CANCÚN, MX.- Durante más de 10 años Joaquín “Chapo” Guzmán dominó Quintana Roo, sobre todo la zona sur donde hasta ahora el cártel de Sinaloa mantiene una alta presencia en el manejo de la droga. Pese a que lo mantenían en la prisión de Puente Grande, Jalisco. Sus operadores se instalaron en diversos puntos de la entidad.

Desde pistas clandestinas, como la ubicada recientemente en el ejido Nuevo Tabasco ubicado en los límites de los municipios de Bacalar y José María Morelos, así como control en la Isla de Cozumel confirmado en el 2012 con la detención de Mateo Gabriel Domínguez Bouloy alias el “Mateo”, operador del Chapo Guzmán en la entidad, además de parte del control del Aeropuerto Internacional de Cancún, el líder del cártel de Sinaloa recién detenido, tenía una estructura basta en Quintana Roo.

Dicha estructura, se recuperó en el 2001 como en su momento lo dio a conocer los Diarios POR ESTO!, luego de que en el 2004 la Procuraduría General de la República, PGR, “vendiera” la plaza de Cancún a “Los Zetas”.

A partir de ese momento, Joaquín el “Chapo” Guzmán se dedicó a reagruparse, de tal manera que mediante su grupo de choque denominado “Los Pelones”, comenzó a ser frente a “Los Zetas” desde Cancún hasta Tulum, a partir del 2011.

La zona sur pertenecía a Joaquín Guzmán

Históricamente y de acuerdo con el reacomodo de los cárteles de la droga en México, la zona sur de Quintana Roo pertenecía a Joaquín Guzmán Loera, debido a que desde ahí operaba muchas acciones del narcotráfico en el sureste del país.

Como prueba de ello, apenas hace un mes se descubrió una pista de aterrizaje clandestina en el ejido Nuevo Tabasco, donde elementos del Séptimo Regimiento de Caballería Motorizada adscrito a la XXXIV Zona Militar cavaron zanjas para inutilizar y destruir el lugar.

La narcopista clandestina de un mil 500 metros de largo y 12 metros de ancho que fue descubierta al norponiente del Ejido Nuevo Tabasco, en los límites entre el municipio de Bacalar, el municipio de José María Morelos y el Estado de Campeche, en un rancho denominado “El Jarocho”, propiedad de Irineo Pérez Hernández.

Además de los tambos, bidones, turbosina, equipos y materiales decomisados por el Ejército en el campamento aledaño a la narcopista, se hallaron llantas de refacción en ese lugar.

Conforme a las investigaciones, se pudo comprobar que la pista fue construida por la organización del Cártel de Sinaloa, comandada por Joaquín Guzmán Loera alias “El Chapo” Guzmán.
La narcopista tan sólo es la punta del iceberg de una ruta de trasiego de drogas que se da desde la zona sur del estado y que tienen como principales operadores al Cártel de Sinaloa y sus aliados.

A partir del 2001, los diarios POR ESTO! ha documentado como Joaquín Guzmán se hizo del control de la zona y el movimiento de cargamentos de mariguana y cocaína que son movilizados desde la zona maya del estado, para para que se distribuyan en Cancún, Cozumel, Tulum y la Riviera Maya.
Asimismo, esta ruta desde Quintana Roo también tenía las ciudades de Ciudad del Carmen, Campeche; de San Cristóbal de las Casas, Chiapas; a Mérida; de Salina Cruz, Oaxaca, a Veracruz y Coatzacoalcos, por la vía terrestre.

En su momento, los diarios POR ESTO! también alertaron de la ruta aérea del “Chapo” Guzmán.

Mediante los aeropuertos de la ciudad de México (AICM), Guadalajara, Mazatlán, Hermosillo, Ciudad Juárez, La Paz, Tijuana, Mexicali, Monterrey, Nogales, Nuevo Laredo, Reynosa, Acapulco, Mérida y Chetumal, el cual es controlado directamente por el cártel de Sinaloa.

El último operador del Chapo en Quintana Roo

El 19 de septiembre del 2012, en Mérida Yucatán, quedó al descubierto la mayor parte de la operación del cártel de Sinaloa en el sureste del país, y en particular en Quintana Roo, donde ese núcleo se había revitalizado.

