CHETUMAL, MX.- Los habitantes de Carlos A. Madrazo lo advirtieron con tiempo, y el jueves pasado demostraron a las autoridades que no estaban jugando, al linchar de forma salvaje a un ladrón ante la presencia de policías al grito de “¡vamos a matarlo! ¡Que se muera el cabrón!” así hicieron justicia por propia mano, marcando con sangre un episodio inédito en la historia de Quintana Roo.

Horas antes de este suceso, la mañana del jueves 4 de junio un grupo de pobladores de Carlos A. Madrazo ubicaron a uno de los presuntos ladrones que desde semanas atrás venían asolando a las familias.

“Lo detuvimos y lo guardamos, en espera de que llegaran los representantes de la Secretaría de Seguridad Pública y Policía Municipal, pero nunca se mencionó el arresto del supuesto ladrón, todo el pueblo estábamos de acuerdo de que había que darle una lección ejemplar y que le sirva a los otros”, dijo uno de los habitantes.

En la tarde de ese jueves, sostuvieron una prolongada reunión pública con el director general de la Policía Municipal Preventiva, Diddier Felipe Vázquez Méndez, y supuestamente llegaron a un acuerdo de brindar mayor seguridad en las poblaciones de Ucum y Carlos A. Madrazo.

Sin embargo, en un sector del pueblo se habían tomado determinaciones más radicales.

“Nosotros se lo advertimos a la autoridad, que nos íbamos a chingar al que sorprendiéramos robando porque ya estamos cansados de tanta inseguridad”, relató otro de los participantes.

Cuando el director general de la PMP se fue a Chetumal, tras concluir la reunión, pasadas las 7 de la noche, algunos pobladores se reunieron para tomar una solución y lo que iban a hacer con el detenido.

“La voz del pueblo fue clara: Hay que linchar al cabrón para que se acabe todo y sirva de escarmiento a los demás delincuentes, no vamos a tolerarlos. Si la autoridad no nos responde, entonces haremos justicia por propia mano”, comentó otro entrevistado.

Por eso, aproximadamente a las 21:00 horas del jueves, fueron por el sujeto que tenían detenido.
“Lo llevamos por las calles del poblado hasta el domo deportivo, ahí lo pusimos a la mitad de la cancha. Primero lo entrevistamos a nuestra manera, ¡a chingadazos!, para que soltara la sopa”, reveló otro habitante.

Abundó que todos participaron en la “chinga” que le pusieron al ladrón: “Le dimos unos buenos planazos con machete, otros desquitaron su coraje con lo que tenían a la mano, palos, bates. ¡Ya estamos hasta la madre que ni en casa estemos seguros! No hay arrepentimiento, porque ellos no se tientan el corazón para hacer daño a las personas”.

“Alguien habrá pedido el apoyo al número de emergencias, y cuando estábamos en lo nuestro con el ladrón, vimos que llegó el director de la Policía Municipal con su gente, y se dirigieron hasta donde estaba toda la gente linchando al cabrón y él platicó con nosotros, trató de llegar a un acuerdo, pero nadie quería. Nosotros queremos hacer justicia por nosotros. ¡Ya nos chingó, pues ahora que se chingue!”, dijo un joven visiblemente enojado y con machete en mano.

Eran ya alrededor de las 11 de la noche. El director de la PMP, Diddier Vázquez Méndez, se plantó frente a los enardecidos pobladores; apenas y se escuchaba lo que decía.

En ocasiones algunos hombres alzaban la voz: “¡Dejen que hable! Vamos a escucharlo”. Y el comandante policial les pedía cordura, no hacer justicia por su propia mano, mientras detrás de él, al menos 30 elementos lo custodiaban.

Pero los gritos volvían a surgir: “¡Vamos a lincharlo! ¡Hay que ahorcarlo al cabrón! ¡De una vez vamos a matarlo, no hay que esperar más!”.

Sin embargo, el directivo policial insistió varias veces, sin lograr convencerlos. “Ya amenazó a todos el puto, si lo entregamos a los pocos días regresará y cumplirá su promesa, y no queremos exponer a nuestras familias”, se escuchaba y la mayoría gritaba: “¡Vamos a matarlo de una vez!”.
Diddier Vázquez Méndez se retiró por un momento, para dialogar con sus comandantes y pedir el apoyo del comisionado de la Policía Estatal Preventiva, Efraín Ortiz Yeladaqui, e informarle de lo que acontecía y la gravedad de la situación, por lo que requería de mayor fuerza pública para poder contener a la turba enardecida.

Luego, el comandante policial ingresó al círculo de personas enardecidas, todos con machetes, bates y palos en mano. Se dirigió a donde estaba el ladrón sometido y golpeado, quien estaba bañado en sangre y con las manos atadas detrás, presentando cortes en la parte superior y posterior de la cabeza, sentado, y meciéndose una y otra vez, pues las fuerzas lo abandonaban y a duras penas se podía sostener tras la brutal golpiza que recibió.

Vázquez Méndez comenzó a cuestionarlo sobre la identidad de sus cómplices, por varios minutos. La voz del linchado se quebraba conforme avanzaba el tiempo, pues los habitantes de esa localidad no permitieron que Reynaldo Vargas Canché, titular de la Unidad de Respuesta a Emergencias Médicas y Bomberos, ingresara para brindarle los primeros auxilios.

“¿Quiénes son tus cómplices?”, preguntó el comandante al posteriormente linchado. “No tengo”, respondió. La misma pregunta la efectuó varias veces el comandante policial.

