MARRAQUECH.- El Real Madrid impuso la diferencia de calidad ante Cruz Azul, que se topó con Iker Casillas cuando pudo meterse en un duelo desigual, en el que el conjunto español exhibió su momento estelar para golear sin paliativos (0-4) y acceder a la final del Mundial de Clubes, el único título de prestigio que falta en sus vitrinas.
La segunda aparición del Real Madrid por el Mundial de Clubes dejó muestras de lecciones aprendidas, hambre de más éxito de unos jugadores que están haciendo historia, superioridad en calidad ante un Cruz Azul que, cuando pudo levantarse, se encontró con Casillas.
Se volvió a ver la mejor versión del capitán blanco, que firmó dos paradas salvadoras cuando muchos ya le habían jubilado. La pegada madridista hizo el resto.
El desgaste físico del Cruz Azul en los cuartos de final estaba en la cabeza de sus futbolistas. El físico debería igualar la distancia en futbol con el Real Madrid, pero los cambios de Luis Fernando Tena no fueron suficientes para poner freno a un campeón de Europa lanzado.
Los de Carlo Ancelotti demostraron que el bajón en su rendimiento en los últimos encuentros era porque tenían en mente el Mundial de Clubes.
Se adueñaron del balón conscientes de que con el mando del partido los riesgos eran menores. Isco quiso protagonismo de inicio y Cristiano Ronaldo perdonó.
Se cumplía el tercer minuto cuando un centro de Carvajal lo cedía de cabeza atrás Benzema y, con todo a favor para marcar, el portugués disparó a bocajarro para quedarse incrédulo ante la reacción repleta de reflejos de Corona.
El Cruz Azul sabía que sus opciones pasaban por el balón parado y en buscar el juego por las bandas. Encontró su punto fuerte en el costado de Marcelo, sin ayudas defensivas, donde Rojas le superó.
Quedarían en anécdota, pero los avisos mexicanos llegarían con un testarazo desviado de Giménez y un buen centro de Rojas tras apurar hasta la línea de fondo, sin ser frenado, que no encontró remate por milímetros con Casillas viendo cómo se paseaba el esférico por la zona de peligro.
La incomodidad de Cristiano contrastaba con las apariciones de Benzema. El francés ha aprendido a leer cada partido y se mueve en beneficio de su equipo. Se deja caer a una banda, deja espacios que aprovechan sus compañeros, se asocia con ellos con los ojos cerrados. Cada balón lo tocó con criterio. Rozó el gol con un disparo tras un robo de Kroos, tan ajustado que muchos aficionados lo celebraron cuando se movió el lateral de la red.
Las armas de Cruz Azul no pasaban por la elaboración. Evitar la zona central era una consigna, juego directo que fue controlado por la defensa blanca hasta que desaparecieron las ayudas de sus jugadores ofensivos.
La dureza del rival desesperaba a Cristiano, que seguía sin estar cómodo cuando apareció de nuevo el héroe de la Décima. Sergio Ramos rompió el partido con un nuevo testarazo. El centro perfecto de Kroos lo remachó con la testa el defensa español. Nuevamente decisivo.
Y no solo en el aspecto ofensivo, también fue salvador cuando el Cruz Azul quiso reaccionar. Siempre con Rojas desafiando a Marcelo. Un amago sentó al brasileño, pero su disparo, con marchamo de gol, lo frenó Ramos con el cuerpo lanzándose valiente. De la buena acción llegó el segundo golpe blanco. Primero la tuvo Kroos, con un disparo cómodo desde la frontal del área que sacó el portero mexicano, y tras una volea de Benzema no perdonó su segunda opción.
Desequilibró por la banda derecha siempre Carvajal. Muestra de su calidad con un túnel a Pinto y un balón picado para que llegase con tiempo Benzema. Puntera y gol. El Real Madrid se gustaba sin tener que apretar el acelerador. Cuando ponía ritmo en la elaboración su rival se tambaleaba.
Aún no aparecía Cristiano, que erraba dos contragolpes en acciones poco habituales en él. La ansiedad no debía despertar.
Pavone ganó la posición a Ramos y cuando éste reaccionó, un brazo suyo sobre el hombro del rival fue interpretado como penalti por el chileno Enrique Osses.
El disparo de Torrado, autor de dos tantos de penalti en cuartos de final, lo adivinó Casillas, que voló como hiciera ante Verza el pasado viernes, frente al Almería en la Liga, para salvar su segundo penalti consecutivo.
En la reanudación, el Real Madrid no concedió oportunidades al Cruz Azul. El conjunto mexicano buscaba salir con todo corazón, adelantaba líneas y le ponía en bandeja a los de Ancelotti una de sus armas preferidas: el contraataque. Así Benzema encontró la velocidad de Cristiano, que con un preciso centro al segundo palo asistió a Bale, que remachó el tercero.
Cómodo en el terreno de juego, con el total apoyo del público marroquí, el Real Madrid pudo pensar en la final mientras el Cruz Azul tiraba de orgullo para caer de pie.
Cristiano lo intentó de ‘rabona’ en otro contragolpe, pero como el gol se le negaba decidió dar su segunda asistencia. Fue a Isco, en ese tipo de acciones en las que se disfraza de Emilio Butragueño. Paró el tiempo con un recorte dentro del área y ajustó su disparo a un poste, inalcanzable para Corona.
El tanto del honor no llegó y no fue por falta de fe del Cruz Azul. Los cambios le impulsaron y Pablo Barrera salió con ganas, pero su disparo se estrelló en la madera. (Fuente: EFE)