Vaya que sorprendió Andrés Manuel López Obrador con el nombramiento de José Luis Pech Várguez como virtual candidato de Morena para Quintana Roo.

Es un inesperado jugador en este ‘Juego de Sillas’.

No se puede negar que Pech Várguez tiene un currículum interesante y amplia experiencia, pero como funcionario de tres gobiernos priistas.

Fue secretario de Turismo con Miguel Borge, tío de Roberto Borge, actual gobernador.

Fue secretario de Gobierno y de Hacienda con Joaquín Hendricks Díaz.

Fue, además, secretario de Educación con Félix González Canto, quien lo nombró Rector de la Universidad de Quintana Roo.

En su expediente, saltan a la vista varios asuntos peliagudos en los que Pech Várguez actuó como gente del sistema para aplacar conflictos, atajar a opositores o facilitar negocios del gobernador en turno.

Nada para presumir ni para ser distinguido.

Tras su renuncia precipitada en 2011 a la Uqroo por pugnas internas inducidas, en 2012 amagó con irse al PRD como candidato a senador, pero nada pasó, salvó que su hijo fue nombrado Rector de la Upqroo, donde aún sigue.

Y Pech Várguez se siguió manejando con un bajísimo perfil que ya hasta muchos creían había regresado a Yucatán.

Cierto es que, así en la vida como en la política, se vale rectificar, pero después de su larga trayectoria de 24 años al servicio de gobiernos priistas, no se le ven sus méritos democráticos o ciudadanos. No se ve su talante crítico ni opositor.

José Luis Pech Várguez fue siempre hombre del sistema y es peligrosamente cercano a personajes como Félix González Canto, mas que a Borge mismo con quien también tiene una historia para contar.

Así las cosas, Pech Várguez tiene por delante un arduo trabajo para convencer a los quintanarroenses que no es lo que todos dicen y que puede representar un cambio, en consonancia con lo que AMLO ha ofrecido en sus recorridos por todo México.

Pero, a partir de aquí, todo se ve cuesta arriba.

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