Ese día la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) detuvo a Mateo Gabriel Domínguez Bouloy “El Mateo”, presunto operador de Joaquín “El Chapo” Guzmán en Quintana Roo.

Domínguez Bouloy, identificado como operador del cártel de Sinaloa en la isla de Cozumel y Playa del Carmen, contaba con un amplio historial delictivo, que iba desde distribuidor de droga, homicidios y hasta “levantones” en Quintana Roo, pero se indicó que también su red de narcomenudeo se extendía hasta la zona oriente de Yucatán.

De acuerdo con información proporcionada por las autoridades de Quintana Roo, a principios de 2000, “El Mateo” inició su actividad como narcotraficante en Cozumel, donde mantuvo un bajo perfil hasta después de la primera ejecución relacionada con el narcomenudeo en la isla en el 2008.

Se le consideraba operador del cártel de Sinaloa, liderado por Joaquín “El Chapo” Guzmán, y prácticamente dueño de la plaza con el mayor número de “tiradores” de droga.

En el 2006 fue detenido por delitos contra la salud y estuvo recluido unos meses en prisión, donde incluso formó parte del grupo de reos que estrenó la cárcel de Cozumel, a donde fueron trasladados el 25 de marzo del 2008. Se dice que operaba desde el interior del reclusorio.

“El Mateo” radicaba en Mérida, desde donde operaba actividades ilícitas en Cozumel y era líder de la narcocélula de los Pelones que dominó la “plaza” del narcotráfico en la isla de las Golondrinas.

“El Mateo” se posicionó en la plaza, y llegó a tener a su propio grupo de sicarios con elementos que estaban ubicados en la zona del oriente de Yucatán. Y desde Valladolid, Tizimín, incluso de la ciudad de Mérida, viajaban en camiones de autobuses para cumplir con encargos, desde “levantones” y ejecuciones. Al concluir con su encargo mortal retornaban a sus ciudades, y con ello pasaban desapercibidos.

Cabe señalar que “El Mateo” fue detenido hace una semana en la ciudad de Mérida, Yucatán y actualmente se encuentra bajo arraigo en la ciudad de México, por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) adscrito a la Procuraduría General de la República (PGR). “El Mateo” enfrenta serias acusaciones por sus vínculos directos con el “Cártel de Sinaloa”.

El chapo le declara la guerra a los Zetas en la zona norte del estado.

Los diarios POR ESTO! revelaron a partir del 2011, como la célula de los “Pelones”, pertenecientes al cártel de Sinaloa, se habían reagrupado y buscaban una vez más el control de las plazas en la zona norte del estado, en particular la de Cancún.
A partir de ese momento, se desató un baño de sangre sin precedentes en el principal destino turístico del país, con una ola de ejecuciones derivadas de los enfrentamientos entre “Pelones” y “Zetas”.

De hecho, arrinconados, con mediana presencia y sin armas de las que hacían alarde, los miembros de “Los Zetas” perdieron espacio, porque varios de sus efectivos distribuidores y tiradores de droga se han escabullido y abandonan las filas de la narcocélula que tuvo predominio en la “plaza”.

Todo ello ante la penetración del grupo antagónico de “Los Pelones” que se ha situado en el narcoterritorio que antes dominaron a su antojo “Los Zetas”.

Y de numerosos “halcones” (informantes), “postes” (vigilantes) tiradores y distribuidores de droga ligados a esta narcocélula, muchos se cambiaron de bando criminal. Lo anterior se dio de la mano de la penetración y fortalecimiento de “Los Pelones” ligados al Cártel de Sinaloa que dirigía Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Así, a partir de ese momento, frente a frente, cártel contra cártel, enfrascados en una guerra silenciosa se encontraron Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera contra “Los Zetas”, en busca del control total de la plaza del narcotráfico y que ha situado en un marco sangriento a Cozumel, Solidaridad, Tulum y Cancún, con la estela de “levantones”, atentados y crueles ejecuciones.

