Designaciones, más difícil que ganar una elección
Por: Miguel Á. Martínez Castillo. (*)

Un instante más y habrás olvidado todo; otro, y todos te habrán olvidado.
Marco Aurelio. Emperador Romano (121-180 d. C.).

Si algo caracterizará al 2016 será porque habrá renovación de 13 gubernaturas, 441 diputaciones locales y 1,182 ayuntamientos en una tercera parte del país. 3 de las actuales gubernaturas son gobernadas hoy por la oposición: Puebla, Oaxaca y Sinaloa. El resto está bajo dominio del PRI. Pienso, luego de una revisión a las últimas encuestas realizadas por El Universal en entidades como Tlaxcala, Quintana Roo y Oaxaca, así como en el municipio de Tijuana, que la parte más complicada para el PRI será la definición de su candidato y no tanto el proceso electoral per sé.

Señalo lo anterior puesto que el poder del presidencialismo en México está atravesando por una crisis de efectividad, aunque ello no significa que haya desaparecido. La alternancia en 2000 no sólo afectó a este partido político en el hecho de perder la presidencia sino también en su vida interna. Reconfiguró los mecanismos de selección de sus candidatos y transfirió –durante 12 años- el poder de decisión sobre la sucesión a los gobernadores. Con el retorno del PRI a la presidencia en 2012, ese poder se ha visto amenazado pues hasta los partidos tienen sus demonios internos.

Aunado a ello, el poder desmesurado de los gobernantes en sus entidades ha llegado a niveles, considerado por sus propios correligionarios, como insostenibles: seguridad, deuda pública, tráfico de influencias, corrupción e impunidad son sólo algunos ejemplos de los abusos de autoridad que realizan. Sin embargo, esta realidad no sólo se vive en el PRI sino también en las entidades gobernadas por la oposición. En todas existen realidades similares aunadas a un control sobre los partidos que los impulsaron a nivel local. El caso de Puebla es el más evidente.

Hasta ahora, sólo en dos entidades se ha definido candidato a gobernador por el PRI: Durango y Chihuahua. Cada uno con circunstancias particulares: en Chihuahua se eligió un perfil que si bien no era el favorito en las encuestas, ha dado resultados positivos en Ciudad Juárez como alcalde; en Durango, el candidato salió de una lista de 5 aspirantes, lográndose un consenso –o negociación- entre todos. El camino apenas empieza y aún quedan pendientes por definir 10 entidades más (Colima es la excepción puesto que hay proceso extraordinario y el PRI designó al mismo candidato).

Y una de esas entidades es Quintana Roo, donde, bajo una óptica personal, el PRI atraviesa por un momento crucial en la definición de su candidato. De 7 aspirantes que en su momento habían manifestado abiertamente su intención, hoy la competencia se define entre 2: José Luis Toledo Medina y Carlos Joaquín González. El primero de ellos, es diputado federal y su mayor mérito es ser un actor político muy cercano al Ejecutivo local. El segundo, ex alcalde de uno de los municipios más importantes de Quintana Roo (Solidaridad) y ex subsecretario de Turismo federal, cuenta con el respaldo de su medio hermano y Secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell y del Secretario de Turismo, Enrique De la Madrid, para aspirar a la gubernatura.

Quintana Roo tiene una particularidad con respecto al resto de los estados donde habrá elecciones: es el último que abrirá su proceso electoral (hasta febrero), lo que permite a los aspirantes tener más tiempo de hacer precampaña, como hoy lo realizan. Pero también se presenta un fenómeno que si no es nuevo, sí es cada vez más intenso: la guerra interna. Las diferencias entre Joaquín González y el grupo político que hoy gobierna Quintana Roo no son un secreto. Ambos aspirantes poseen hoy respaldos importantes para ser designados candidato por su partido, lo cual debe darse en las próximas semanas.

Aquí es donde surgen las interrogantes. ¿Qué decisión tomará José Luis Toledo si no es candidato por su partido o cuál será la reacción de Carlos Joaquín si no le favorece el resultado? ¿Quién renunciará a su partido y buscaría la gubernatura por otra fuerza política? ¿Qué reacción habría en caso de que un tercero fuera designado en aras de buscar un equilibrio entre ambos grupos políticos? ¿Qué tan incluyente sería el candidato designado y que tan cooperativo sería el rechazado?

La única encuesta realizada en Quintana Roo en diciembre pasado y daba una ventaja al PRI de 3 a 1 sobre cualquier otra fuerza política. Esta tendencia seguramente cambiará pues el porcentaje de indecisos es aún mayor pero por un lado, deja en claro que la preocupación más importante para el PRI tiene que ver con la designación de su candidato y la disyuntiva que puede generar si uno de los dos aspirantes decide continuar su camino por la vía de otro partido político. Y no parece estar fuera de la realidad, pues uno de ellos, Carlos Joaquín, ha sido bien visto entre quienes hoy representan la oposición en la entidad y otros, incluso, públicamente han hecho manifiesto su apoyo a pesar que no tienen definido quién será el candidato de su partido.

El PAN es quien mayor aceptación ha mostrado de contar con la figura de Carlos Joaquín para representarlo en la candidatura. Reducido al mínimo en cuadros políticos competitivos, espera la resolución del PRI para definir a su futuro candidato. ¿Qué harán aquellos que, estando en otro instituto político, han expresado abiertamente su apoyo si Carlos Joaquín fuese designado candidato en el PRI?

El apoyo de este sector de la oposición en Quintana Roo puede representar un arma de doble filo para el aspirante priísta y ex Subsecretario de Turismo. Por un lado, puede ser visto como una medida de presión para obtener la candidatura, puesto que de no quedar, tiene la opción de ir por otro partido y poner en riesgo la hegemonía priísta –al menos en teoría- no sólo en el Poder Ejecutivo sino también en el Legislativo. Por el otro, puede ser una fortaleza puesto que de resultar nominado candidato por su partido, un importante número de simpatizantes no priístas se sumarían a su proyecto.

No dudo que la competencia es intensa. Dos cuestiones me dejan asombrado: la primera, que el PRI está en riesgo de perder la gubernatura e importantes espacios en los ayuntamientos y el Legislativo local y, dos; que la oposición dependa de lo que el PRI decida para definir su futuro político. Esta realidad no dudo que se reproduzca hoy en otras partes del país.

El tintero.

Inicia 2016 y con ello la cuesta de enero, misma que se ha hecho extensa a las entidades. El Distrito Federal, Nuevo León y Chihuahua ocupan los primeros lugares en mayor cantidad de deuda, que oscilan entre los 41,300 y 67,500 millones de pesos. Sólo dos entidades actualmente tienen su deuda equiparable al 100% de sus ingresos totales: Quintana Roo, con el 101.1% y Coahuila, con el 100.9%.

11 aspirantes competirán por la vía independiente en 8 entidades para obtener la gubernatura: de ellos, hay 3 expanistas, 3 expriístas, 3 empresarios, 1 profesor y un legislador independiente. Deberán lidiar con la compleja legislación estatal que pone más de un freno a sus aspiraciones.
Puerto Morelos es ya oficialmente municipio. Desprendiéndose de Benito Juárez (donde se encuentra Cancún), se convierte en el integrante número 2,446 y próximamente elegirá a su primer ayuntamiento.


(*) Internacionalista, Maestro en Ciencias en Estudios en Relaciones Internacionales, investigador independiente y analista político. http://columnapensamiento.blogspot.mx/

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