El día de hoy, lunes 22 de febrero de 2016, José Luis Pech Várguez (1954), viejo ex político con larga data en el priísmo quintanarroense, se registró como precandidato a gobernador en Quintana Roo con las siglas de Morena, el partido iglesia donde, según su líder atemporal y “moralmente invencible”, cualquier priísta es perdonado de sus pecados en caso de que se afilie a Morena.
Y tal parece que Pech Várguez le hizo caso al líder omnisciente, pues después de su salida intempestiva del rectorado de la UQROO apenas iniciando el periodo del actual gobierno y e iniciado, a su vez, el segundo periodo como rector de Pech Várguez; y después de un periplo de hombre supuestamente “caído en desgracia”, pasó por las siglas del PRD –tuvo intenciones de ser Senador por ese partido-, le estrechó la mano al “Greg”, y al final buscó y encontró su camino a Damasco al abrírsele los bronceados cielos de Morena.
Pech, junto con el candidato de la alianza Quintana Roo Une, Carlos Joaquín González, y al parecer, el virtual candidato del PRI, José Luis “Chanito” Toledo, serán una tercia que en los próximos meses estarán disputando el voto a un electorado quintanarroense que, para algunos, se ve como una presa fácil comprada con las dádivas presupuestales, un electorado a quienes los políticos profesionales confían de su mala memoria y de su portentosa capacidad para digerirlo todo.
Y, al parecer, Pech Várguez confía, y mucho, que el electorado quintanarroense le sabrá perdonar, o más preciso, ya habrá olvidado que al principio de su rectorado de la UQROO (dirigió a la UQROO de 2005 a 2011, sin ninguna relevancia académica), Pech Várguez estuvo involucrado en la irregular desincorporación de terrenos costeros que la UQROO tenía en Tulum, terrenos que ahora forman parte de exclusivos desarrolladores hoteleros. Como secretario de gobierno y hacienda, tuvo la responsabilidad de “ahorcar” financieramente al Cancún del opositor a Hendricks Díaz, Juan Ignacio García Zalvidea. Y como rector de la UQROO, su paso se puede caracterizar de nulo interés académico, de autoritarismo cerril y tropical, y de golpear con fuerza la dignidad de los académicos de la UQROO, mientras que a los que le prestaban reverencia vomitiva les llenaba de canonjías. En una imagen pública que se tiene de su actual trayectoria política “postpriísta”, a Pech Várguez, un jubilado del ISSTE desde 2014 y que se dedicaba a asesorar a uno de sus hijos en “un negocio de gastronomía”, podemos concebirlo igual como alguien que ha fumado por larga data, y que un día decide dejar de hacerlo: la necesidad de nicotina y alquitrán, de vez en vez le asalta a su organismo, y eso mismo le sucedió con su retoño, José Luis Pech Galera, quien contrario a su padre (Pech Várguez dice contar con un doctorado en ciencias administrativas), sin más méritos académicos, y con la anuencia del gobernador Roberto Borge Angulo, desde 2013 funge como rector de la Universidad Politécnica de Quintana Roo, donde se le ha señalado por sus fiebres de bragueta y hasta plagiar el trabajo de una docente para conseguir una maestría. Este rectorado fue un regalo que su padre, el jubilado del ISSTE y que desde agosto de 2015, ungido por el legendario líder de la Montaña tabasqueña, se erigió como “Promotor de la Soberanía Nacional”, negoció en secreto con el gobernador actual de Quintana Roo:[1] la mafia partidista paga si te sabes portar, o si sabes tener tu nivel de servidumbre en la medida de lo tolerable. Y Pech, desde luego, es un hombre crecido en los usos y costumbres del sistema, de ahí que nada de extraño sea el hecho de que se haya convertido en el candidato Morena, o el candidato que Rafael Marín, el actual presidente de Morena en Quintana Roo, quiso que sea. Un militante de Morena Quintana Roo, me ha dicho que Marín “es compadre de AMLO y por instrucciones de AMLO, él (Marín) puede poner y quitar a quien quiera”.
