea divisoria fronteriza de 278 kilómetros de longitud, de los cuales 85 corresponden al límite marítimo en la Bahía de Chetumal y los restantes 193 son de la frontera pluvial marcada naturalmente por el río Hondo y sus afluentes, de modo que se trata de una región de gran extensión, donde los narcotraficantes aprovechan su nula vigilancia para usarla como trampolín en el tráfico de cocaína.
A ambos lados de la línea divisoria marcada por el río Hondo se encuentran grandes extensiones de cultivos de caña, así como caminos rurales que han sido utilizados para el aterrizaje de avionetas cargadas con drogas, tanto del lado beliceño como del mexicano, operadas por el Cártel de Sinaloa.
Por ejemplo, en marzo de 2008, la vía carretera norte, la más importante del Belice, fue utilizada como narcopista a aproximadamente 100 kilómetros de la frontera con México, aprovechando que en ella existen largos tramos rectos entre comunidades y prácticamente no cuenta con vigilancia policial.
La superficie de rodamiento es lo suficientemente ancha para que aterricen aeroplanos, el tendido eléctrico se encuentra alejado por lo menos unos 15 metros de la orilla de la carretera, y por las noches al no tener alumbrado, son sitios desolados.
En esa ocasión se trató de una avioneta King Air C90 de 10 plazas, la cual supuestamente pudo transportar una o más toneladas de cocaína.
Dicha avioneta Beechcraft procedía de Colombia, contaba con la matrícula YV678, misma que en ese entonces tenía un valor de 4 millones de dólares.
Luego, se pueden mencionar dos casos que se presentaron a finales de 2010, uno en una pista de Sarteneja, ubicada a orillas de la Bahía de Chetumal, casi enfrente de la capital del Estado, y el segundo en la carretera del sur del país vecino.
Ambas aeronaves fueron detectadas con apenas un mes de diferencia, pues una descargó droga el 3 de octubre y la otra lo hizo el 13 de noviembre del mismo 2010.
La primera de las unidades logró dejar el cargamento de droga y regresar a su lugar de origen sin ningún problema, mientras que la segunda fue asegurada, la cual descargó unos 80 costales que contenían cocaína, así como 17 paquetes sueltos.
El segundo caso fue el que derivó en la detención de cuatro policías de Belice y un agente aduanal, por su presunta vinculación con el narcoavión bimotor tipo King Air 200 que aterrizó en la carretera de la aldea de Bladden, al sur de Belice, la madrugada del sábado 13 de noviembre de 2010.
Luego, en junio de 2011 un pequeño avión se vino abajo en el distrito de Orange Walk, en un área cercana a Guinea Grass, que se encuentra a la altura de comunidades quintanarroenses de la ribera del río Hondo como Rovirosa y San Francisco Botes.
Para entonces, el diario The Washington Post publicó el 11 de octubre de 2011 que el papel de Belice como un nuevo corredor de drogas llevó a la administración de Barack Obama a agregarlo a la “lista negra” de los países considerados como productores o que sirven como tránsito de narcóticos.
Para noviembre de ese mismo año, las autoridades descubrieron en el pueblo costero de Punta Gorda, ubicado en el distrito de Toledo, al sur de Belice, un avión bimotor color blanco, justo en medio de la carretera del sur. Dentro del avión las autoridades encontraron 2 mil 600 kilos de cocaína colombiana y cerca estaba un camión con alrededor de 500 galones de combustible de aviación.
Según las autoridades, la aeronave había parado en Belice para abastecerse de combustible, pero la policía beliceña concluyó que debido a que se le dañaron las alas al aterrizar, el Beechcraft Super King Air no fue capaz de despegar, por lo que la tripulación lo abandonó en medio de la selva.
Posteriormente, el jefe del Comando Sur de Estados Unidos de América (EUA), Douglas Fraser, dijo el 19 de abril de 2012 que los narcotraficantes están utilizando la región centroamericana como ruta para introducir drogas a EUA, con la ayuda de aeronaves ligeras y embarcaciones ultrarrápidas.