El saldo mortal abarca mujeres y jóvenes. Se define como una pugna criminal entre miembros de “Los Zetas” y “Los Pelones” y aunque no hay un enfrentamiento directo, sí hay una cacería humana contra narcodistribuidores, “halcones” (informantes) “postes” (cuidadores de narcotienditas) y “chapulines” vendedores que distribuyen droga y que se cambian de bando criminal.
Los “levantones” y secuestros abarcan hasta la zona hotelera y zonas céntricas de la ciudad, tal y como se ha registrado en las últimas horas.

El decisivo enfrentamiento abarca todo tipo de acciones delictivas de los miembros de “Los Zetas” contra el grupo de “Los Pelones” brazo operativo y sanguinario de “El Chapo” Guzmán.
Las desatadas acciones de ambos grupos criminales, incluyeron y comprenden hasta ahora, ejecuciones, entre ellos, varios descuartizados, así como “levantones”, ajustes de cuentas, sobre todo a vendedores de droga del narcomenudeo, llamados “chapulines”, es decir, vendedores que pasan de un bando criminal a otro y distribuyen droga de estos grupos hasta que son sorprendidos y en muchas ocasiones pagan la cuota sangrienta de sus acciones, con su vida. Pues son asesinados sin contemplaciones.

La guerra silenciosa es un reflejo de la pugna por el control del mercado que “ofrece” el narcotráfico en sus más diversas expresiones delictivas que va desde el narcomenudeo, llamado también narcomayoreo por la extensión del territorio que abarcan en sus operaciones criminales.

Pero además esta confrontación directa y en silencio es porque hasta el momento, no hay un contacto directo entre los miembros operativos de “Los Zetas” y “Los Pelones”, porque ambos bandos criminales se dedican a cazar a sus miembros conocidos como distribuidores, “halcones” (informantes) y postes (cuidadores de narcotienditas”) y todo aquel vendedor que se atreva a vender droga de otro bando rival.

Pero aquí hay que recordar que, en Cancún se dio un pacto de no agresión entre “Los Pelones” y “Los Zetas”.

Ese grupo se le identifica como “Los Pelones-amigos”. Ese pacto de no agresión estaba conformado bajo un acuerdo sólido porque estaba respaldado por el cártel de los hermanos “Beltrán Leyva” que mantuvieron bajo su mando a un grupo también decidido de “Los Pelones” que se habían establecido aquí y mantuvieron un pacto de no agresión.

Pero a raíz del ingreso de las narcocélulas de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera que envió a grupo de “Los Pelones” ligados a este cártel del narcotráfico, se desatan las pugnas por el territorio que han dominado “Los Zetas”.

Por lo que la guerra silenciosa que prevalece es entre el grupo de “Los Pelones” que obedecían hasta este sábado al cártel de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.

El lavado de dinero del Chapo Guzmán en Cancún

De acuerdo con el gobierno de Estados Unidos, Cancún y Guadalajara son las ciudades que forman parte de un eje del crimen organizado para ejercer el “lavado de dinero”, en especial por organizaciones colombianas y el Cártel de Sinaloa, que comandó Joaquín “El Chapo” Guzmán.

El “lavado de dinero” traspasó la barrera de lo privado al orden de las altas esferas de la política quintanarroense, al grado que dos ex presidentes municipales de este destino se encuentran relacionados a este delito: Gregorio Sánchez Martínez (libre bajo caución) y Mario Villanueva Madrid, también ex gobernador constitucional de Quintana Roo, quien en la actualidad se encuentra en la espera de sentencia en una prisión de Estados Unidos.

Actualmente, las autoridades federales investigan a tres empresas cancunenses inmobiliarias con ligas en Guadalajara, presuntamente dedicadas al “lavado de dinero” con nexos con cárteles de Colombia.

Las empresas que se encuentran bajo investigación por las autoridades federales son: Desarrollo Arquitectónico Fortia, ubicado en la Región 92, sobre la Ruta 5, en la manzana 47, lote local B, propiedad de Brenda Esparragoza Gastélum, identificada como hija de Juan José Esparragoza, alias “El Azul”, quien operaba el negocio Socialika Rentas y Catering, a quien también se le aseguró una oficina en el fraccionamiento Sol del Mayab, calle Calkiní, manzana 11, lote 1; y la empresa Cumbres Soluciones Inmobiliarias, propiedad de José Octavio López Rodríguez, ubicado a un costado del primer negocio, en el local A, sobre la misma Ruta 5.

