El tan publicitado Teatro de la Ciudad de Playa del Carmen bien merece algunos comentarios, porque su costo ha sido de varios cientos de millones de pesos.
Unos trescientos millones de pesos por parte de la administración del presidente municipal Filiberto Martínez Méndez y otros trescientos millones de pesos con el actual presidente municipal Mauricio Góngora Escalante. Diez o veinte millones más o menos, el costo total baila en cifras de centeneras de millones.
Cantidad suficiente para construir un hotel de 500 habitaciones.
Teatro quiere decir: Opera, Ballet y Orquesta Sinfónica.
En Playa del Carmen cometemos el gran error de aplaudirnos porque comparamos Playa con Playa sin mirar fuera. Al decir, “teatro” nos referimos a El Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. Al Teatro Santos Degollado de Guadalajara. Al Teatro Peón Contreras de Mérida. A la Ópera de París, la Scala de Milán, el Teatro Estatal Académico Bolshói en Moscú y desde luego el Royal Albert Hall de Londres.
Quien conoce estos teatros o los ha visto en internet, podrá algo perdonar la fachada del edificio playense y condenar sin remedio su pésima ubicación porque pudo ser el remate de una avenida en perspectiva. El interior no lo salva ni la varita de Harry Potter. Es un cine de baja calidad. Y sin añadimos observaciones superiores, habremos de concluir que esta construcción que ya se gotea, la podremos bautizar como TEATRO NACASIA Y NACARANDA.
De nuevo, es preciso repetir, teatro quiere decir: Ópera, Ballet y Orquesta Sinfónica.
En Playa del Carmen, el Teatro de la Ciudad, NO TIENE FOSO PARA LA ORQUESTA. Por tanto no sirve para la Compañía del Ballet Bolshói, sera cuestión de traer expertos en narcocorridos y bandas gente banda. Se olvidaron, nada menos que del FOSO PARA LA ORQUESTA.
También olvidaron del PISO PARA BALLET. No hay linoleo profesional para danza clásica. El que existe es en extremo resbaloso. Y si hubieran colocado el suelo adecuado ya estaría estropeado por el pésimo uso dado al llamado Teatro de la Ciudad o Teatro Nacasia y Nacaranda. Por ejemplo el escenario lo usaron para la toma de protesta de una organización y las participantes subieron con tacones. Esperemos que este local no se utilice para mitines de campañas electorales.
LA ACÚSTICA es la de un auditorio o sala de cine. Sin micrófono no se escucha la música en el parte alta o mezzanine. Por otra parte además de no tener foso para la orquesta, tampoco cuenta con un reproductor de música profesional. Para colmo colocaron el aire acondicionado en la paredes, por tanto en las ejecuciones musicales llegan momentos en que predomina el rumor de las máquinas sobre el concierto. Es bien sabido que el sistema de ventilación y clima va en el techo o en el piso, nunca en las paredes. Aspecto menor si se trata del Teatro Nacasia y Nacaranda.
Antes de pasar a otros aspectos, podemos resumir que por ACÚSTICA no sirve para Ópera. La Orquesta Sinfónica no tiene su sitio. No se puede bailar Ballet a no ser que la compañía lleve su propio piso. Para merecer el nombre de teatro debe ser la casa de la Ópera, del Ballet y de la Orquesta Sinfónica.
LOS ACCESOS no fueron pensados. Como es el caso del acceso de la sala al escenario y de la sala a la parte posterior del escenario, Olvidaron el pasillo para comunicarse por la parte superior del escenario. Paso por atrás del ciclorama. Falta el “paso de gato” sobre el escenario para atender la iluminación, ahora se ven obligados a usar arnés y estar como piñatas colgados de la cuerda al estilo Nacasia y Nacaranda.
Si al ingresar a la sala, se levanta la vista, el techo mal puesto deja a la vista cableado y estructuras.
Este gobierno municipal que se precia de ser incluyente, olvidó el elevador para poder acceder al piso superior o mezzanine. He visto a un joven con muletas subir y bajar las escaleras.
Olvidaron otro aspecto básico, la luz de pasillo de piernas y luces laterales (diablos), de modo que al apagar luces generales es imposible caminar por la densa oscuridad.
Los baños son insuficientes, su mal cálculo parece responder al desconocimiento de la clásica PUNTUALIDAD y de un teatro. Sólo en el intermedio, hay tiempo de pasar al baño. Pero la actual dirección desconoce al “ABC” del teatro y las funciones inician tarde, cometen el pecado mortal de permitir la entrada a la sala cuando ya inició la obra y las puertas se abren y cierran por mil motivos.Como si fuera un cine, gente entra con alimentos. Los baños de la planta superior están tan mal diseñados que si la puerta queda abierta, desde el pasillo se ven los migitorios.
El vestíbulo o hall carece de amenidades y detalles artísticos. No hay donde tomar asiento. Falta el punto de encuentro para un café o brindar por la excelente representación.
Los camerinos de los artistas carecen de encanto y primor que les ha de caracterizar y resultan un remedo blanco de consultorios médicos, se diría que son sobras de materiales del Hospital General.
La sala, en vez de hacer gala de las dinámicas formas y vivo colorido de los bordados mayas, lleva los colores de una funeraria.
El estacionamiento amén de ser muy pequeño es fuente de lodo o polvo según la estación. Es incomprensible obligar que el público ingrese al teatro con el calzado lleno de fango.
Estas simples observaciones han de ser validadas por expertos del mundo artístico que podrán proponer soluciones a varios de los evidentes fallos..
Para los amantes de la cultura y música clásica, el mal entendido estilo minimalista y los crasos errores del llamado Teatro de la Ciudad lo comparan con el equivalente a un pie de casa de lo que debiera ser una magnifica realización.
Pablo Pérez Guajardo
Sacerdote católico
Playa del Carmen
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Correo padrepabloperez@gmail.com