Siempre se ha dicho que el turismo debe de ser una prioridad, pero las cosas se están saliendo de control y de la razón.
Y es que ha sido con propaganda cómo se ha pretendido resolver los feminicidios que, uno tras otro, han ocurrido en Cancún en las últimas semanas.
Hay un terror en declarar la alerta de género, a pesar de que siguen los feminicidios.
Se ve a la alerta de género como un golpe propagandístico “negativo a la imagen del destino”, más que un instrumento para atender esta inusitada cadena de feminicidios en Cancún.
Hasta ahora, las estrategias han dejado mucho qué desear como establecer un mando único con Juan Pedro Mercader Rodríguez, que más que policía es constructor y él mismo trabajó de la Procuraduría.
Y frente a la tragedia se pondera un escenario de crímenes pasionales, casi emulando la máxima del ex procurador Bello Melchor Rodríguez que, en su momento, responsabilizó a las mujeres de sufrir acoso y ataques por usar minifalda.
Casi, casi, la autoridad está culpando a las mujeres por tener novios o admiradores trastornados y tácitamente emite la recomendación de tener más cuidado cuando escojan a su pareja.
Pero la voces de repudio por los asesinatos y, ahora, por la ineficacia de la autoridad, nada tienen que ver con oportunismo político ni de un competidor que vio la oportunidad de afectar la imagen del destino.
Estas voces son de alerta por una realidad, que la autoridad sólo atina a censurar.
Pero parece que es la realidad la que conspira contra la imagen del destino.