Se desconoce en qué momento dejó de ser Cancún una zona de simple trasiego de droga, reconoce el ex alcalde municipal de Cancún, lo que es una realidad es que los cárteles de la droga ya no se disputan la plaza, el delito va más allá que el simple hecho de pelear el “piso” para la venta de los narcóticos, por el de crear el “paraíso perfecto” donde realizar transacciones y compra de lujosas propiedades.

A finales de 2011, las autoridades correspondientes han logrado la detención de varias personas relacionadas con esta liga de “lavado de dinero”. Según información del gobierno de Estados Unidos hay una fuerte liga entre las ciudades de Cancún y Guadalajara, sujetos presuntamente ligados al crimen organizado establecieron negocios para “legalizar” el dinero que proviene del trasiego de drogas rumbo a la frontera norte. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)


CONTROLÓ ‘EL CHAPO’ EL SUR DE QR

CHETUMAL, MX.- Chetumal, todo el sur del Estado de Quintana Roo y la región fronteriza con Belice, están directamente vinculados a la carrera delictiva del capo del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, cuya detención fue anunciada este sábado por la Procuraduría General de la República (PGR), pues la extensa región que ocupan los municipios de Othón P. Blanco y Bacalar se convirtió en territorio para la operación de aterrizajes de narcoavionetas que introducen la cocaína colombiana a México, en su paso hacia su destino final en los Estados Unidos.

La operación del Cártel de Sinaloa, la organización comandada por Joaquín “El Chapo Guzmán” Loera, en la zona sur del Estado de Quintana Roo, fue evidente desde hace poco más de 10 años, aunque a partir del 2007 tuvo una pausa, pues después de ese año fueron carreteras de Belice las frecuentemente ocupadas para esas descargas, hasta que recientemente, a finales del 2013, se buscó reactivar la ruta de trasiego con la pista clandestina que fue destruida por elementos del Ejército Mexicano en la selva ubicada al noroeste del ejido Nuevo Tabasco, municipio de Bacalar, de cuya inhabilitación informó en su momento POR ESTO! de Quintana Roo.

Hasta antes de que se intensificara el hallazgo de las evidencias de los narcoaterrizajes en el sur del Estado, el caso más sonado había sido el de la avioneta que bajó el 24 de enero de 1999 en la carretera Reforma – Miguel Alemán, tramo Altos de Sevilla – Sinaí, en la cual viajaba Ofelia Fonseca Núñez, hija del narcotraficante Ernesto Fonseca Carrillo alias “Don Neto”, junto con un cargamento de cocaína procedente de Colombia, quien no pudo evitar detenida y compurgó 10 años de prisión, hasta que fue liberada en mayo de 2009.

Lo anterior sucedió a finales del sexenio de Mario Villanueva Madrid y después de eso, se tuvo la primera evidencia de los narcoaterrizajes en caminos del sur del Estado en el sexenio de Joaquín Hendricks Díaz, el 11 de noviembre de 2003, cuando una avioneta bajó en un camino de terracería del ejido Allende, en la zona cañera de la ribera del río Hondo, municipio de Othón P. Blanco.

La unidad aérea portaba la matrícula N202AJ y aterrizó en un camino de terracería que no cuenta con vigilancia policial.

Después de descargar la droga, la avioneta fue quemada por los narcotraficantes, porque al parecer sufrió una falla mecánica al momento de bajar, y para no dejar pistas que los pudieran delatar.

En el lugar de los hechos fueron encontradas 41 lámparas fluorescentes, las cuales sirvieron como señales para que la avioneta pudiera aterrizar.

Otra evidencia de la operación del Cártel de “El Chapo” Guzmán Loera en la zona sur del Estado para la introducción aérea de cocaína a México se dio el 2 de mayo del 2004, cuando en el kilómetro 5 de la carretera Bacalar – Reforma aterrizó una avioneta procedente de Colombia, aprovechando que por ese rumbo no hay vigilancia policial.

En los alrededores del lugar donde aterrizó la narcoavioneta, los militares detuvieron a dos personas, que más tarde fueron dejadas en libertad por falta de elementos para procesarlas.
Inmediatamente después, sin embargo, se encontraron evidencias de que otros aterrizajes se habían realizado anteriormente a esa fecha, sin que las autoridades se dieran cuenta, o al menos eso aparentaron.

