Puede sonar ya cotidiano, pero el día de hoy quedó nuevamente comprobado porqué los medios -y sobre todo los periodistas y pseudoanalistas políticos en Quintana Roo- no están siendo profesionales, éticos, con vocación de informar.

Son medios, locutores y periodistas a modo, fantoches, unos simplones aplaudidores del peor espectáculo de circo.

Apenas hace unas horas, un grupo de periodistas, de los cuales nunca había puesto en duda su trabajo y credibilidad, los vi y escuché siendo unos más del montón de periodistas simuladores que tanto abundan en el estado.

Estuvieron frente a frente con el funcionario más desprestigiado del estado (después del gobernador Roberto Borgue), Rangel Rosado Ruiz, a quien no se le pregunto absolutamente nada coherente ni necesario.

No hubo nada más que risas, una que otra pregunta “incomoda” (que más bien fue para quedar bien con el auditorio y aparentar lo que no son) y mucho, pero muchísimos halagos de su trayectoria pública.

No se le pregunto sobre las injustas detenciones en contra de luchadores sociales, ni se le cuestionó sobre su ya conocida, documentada e inexplicable riqueza, ni sobre el acoso en contra de periodistas y medios independientes, sobre los ataques e injurias en contra de los que sí tienen la valentía de alzar la voz.

Cualquiera pudiera sentirse decepcionado de un programa que ve todos los días, pero aceptar este tipo de prácticas periodísticas tan deplorables en un ambiente como el que se vive en el estado, nunca debe ocurrir.

Se van al montón y, con poco credibilidad los del programa Omelette-político.

Gustavo Brito Torres
@gbritotorres

NOTA DEL EDITOR: Esta es una colaboración de nuestros lectores enviada por correo electrónico.

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