“¡Dame agua y te digo! – Primero dime quiénes son tus cómplices -. El Colas”, dijo. “El Colas. ¿Alguien lo identifica?”, preguntó de nuevo el jefe de la Policía Municipal.

Tras cuestionarse entre ellos, los pobladores señalaron que sí, y que vivía en Ucum, el pueblo conurbado del que sólo los separa la carretera a La Unión.

“Hay más personas, hace rato nos dijo otros nombres y el de una mujer. Habla. ¿Quiénes son los otros que mencionaste hace rato?”, gritaron algunos habitantes al ladrón, quien sólo se tambaleaba de atrás hacia adelante y alzaba la vista por segundos, sin responder.

“¿Quiénes son las otras personas? Habla, anda, dime quiénes son. El Cuate. ¿Conocen al Cuate? Eso dijo. ¿Alguien lo ubica?”, señaló Diddier Vázquez Méndez, pero todos se miraban entre sí y uno gritó: “¿Cuál de todos? Hay varios Cuates. – El hermano del Kikín”, dijo el comandante.

“Hijo de su puta madre, ya sé quién es”, exclamó uno de los habitantes quien dio referencias de quién se trataba a los demás pobladores. “¡Vamos por él, hay que hacer lo mismo con él!” Diddier Vázquez volvió a las preguntas: “¿Quién más, quién te lleva las cosas? Dime-. ¡Vamos a lincharlo, para que esperar¡ Sí, vamos a matarlo”, se escuchaba entre la multitud, mientras algunos de ellos amagaban con sus machetes, los cuales mecían una y otra vez.

Mientras Diddier Vázquez Méndez cuestionaba al ladrón, el comisionado de la Policía Estatal Preventiva, Efraín Ortiz Yeladaqui, ingresó entre la multitud, observó al presunto ladrón por unos segundos, se dio la media vuelta y se alejó. Un par de minutos después también ingresó al cerco humano el subsecretario de Seguridad Pública en la zona sur, Alejandro Gamboa Cadena, y al oído le susurró algunas palabras a Diddier Vázquez Méndez, y de igual manera se retiró.

Los policías estatales que llegaron con ellos también se establecieron alrededor del domo, sin ninguna intervención.

Diddier Vázquez Méndez prosiguió con el cuestionamiento: “¿Quién es la mujer que te lleva las cosas? – preguntó en varias ocasiones-. Natasha – respondió el ladrón-. ¿Quién es ella? – volvió a cuestionarlo el jefe policíaco-. Natasha es mi suegra. ¡Vamos por ellos y los traemos aquí y los matamos a todos juntos”, pedía a gritos la gente alzando sus machetes, y uno de ellos tomó un lazo y lo colocó alrededor del cuello del supuesto ladrón, sin presionarlo.

El director de la PMP se levantó y habló con las personas que conformaban el círculo que rodeaba al ladrón, y tras un diálogo de poco más de veinte minutos llegaron al que se suponía era un acuerdo: que un par de pobladores subiera a las patrullas para ir por las personas que señaló el linchado, por lo que el comandante policial encabezó la búsqueda.

Pasaron unos cinco minutos, cuando arribaron elementos de la Policía Ministerial, quienes portaban cascos y chalecos antibalas, se formaron a unos cuántos metros del domo frente al kiosco del parque. Al ver su llegada, los habitantes gritaron: “¡Vamos a matarlo, ya llegaron más policías, si se va a morir que se muera de una vez!”

A la distancia se escucharon varios golpes, los más enardecidos entre los pobladores ya no aguardaron más, comenzaron a darle planazos en todo el cuerpo. “¡Apaguen las luces que este cabrón se va a morir!”, se oyó a lo lejos. Y en segundos el domo se quedó sin alumbrado.

Algunos de ellos comenzaron a “picarlo” en el pecho con la punta de sus machetes; alguien colocó el machete en su cuello y dio el tajo mortal, exactamente siendo las 00:10 horas ya del día viernes 5 de junio, lo que aún de lejos se pudo observar al ser alumbrado por varias linternas.

El hombre comenzó a convulsionarse y la sangre manaba a borbotones de su cuello principalmente. Al percatarse de esto, todos los arremolinados a su alrededor salieron en distintas direcciones, unos corriendo y otros en moto, gritando ¡vamos por los otros, hay que traerlos y hacer lo mismo! Y como por arte de magia, en menos de un minuto sólo quedaron alrededor del domo policías estatales, municipales y ministeriales, alrededor del ladrón degollado.

Los paramédicos de la UREM que permanecieron ahí por aproximadamente cuatro horas se dirigieron al ladrón, y cuando le revisaban el pulso se escuchó un tipo de ronquido, lo que fue su último suspiro, y en ese momento lo declararon muerto. De inmediato policías ministeriales rodearon el cuerpo, para posteriormente acordonar el área.

Peritos de la Procuraduría General de Justicia trabajaron poco más de cuatro horas recabando evidencias, entre ellos un bate de beisbol que fue localizado en el domo, mismo que se utilizó para castigar al supuesto centroamericano, el cual en el pueblo presuntamente decía llamarse José Juan Pérez Ramos y que era expresidiario miembro de la Mara Salvatrucha, sin que hasta el momento la PGJE haya confirmado la veracidad de esos datos.

Los habitantes de Carlos A. Madrazo cumplieron con su cometido y asesinaron a quien señalaron de ser el responsable de los múltiples robos a casa habitación que se registraban a diario en esa localidad. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)

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