En el mes de julio del mismo 2004, elementos del Ejército Mexicano, al estar investigando el asesinato del supuesto pescador veracruzano Joaquín Pérez Hernández, de 25 años de edad, que se dio el 11 de abril del 2004, descubrieron una narcopista encima de un montículo localizado en las inmediaciones de la comunidad de Cocoyol, en la ribera del río Hondo, la cual fue inhabilitada con la instalación de postes a la orilla de la misma.

A un kilómetro de la pista, los militares encontraron los restos de tres narcoavionetas que fueron calcinadas después de haber dejado la droga, la cual fue sacada de ahí sin ningún problema, ante la falta de vigilancia policial en la zona.

Así, con el hallazgo de ese “cementerio de narcoavionetas”, se tuvo evidencia de que en esa narcopista se habían realizado al menos tres operaciones de descarga de cocaína antes de esa fecha.


Algunas operaciones fallaron

El último aterrizaje que intentó hacer el Cártel de Sinaloa en un camino de la sur del Estado fue en junio de 2005, cuando la unidad aérea fue rastreada y perseguida por el Ejército Mexicano, misma que se estrelló entre El Gallito y Otilio Montaño, entonces también pertenecientes al municipio de Othón P. Blanco, ahora en el municipio de Bacalar.

En ese entonces, de entre los restos de la aeronave se sacaron mil 219 paquetes en forma de ladrillo, que contenían cocaína, así como cuatro costales con la misma sustancia, cuya envoltura se rompió con el impacto, arrojando un peso bruto total de una tonelada 377 kilos 874 gramos del alcaloide, y se murieron los tres ocupantes.

Después de eso, fue hasta el 2007 cuando se tuvo evidencia de un nuevo intento de operación de narcoaterrizajes operados por el Cártel de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera en el sur de Quintana Roo, cuando en el mes de agosto de ese año osadamente intentaron utilizar la aeropista del Gobierno del Estado ubicada en la zona arqueológica de Kohunlich.

Sin embargo, en esa ocasión, una anticipada operación del Ejército Mexicano frustró el narcoaterrizaje, lográndose la detención de nueve narcotraficantes del Cártel del Sinaloa, mismos que responden a los nombres de Ricardo Gallardo Elizalde, Jorge Arturo Alvarado Palacios, Jorge Salinas Garza, Noé Gerardo Alanís Escalante, Juan Ramírez Tijerina, Sergio Daniel Sánchez Gil, Daniel Sánchez Martínez, Guillermo Sánchez Martínez y Francisco Javier Salas Villegas.

Cabe señalar que en este lugar también se aseguraron cuatro camionetas, entre ellas dos RAM, una Toyota y una Windstar; nueve armas largas de uso exclusivo del Ejército Mexicano; 365 cartuchos de diferentes calibres, tres cargadores, placas de los estados de Quintana Roo y Oklahoma, así como seis equipos de radiocomunicación.

Casualmente, uno de esos narcotraficantes del Cártel de Sinaloa detenidos en Kohunlich, Juan Ramírez Tijerina, se volvió famoso en julio de 2011, porque intentó fugarse del Cereso de Chetumal, donde ya estaba condenado a 20 años de prisión, escondido en el interior de una maleta que llevó su esposa a la visita conyugal, queriendo emular a su patrón, “El Chapo” Guzmán, que se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, escondido entre la basura.
El Cártel de Sinaloa opera en Belice

Después del intento de aterrizaje de la narcoavioneta realizado en Kohunlich, que fue impedido por el Ejército Mexicano, los barones de la droga dejaron de operar en la zona sur de la Entidad y desde ese momento Belice sustituyó al sur de Quintana Roo como la principal zona de operaciones del Cártel de Sinaloa en la actividad de bajar narcoaviones cargados de cocaína procedentes de Colombia, para luego introducirlos a México cruzando el río Hondo.

Esto se debe a que México y Belice comparten una línea divisoria fronteriza de 278 kilómetros de longitud, de los cuales 85 corresponden al límite marítimo en la Bahía de Chetumal y los restantes 193 son de la frontera pluvial marcada naturalmente por el río Hondo y sus afluentes, de modo que se trata de una región de gran extensión, donde los narcotraficantes aprovechan su nula vigilancia para usarla como trampolín en el tráfico de cocaína.