Lo cierto es que, visto en un pequeño espacio de tiempo desde que Morena Quintana Roo se puso como segunda fuerza en las pasadas elecciones federales, la hipótesis que muchos –tanto seguidores de Morena, descreídos de Morena y nuevas figuras políticas crecidas en los márgenes del dizque “único partido de izquierda en Quintana Roo”- estriba en afirmar que Morena Quintana Roo dilapidó en menos de un año todo lo que políticamente obtuvo. Al parecer, las guerras intratribales se sobrepusieron a lo que el líder insuperable, el maestro que dio el decálogo de la ley, quiso que fuera: mientras que unos hablaban de “la esperanza de México y Quintana Roo”, César Calderón, quien fuera secretario general del CEN de Morena, para octubre de 2015, estentóreo, dijo que con las elecciones internas de ese partido, Morena se había convertido en una figura amorfa sin pies ni cabeza. Días antes, para fines de septiembre, señaló que a Morena Quintana Roo le estaban revoloteando, circuyendo constantemente, “buitres” “cuya finalidad es infiltrarse para apropiarse del partido”. No sé si el dicho de Calderón lo pensó antes de la elección de Pech Várguez como “promotor de la soberanía popular” en ese estado, lo cierto es que podemos apuntar que el canibalismo interno de Morena Quintana Roo ha resultado, al parecer, el más grave de las fracturas internas que se ven en otros partidos, incluido el priismo. Y es que, como muchos han visto, la erección de Pech Várguez como candidato al parecer único en Morena, levantó ámpula y más de una ceja, que se visibilizó claramente por medio de las redes sociales, donde la molestia y el fastidio ante la figura de Pech Varguez representando a Morena, es apabullante. Hasta ahora, nadie explica por qué el líder incuestionable de Macuspana lo erigió (se baraja hasta la idea de un “pacto”, de una “entrega” de Morena Quintana Roo efectuado por el líder omniperfecto).
Lo cierto es que las muestras de descontento contra Pech Várguez se pueden dividir en varios frentes: los indecisos, que ven mucho la figura del político, es uno de esos frentes. Otros frentes son las voces de miembros de partidos de izquierda en Quintana Roo distintos a Morena. Para muchos de estos, niegan que actualmente Morena sea el único partido de izquierda, y más bien, tienen un mote para los actuales dirigentes estatales de ese partido: los llaman “PRI-ETOS”, por su cercanía indubitable con el priismo quintanarroense. Una antigua dirigente de ese partido, muerta recientemente, era tía del gobernador actual. El proceso de “cambalache político”, la llegada de esos “buitres”, como refería Calderón, desde luego que no comenzó en las elecciones últimas federales en que Morena Quintana Roo se posicionó como segunda fuerza, pero sí se acentuó en ese momento. Para otros hombres y mujeres de izquierda que no forman parte de Morena en Quintana Roo, ese partido, salvada la retórica populista, se ve como excrecencia directa del priísmo borgista: “Curiosamente las cosas se fueron acomodando más después de las elecciones donde Morena quedó en segundo lugar”.
Sin embargo, el cuestionamiento directo al “compadre” del líder senescente de Tabasco, proviene de las mismas bases disconformes de Morena Quintana Roo: ellos, a pesar de demostrar su inconformidad con la cúpula de Morena en el centro del país, tal parece que solo las voces del actual presidente estatal de Morena, Rafael Marín, y de Pech Várguez, son las que cuentan. Basados en disposiciones normativas internas de ese partido -los famosos “estatutos”- un grueso grupo de descontentos con la elección de Pech Várguez como candidato único, no pueden ni siquiera señalar públicamente su descontento por el hecho de que “los trapitos sucios se lavan en casa”. “Fuimos a la nacional a poner las inconformidades y con pruebas pero se las pasaron por el arco, llegaron unos diputados a Quintana Roo y dijeron que las instrucciones de AMLO es que hagan lo que diga Marín en Quintana Roo”. De ese nivel es el estado de cerrazón, de autoritarismo y soberbia tronitronante del líder indiscutible.
Todos los comentadores de Quintana Roo indican que Morena en ese estado es la segunda fuerza. Lo que no dicen esos comentadores, fue que Morena es un efecto directo de AMLO. A falta de una figura política opositora (digo opositora, no me refiero a su origen partidista), muchos quintanarroenses, hastiados del Borgismo, votaron por AMLO en el 2012 a nivel federal, pero a nivel local dividieron su voto o no votaron, y ya sabemos que dividir o no votar son puntos para el núcleo duro priísta. Ahora bien, lo interesante de estas elecciones de 2016, es que, ahora sí, sí se tiene una figura política que lleva como bandera el anti borgismo. Aunado a esto, tenemos a un representante de Morena Quintana Roo que es todo lo contrario a esa posición santona con que el líder sempiterno distingue a sus compinches.
[1] “Reviven expediente muerto de Pech Várguez”. Noticaribe, 4 de septiembre de 2015.
No ganaste maldito Pech abusador del pinche poder puto
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