Cornelius Gurlitt, el anciano coleccionista de arte en cuya casa de Múnich se encontró un valioso tesoro artístico, ha fallecido en su apartamento de Schwabing (al sur de Múnich), según ha anunciado su portavoz en un comunicado.

“Cornelius Gurlitt ha muerto este lunes en su apartamento en presencia de su doctor y un enfermero”, dice el comunicado del portavoz, Stephan Holzinger.

Gurlitt, de 81 años, saltó a la fama el año pasado con el descubrimiento 1.280 obras de arte consideradas perdidas desde el final del régimen nazi. El pasado noviembre afirmaba haber entregado “todo el material” a la fiscalía. Sin embargo, el pasado febrero se encontraron otras 238 obras encontradas en otra casa de su propiedad en Salzburgo (Austria), entre ellas varias obras de maestros como Pablo Picasso, Claude Monet y Pierre-Auguste Renoir.

Gurlitt era hijo del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen nazi para negociar con obras del así llamado “arte degenerado”, que habían sido retiradas de los museos alemanes.

El coleccionista se mantuvo durante años en un casi absoluto anonimato, viviendo entre Múnich y Salzburgo, hasta que su colección fue descubierta en el marco de unas investigaciones por posible evasión fiscal.


Cronología del caso

El caso Gurlitt se inició el 22 de septiembre de 2010, cuando en un control de rutina en un tren que iba de Múnich a Zurich (Suiza) agentes de aduana encontraron una gran cantidad de dinero en efectivo en poder del coleccionista.

El hallazgo despertó la sospecha de que podía haber un delito fiscal de por medio, por lo que se inició una investigación que llevó, dos años después, a un registro de la vivienda de Gurlitt en Múnich, donde se encontraron 1.280 obras de artes.

Las autoridades lograron mantener el hallazgo en secreto un año más cuando el mismo fue desvelado por una publicación de la revista Focus. En noviembre de 2013, se empezaron a publicar en una plataforma de internet las obras de las que había sospecha que habían llegado a manos del padre de Gurlitt, después de que sus propietarios judíos tuvieran que venderlas a bajo precio por la presión de la persecución del régimen nazi.

Gurlitt llegó a un acuerdo contractual con la región de Baviera (sur) y el Gobierno alemán para devolver los cuadros que se demostraran robados por los nazis. (Fuente: Agencias)

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