Esas declaraciones las hizo el militar luego de inaugurar la Conferencia de Seguridad Centroamericana 2012, que este año se celebró en El Salvador.
El mismo día que el jefe militar encargado de la seguridad al sur de EUA daba esas declaraciones, una avioneta Cessna 210 cargada de cocaína se estrellaba en la selva de Belice, específicamente en el distrito de Corozal, paso fronterizo con México.
La pequeña aeronave hizo un aterrizaje forzoso y terminó estrellándose en la villa San Víctor, cerca de la frontera con Quintana Roo. Los ocupantes lograron llevarse la droga antes de que la policía llegara a la zona del percance. Agentes únicamente encontraron rastros del cargamento dentro del pequeño avión.
Sin indicios de droga en narcopista de Nuevo Tabasco
Hasta ahora esas eran las últimas evidencias de las operaciones de trasiego de drogas realizadas por el Cártel de Sinaloa, organización comandada por Joaquín “El Chapo Guzmán” Loera, en la región fronteriza entre México y Belice, pero con la apertura de la narcopista que fue destruida el pasado fin de semana por el Ejército Mexicano se tiene evidencia de la reactivación de la narco-ruta que pasa por el sur del Estado de Quintana Roo.
La pista clandestina de un mil 500 metros de longitud y 12 metros de ancho fue abierta en una zona selvática aislada y prácticamente despoblada, cerca del centro de la Península de Yucatán, en los límites entre el municipio de Bacalar, el municipio de José María Morelos y el Estado de Campeche.
Sin embargo, en la región de Bacalar cercana a los límites con Campeche, los pobladores hablan de que el tramo del kilómetro 80 al 81 de la carretera Reforma-Miguel Alemán, entre las localidades de Melchor Ocampo y Río Verde, zona entre la cual también se encuentra el acceso a Nuevo Tabasco, ha sido sitio de aterrizajes de narcoavionetas en las noches, aprovechando que existe allí una larga recta, que hasta ha sido desmontada a los lados.
Por lo pronto, la narcopista abierta en medio de la selva fue detectada porque el domingo 22 de diciembre por la noche, la XXXIV Zona Militar y la Procuraduría General de la República (PGR) fueron informados del supuesto desplome de una aeronave por las inmediaciones de El Gallito, municipio de Bacalar.
Soldados mexicanos y agentes de la PGR iniciaron un operativo que concluyó el lunes 23 durante el día, cuando localizaron dicha pista, pero al parecer los delincuentes lograron huir por el monte al notar la presencia militar, aunque se desconoce si alguna aeronave aterrizó, pues no se localizaron evidencias de droga.
Aunque las autoridades federales presumen que en dado caso que la aeronave haya descendido y descargado grandes cantidades de droga, tuvieron tiempo suficiente para darse a la fuga, posiblemente a caballo hacia algún camino cercano donde fueron subidos a vehículos, pero las investigaciones continúan.
Asimismo, en el sitio fueron asegurados casi 2 mil litros de turbosina en tambos y bidones, pero también varios de los recipientes estaban vacíos; equipo y materiales para operar narcoaterrizajes nocturnos, cartuchos calibres 9, .380 y 7.62 milímetros, dos culatas, una fija y otra retráctil, entre otras cosas que ya dimos a conocer, así como llantas de refacción para aeronaves.
Sin embargo, aunque el Ejército Mexicano y la PGR ampliaron el operativo de búsqueda hasta el cercano rancho “Los Jarochos”, en posesión del supuesto propietario del predio donde se construyó la pista, Irineo Pérez Hernández, sitio donde se sospechaba que podría haberse almacenado droga, en el cateo tampoco se encontraron allí rastros de cocaína.
Como ya se informó, la pista clandestina fue destruida durante el pasado fin de semana por soldados del Séptimo Regimiento de Caballería Motorizada, que a pico y pala cavaron zanjes de 50 metros de profundidad con un metro de ancho en el área, a fin de impedir que sea utilizada para bajar avio. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)
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