Tal parece que abril es la estación que más nos agrada a los nacidos en los trópicos: el calor no se compara con el sol rompe piedras de mayo o con la canícula de agosto. Abril, citando los primeros versos de The waste land, de Eliot, no sé si sea el mes más cruel, pero:
“engendra lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales”.
Y este abril ha traído una voz que fue epónima del Quintana Roo de los años noventa del siglo pasado: Mario Villanueva Madrid, cuyas raíces, de la vieja política de escuela hecha al calor de la actividad cercana a los intereses sociales, con fuerte sentido agrario (recordemos que Villanueva Madrid es ingeniero agrónomo), y que no descartaba, y no desconocía –como sí, desconociendo crasamente la historia regional, lo ha hecho el borgismo y su quintanarroísmo burdo- a la escuela yucateca (Villanueva Madrid tuvo una cercanía de discípulo con Víctor Cervera Pacheco); han tratado de desarraigar estructuras de poder posterior a su sexenio, y la poda se ha hecho más explícita en estos dos últimos gobiernos que le sucedieron: el felixismo y el borgismo, un grupo político de poder cozumeleño contrario al grupo Chetumal que representó en su momento Villanueva Madrid (y, hay que decir, igual contrario al otro grupo de Cozumel representado por el joaquinismo), han hasta reducido políticamente a uno de sus hijos, Carlos Mario Villanueva Tenorio, que no es ni la sombra que fue en su momento el homo politicus de su padre.
Como si recordara los primeros versos de Eliot citados líneas arriba, el cuarto gobernador constitucional del estado de Quintana Roo, recientemente ha engendrado, no lilas sino epístolas en forma de ponderadas opiniones, que nos traen “recuerdos y anhelos” de tiempos mejores, y que despierta vivas lluvias primaverales de una democracia efectiva a los convencidos de que el otrora pacto social y político en Quintana Roo – ese de la continuidad ad eternum de las siglas priístas en el poder desde tiempos de Martínez Ross- ya no da para más y necesita modificarse y darse la alternancia en el poder exigida por una sociedad tan informada y moderna como la de la zona norte, o incluso, como buena parte del segmento poblacional del Quintana Roo actual.
Estas elecciones de 2016 en el estado de Quintana Roo, donde están en juego tantos intereses que engloba la gubernatura (la continuidad de una estructura de poder representada por el felixismo y su continuidad borgista, hoy apocado este último; o bien, una postura crítica al felixismo-borgismo representada por otra corriente política, el joaquinismo o “carlosjoaquinismo”) al parecer han revivido a este actor político inesperado para el felixismo-borgismo y su candidato priísta.
Puedo suponer toda esa puja activa que hace Félix González Canto y su señora esposa (activa, ésta última, en las redes sociales, apoyando a su desinflado candidato Góngora) porque está en juego algo que se le ha pedido al candidato de la alianza opositora UNE: la fiscalización completa de las cuentas públicas de anteriores administraciones. Pero lo que uno no comprendería si desconoce la ética política de la vieja guardia en tiempos de los intereses privados y la frivolidad que representan los nuevos políticos como el lector del TvyNotas, González Canto, o el irracional autoritario Borge Angulo, es la congruencia de un ex gobernador que buena parte de los que hoy ostentan un cargo de poder en ese estado, lo dejaron solo. Villanueva Madrid habla, supongo, no desde la revancha, sino desde la experiencia de un hombre perseguido por los gringos, de un chetumaleño que conoce a esa tierra, a esa gente y a esa mar y a ese Hondo mucho más que cualquiera: a él sí le duele Quintana Roo.
Desde su celda en Estados Unidos, el polémico ex gobernador, si sigue con sus notas políticas –y esperemos que siga-, se convertirá en un factor político para el desgaste y el cuestionamiento de la falacia felixista-borgista. No es ni joaquinista ni felixista, es una fuerza política por sí sola, él solo representa el villanuevismo, que subterráneo y casi apartado de todo poder, todavía tiene algo que decir, tiene algo que contarnos. Su postura y comentarios de la grilla local, espantan a todo el cotarro. Los joaquinistas están de plácemes, los felixistas y su gallo opaco, estoy seguro, ya detestan al “viejo”.
En la zarandeada que le dio Villanueva Madrid al sucio trepador Gabriel Mendicuti Loría,[1] que huyó graciosamente del borgismo para acariciar con su pezuña al joaquinismo y luego volver a la porqueriza de donde salió este ventrudo hombre de Mocochá, Villanueva Madrid acotó que la permanencia del PRI quintanarroense en el poder estriba en descargar todas sus baterías contra Carlos Joaquín González. Para Villanueva, a Joaquín González no se le puede llamar traidor porque su renuncia se dio “después de mucho golpeteo en su contra desde el poder”, y, en su nota referida, el ex gobernador se extraña de que al candidato de Morena Quintana Roo, el “pri-eto” José Luis Pech Várguez, nadie, ningún paniaguado o botafumeiro del priismo local, lo han llamado traidor ni se han ocupado en satanizarlo por el grupo en el poder, y esto, “quizá se deba a que José Luis Pech es del equipo, procede del gobierno priista, de un gobierno afín al gobernador actual”. Un hampón en el morenaje.
Esta opinión del ex gobernador, levantó ámpula en un segmento político del estado: desde luego que no les cayó como música de cámara al grupo donde refocila su amplio vientre Mendicuti Loría. La respuesta al escrito de Villanueva Madrid provino de un, al parecer, pendolista del equipo de Mauricio Góngora, quien “dudaba de la procedencia” del escrito de Villanueva, pues con el se hacía hacer creer del apoyo del ex gobernador a Carlos Joaquín González. Desde su blog y sus redes sociales (manejados, al parecer, por una de sus hijas), Villanueva Madrid respondió que no hay duda de que el muñón del ingeniero Mario está escribiendo desde su celda sobre asuntos de la política estatal. Y en uno de esos raros momentos sinceros de un político de la vieja guardia, que son muy parcos en hablar de otros políticos, Villanueva Madrid pintó de un brochazo lo que representa para él el felixismo (y, por ende, su marioneta Góngora, apunto aquí): “El exgobernador Félix González no es una persona confiable, entre otras cosas se vale de la mentira y el engaño, y por eso desde hace tiempo corté la relación con él”. Lo considera una persona maquiavélica que “no jugaría ni a las canicas, porque sería capaz de hacer ‘la roncha’. ¿Recuerdas qué era la roncha? Cuando los niños jugábamos y llegaba un gandalla que se llevaba las canicas a la mala”. Y en cuanto al apoyo o no que Mario Villanueva Madrid tiene respecto a Carlos Joaquín González, Mario escribió que “corresponde a cada lector interpretar mi escrito”. Más claro no pudo haber sido el ex gobernador. Lo interpreto positivamente.
Como creciente raíz de lluvia primaveral, el ex gobernador Villanueva Madrid despierta recuerdos y anhelos. El carisma que tuvo en su momento, es el mismo que hoy ven innumerables personas que abarrotan los mítines de Carlos Joaquín González.
[1] Véase el blog de Villanueva Madrid del 28 de marzo de 2016: http://mariovillanuevamadrid.blogspot.mx/2016/03/sobre-mendicuti-y-su-graciosa-huida.html?m=1