En la víspera del 45 aniversario de Cancún, ciudadanos realizaron sendas protestas por el asesinato de un adolescente y la construcción de una gasolinera en la zona hotelera.
En la coyuntura de los 45 años de Cancún, dos temas sacuden a la celebración oficial: la inseguridad y la corrupción.
Pero sus autoridades estatales y municipales han optado por el autoelogio y la complacencia, el “no pasa nada”, en el aniversario de esta ciudad inventada, hace casi medio siglo.
El aniversario de Cancún bien debió de merecer una revisión de la situación de Cancún, que a sus 45 años arroja un déficit en la calidad de vida de sus ciudadanos.
Un pionero repite cada año que Cancún es un como niñote, que la ropa le quedó chica.
Las campañas políticas no sirven para revisar la situación de la ciudad, pues lo que prevalece son las promesas fáciles y el discurso rimbombante.
No hay mejor oportunidad de analizar el pasado, el presente y el futuro de Cancún, que su aniversario.
Que los cancunenses digan cómo ven sus ciudad, cuáles son sus problemas y hacia dónde va el aun destino turístico más importante de México.
La inseguridad, reflejada de manera dramática en el asesinato de una adolescente o la corrupción, que expone la construcción de una gasolinera en la zona hotelera, son síntomas de un Cancún que no va bien.
Y hay otros tipo de problemas: Cancún carece de un plan de movilidad, siguen creciendo los asentamientos irregulares y se ha reducido la derrama económica por la expansión del “all inclusive”.
Poco se ha avanzado en dotar de educación de calidad a los jóvenes o espacios para el sano esparcimiento de niños y adolescentes.
Y hay otros temas, pero lo terrible, es que la prioridad hoy es un recinto para grupos musicales y asuntos como que un hospital no se termina desde hace cinco años siempre pueden seguir esperando.
Es inadmisible que a sus 45 años, Cancún carezca de un teatro “hecho y derecho”, o una unidad deportiva completa.
Aunque los rezagos son un tema de cada aniversario Cancún, no se ha podido reducir el déficit de la calidad de vida de los cancunenses.
Y en este 45 aniversario, se reparten algunos pequeños golpes de pecho y se encienden los discursos del éxito arrollador, de la pertenencia turística y de que “vamos bien”.
Pero, los discursos, cada vez le quedan más chicos a la realidad de Cancún.