El programa del “alcoholímetro” ya no tiene pies ni cabeza.
De entrada, los agentes que participan en los retenes ya no tiene supervisión ciudadana y, lo peor, es que estos elementos no son los que fueron entrenados, cuando se dio origen a este programa contra conductores ebrios.
De hecho, los agentes comisionados al alcoholímetro ya no cuentan con distintivos de que forman parte de este programa, pues cualquiera puede ser llamado a los operativos de fines de semana.
Y por si fuera poco, también ya prescindieron de equipamiento como la caseta y las mesas para entrevistar a los conductores.
Y de plano, este programa degeneró en cuestión de meses en un foco de corrupción, que empieza en los retenes y termina en “El Torito”.