No hay en la Constitución Política de Quintana Roo ningún apartado que diga que para ser gobernador hay que ser nacido en el estado.
Pero según la ‘Historia Universal de la Infamia’ de Borge (no confundir con Borges), el nuevo e insólito James Monroe del Caribe, no hay más que decir: Quintana Roo le pertecene a los quintanarroenses y sólo ellos tienen derecho de gobernar un estado que, paradójicamente, ha sido construido por yucatecos e inmigrantes de todas partes de país y aun del mundo.
Siete gobernadores ha tenido Quintana Roo en su corta historia, todos quintanarroenses, y, según Borge, todos lo han hecho bien, afirmación temeraria que resulta cuestionable y fácil de rebatir.
Sin embargo, para fines de esta columna, que está centrada en la sucesión del 2016, el mensaje del Gobernador Roberto Borge ayer en Chetumal, durante el tercer informe de labores del diputado Raymundo King, es significativo pero no por lo que creen sus aduladores, sino por los miedos y la fobias que refleja: el miedo a que su grupo político pierda el poder y la fobia a que sea a manos de un yucateco, en este caso, el odiado Carlos Joaquín González, ex alcalde de Solidaridad y actual subsecretario federal de Turismo.
Es por ello que, de un plumazo nativista, Beto Borge pretende reducir el número de aspirantes a la gubernatura, eliminando a los ‘incómodos’ y a los ‘arribistas’ que tienen por origen, oh desgracia, a Yucatán. El objetivo es tener una sucesión a modo que se disputaría entre los precandidatos que, según él, sí tienen derecho por ser quintanarroenses.
Así, por obra y gracia de su ocurrencia, si por él fuera, de la lista de la sucesión quedarían eliminados Carlos Joaquín González, Mauricio Góngora, Paul Carrillo y Gabriel Mendicuti, todos yucatecos de nacimiento aunque todos tienen muchos años viviendo y trabajado en Quintana Roo, donde han hecho sus carreras en la política y el gobierno.
Los únicos con posibilidades, en este esquema borgista, serían José Luis ‘Chanito’ Toledo, Raymundo King de la Rosa, Eduardo Espinosa Abuxapqui y hasta Cora Amalia Castilla Madrid que recientemente alzo la mano como la única mujer en la contienda, aunque no sea bien vista.
Y si la sucesión fuera así de fácil, Borge ya la tendría resuelta y no habría necesidad de meterse en nuevos entuertos declarativos.
Después de todo llama la atención que el actual mandatario defienda el nativismo como discurso político cuando él mismo presume su ascendencia libanesa.
Es decir, si nos ponemos chovinistas como Borge, tendríamos que anotar que es paradójico que aunque a Quintana Roo sólo lo quiera para los quintanarroenses, sea gobernado por un descendiente de inmigrantes y, además, orgulloso de su pasado extranjero.