Hay quienes juran y perjuran que el ‘veto’ a Carlos Joaquín será contundente y el subsecretario de Turismo se quedará otra vez en la orilla.

Con este ‘veto’ se hace suponer que no habrá poder en el universo que pueda contradecir los deseos del actual inquilino de la Casa de Gobierno de convertirse en una especie de Félix González II, que prolongará su mandato con su sucesor.

Y que estos deseos expedidos desde la Casa de Gobierno se reproducen en cada uno de los militantes del PRI de Quintana Roo, de tal manera que si Carlos Joaquín es el candidato, no solo fracturaría al Revolucionario Institucional, sino que nadie en el este partido votaría por él.

Sin embargo, parecería que hay un efecto ‘bumerang’ en los estrategas de la Casa de Gobierno, pues el ‘veto’ cada vez tiene menos influencias en la filas del PRI.

El ‘veto’ se vuelve en un mito pues Carlos Joaquín no significa el fin del mundo para el priismo quintanarroense, sino al contrario.

Y lo que es peor, para los estrategas de la Casa de Gobierno, es que además Carlos Joaquín tiene simpatías en la oposición, tanto en la izquierda como en la derecha.

Y curiosamente, los estrategas de la Casa de Gobierno convirtieron a Carlos Joaquín no solo en un factor de unidad dentro del ‘tricolor’, sino también fuera del PRI.

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