A ambos lados de la línea divisoria marcada por el río Hondo se encuentran grandes extensiones de cultivos de caña, así como caminos rurales que han sido utilizados para el aterrizaje de avionetas cargadas con drogas, tanto del lado beliceño como del mexicano, operadas por el Cartel de Sinaloa, comandado por Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.

Por ejemplo, en marzo de 2008, la vía carretera norte, la más importante del Belice, fue utilizada como narcopista a aproximadamente 100 kilómetros de la frontera con México, aprovechando que en ella existen largos tramos rectos entre comunidades y prácticamente no cuenta con vigilancia policial.

En esa ocasión se trató de una avioneta King Air C90 de 10 plazas, la cual supuestamente pudo transportar una o más toneladas de cocaína,

Dicha avioneta Beechcraft procedía de Colombia, contaba con la matrícula YV678, misma que en ese entonces tenía un valor de 4 millones de dólares.

Luego, se pueden mencionar dos casos que se presentaron a finales de 2010, uno en una pista de Sarteneja, ubicada a orillas de la Bahía de Chetumal, casi enfrente de la capital del Estado, y el segundo en la carretera del sur del país vecino.

Ambas aeronaves fueron detectadas con apenas un mes de diferencia, pues una descargó droga el 3 de octubre y la otra lo hizo el 13 de noviembre del mismo 2010.

La primera de las unidades logró dejar el cargamento de droga y regresar a su lugar de origen sin ningún problema, mientras que la segunda fue asegurada, la cual descargó unos 80 costales que contenían cocaína, así como 17 paquetes sueltos.

El segundo caso fue el que derivó en la detención de cuatro policías de Belice y un agente aduanal, por su presunta vinculación con el narcoavión bimotor tipo King Air 200 que aterrizó en la carretera de la aldea de Bladden, al sur de Belice, la madrugada del sábado 13 de noviembre de 2010.

Luego, en junio de 2011 un pequeño avión se vino abajo en el distrito de Orange Walk, en un área cercana a Guinea Grass, que se encuentra a la altura de comunidades quintanarroenses de la ribera del río Hondo como Rovirosa y San Francisco Botes.

Para entonces, el diario The Washington Post publicó el 11 de octubre de 2011 que el papel de Belice como un nuevo corredor de drogas llevó a la administración de Barack Obama a agregarlo a la “lista negra” de los países considerados como productores o que sirven como tránsito de narcóticos.

Para noviembre de ese mismo año, las autoridades descubrieron en el pueblo costero de Punta Gorda, ubicado en el distrito de Toledo, al sur de Belice, un avión bimotor color blanco, justo en medio de la carretera del sur. Dentro del avión las autoridades encontraron 2 mil 600 kilos de cocaína colombiana y cerca estaba un camión con alrededor de 500 galones de combustible de aviación.

Según las autoridades, la aeronave había parado en Belice para abastecerse de combustible, pero la policía beliceña concluyó que debido a que se le dañaron las alas al aterrizar, el Beechcraft Super King Air no fue capaz de despegar, por lo que la tripulación lo abandonó en medio de la selva.

Posteriormente, el 19 de abril de 2012, una avioneta Cessna 210 cargada de cocaína se estrelló en la selva de Belice, específicamente en el distrito de Corozal, paso fronterizo con México.
La pequeña aeronave hizo un aterrizaje forzoso y terminó estrellándose en la villa San Víctor, cerca de la frontera con Quintana Roo. Los ocupantes lograron llevarse la droga antes de que la policía llegara a la zona del percance. Agentes únicamente encontraron rastros del cargamento dentro del pequeño avión.

Esas eran las últimas evidencias de las operaciones de trasiego de drogas realizadas por el Cartel de Sinaloa, en la región fronteriza entre México y Belice, pero con la apertura de la narcopista que fue destruida el pasado diciembre de 2013 por el Ejército Mexicano, se tuvo evidencia de que la organización comandada por Joaquín “El Chapo Guzmán” Loera realizó allí su último intento de reactivar la narco – ruta que pasa por el sur del estado de Quintana Roo. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)

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