No pudo ser más desafortunada la decisión de regresar al centro de Cancún, los juzgados del fuero común.
El Consejo de la Judicatura, presidido por Fidel Villanueva Rivero y conformado por los consejeros ciudadanos Gastón Alegre López y Marisol Balado; el magistrado numerario José Antonio León Ruiz y el consejero juez, Gilberto de Jesús Herrera Solís, decidieron mudar los juzgados penales que se encontraban adentro del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Cancún, como resultados de los destrozos cometidos por un grupo de presos, como uno de los efectos del enésimo motín del penal cancunense.
La decisión fue emigrar donde se pudo y el único lugar disponible para el Poder Judicial, es el centro de la ciudad.
Pero esa fue una solución que más que soluciones da problemas. Ahora, para que un preso acuda a una diligencia, requiere ser trasladado al centro de la ciudad, lo cual implica no solo un aumento en los costos de operación de la cárcel, sino, incluso, abre nuevas posibilidades de corrupción en la cadena de mandos de la cárcel.
De hecho, aún está fresca en la memoria de la ciudad, cuando el célebre delincuente Alejandro Chacón Mantilla se escapó cuando acudió a una diligencia a uno de los juzgados, que estaban a un costado del Palacio Municipal.
Y esto sin mencionar, que se agravarán los problemas viales del centro de la ciudad, de por si complicados, y que ya son un caos a partir de las obras de la nueva imagen urbana de la avenida Tulum.
Aunque finalmente se está pagando por años de que el Gobierno de Quintana Roo no ha tenido dinero para construir un Cereso con todas las de la ley en la ciudad más poblada de la entidad.
Pero no es que nunca haya dinero suficiente, sino el que hay, se ha destinado a otras “prioridades”.