Las batallas de Mario, ¿y la historia del villanuevismo, para cuándo? | Por Gilberto Avilez Tax

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Hace unos días, en un artículo para el Noticaribe, comentando unas opiniones del ex gobernador Mario Villanueva Madrid vertidas en su blog personal y sus redes sociales, apunté que con sus escritos abrileños, el ex gobernador chetumaleño se estaba convirtiendo en “un factor político para el desgaste y el cuestionamiento de la falacia felixista-borgista”.[1] Cuestionando al felixismo, Villanueva Madrid demostraba que su pulso político aún alebrestaba el cotarro político y hacía rumiar, desde luego, a las plumas meretrices del borgismo-felixismo.

Días después, para el siete de abril, otra mala pluma, de esas apesgadas al Sistema Quintanarroense de Comunicación Social, calumnió, intentó callar (hay que decirle al ignorante chayo, que los derechos políticos que se pierden al estar en la cárcel una persona, son muy distintos al derecho de expresión y de opinión, inalienable para todos los que vivimos en sociedades abiertas), y hasta le endilgó algunos muertos al gobierno de Villanueva Madrid. Respondiéndole, Villanueva le preguntó que cuáles eran esas tantas historias que se contaban de su gobierno, y si el abyecto chayo –un borgista contumaz, de esos malos políticos metidos supuestamente al periodismo arrabalero y sin nada de ética- podría afirmar, con pruebas, su dicho ante un juez penal.

Pero lo importante del texto del ex gobernador, no estriba en señalar sus confrontaciones (no se rebaje, ingeniero, no preste oídos y ojos a esos calumniadores vocingleros) con una cuasi descompuesta estructura seudo-periodística oficial, caja de resonancia de los designios de sus “jefes” políticos. Lo importante de esta nueva entrada en el blog personal de Villanueva Madrid, es que desmiente a las claras un mito que se ha venido diciendo desde los últimos días del sexenio de Villanueva Madrid: el mito, o mitote político, en la historia reciente de la política en Quintana Roo, de que Mario Villanueva Madrid es “enemigo número uno” de los Joaquín. Contrario a ese mito, propalado por las voces sedicentes de malos periodistas y otros juglares mercenarios, Mario declara que no tiene ninguna enemistad con ellos, incluso señala que los Joaquín:

Son mis amigos, especialmente su papá, Don Nassim, a quien le guardo un gran afecto. Los únicos que no los quieren son el equipo del actual gobierno, y no digo nada nuevo, es del conocimiento público. Carlos Joaquín es buen amigo y a su hermano Pedro le guardo un especial reconocimiento por los apoyos que le dio al Estado (entre otros, para la creación de la Riviera Maya), y me da gusto que siendo el mejor político que ha dado Quintana Roo tenga a su cargo la importante tarea para la economía nacional, que es dirigir la Secretaria de Energía del Gobierno Federal.[2]
Cerrado el mito de la supuesta enemistad que subsistía entre Villanueva Madrid y los Joaquín, Villanueva, por el contrario, refrenda su rechazo a la estructura de poder actual, que tanto daño le ha hecho no sólo a la sociedad quintanarroense en su conjunto, sino que hasta ha mellado y perjudicado en demasía al mismo priismo en el estado.

¿Y la historia del villanuevismo, para cuándo?

Al llegar a estudiar la universidad en Chetumal, en agosto de 2002, tanto en mis años de estudiante de derecho, así como en una maestría cursada en la misma UQROO, mi cercanía con la historia de Quintana Roo poco a poco se volvió más profunda y entrañable: comenzó, como todo, por la interminable Guerra de Castas, luego por el ruido y furia del chicle, por sus huracanes trágicos que hacían volar a las casas de madera y hacían que pedazos de tablas astilladas se clavaran limpias en los postes de madera. Merodeé La casa de la crónica en busca del tiempo perdido, de cuando todo esto que me rodeaba era más selva que de costumbre, tratando de localizar estampas de desbordamientos de un caudaloso Hondo o de una sociedad lejana payoobispense que despidió para la eternidad a Francisco Sarabia y a “Conquistador del Cielo”. La larga “dictadura” del ex ferrocarrilero Margarito Ramírez me atrajo no menos que lo que me atrajo, desde el primer momento, el tiempo de Mario Villanueva Madrid, tan cercano todavía, con el recuerdo aún fresco en ese lejano año de 2002.

En mis pláticas diarias con mis amigos chetumaleños, la figura ubicua de Villanueva Madrid era siempre una constante. Recuerdo todavía la plática que tuve con un viejo hijo de payoobispenses en un expendio de cervezas que se encuentra a una calle lateral a “la Héroes”, a unos metros de la bahía y cercanos pasos a “La Explanada”. El hombre me mostró todas sus fotografías, enmarcadas y con vidrios opacos y embadurnados de una pátina de humedad salitrosa, que engalanaban su pintoresca cervecería cuya construcción, de duras maderas de la selva cercana, era lo que daba la identidad centroamericana y caribeña a esa última frontera: “las casitas de Chetumal”. El viejo aparecía con todos los ex gobernadores del estado y algunos presidentes del país, y en medio, presidiéndole a todos, la fotografía con Mario Villanueva se asemejaba a un altar. Cada mañana, el hombre le prendía una vela a esa fotografía, y rogaba a su dios que “el gobernador” saliera pronto de la cárcel. Esa era la fe que, aun todavía, supongo, muchos chetumaleños, que lo conocieron libre, sienten por él. Entre otras historias que se cuentan por el recuerdo que todo lo transfigura y hasta deforma, algunos dicen que el Monumento al Renacimiento, que significa la segunda vida de Chetumal después del paso destructor del Janet, el niño que sostiene una madre chetumaleña se debe leer como el nacimiento del chetumaleño Villanueva Madrid, un hombre que vino desde abajo para modificar la historia de poder en la historia regional de Quintana Roo. Hay tantas “historias” que se cuentan, y tanta y malísima escritura que se lee sobre ese periodo en el mundanal mundo del internet, que hace falta una biografía completa tanto del personaje como del Villanuevismo. Consultando bibliotecas, siempre me sorprendió que sobre la figura de Villanueva Madrid no se haya escrito casi nada. Se sigue escribiendo nada, basta poner en el buscador del catálogo bibliográfico de la UQROO el nombre de Mario Villanueva Madrid, para resaltar esa nada, esa omisión imperdonable.

En ese tenor, el libro de Callejo es la solitaria excepción,[3] pero hay que subrayar que sufre de incoherencias, inexactitudes, y errores garrafales propio del espíritu reporteril de su autor, que no se enmarca al trabajo de archivo sistemático (públicos como privados, así como entrevistas a actores clave, incluido el propio Mario Villanueva, consultando hasta sus expedientes penales), al análisis completo de la sociedad quintanarroense, y de la estirpe payoobispense de Villanueva, así como no hace una sociología política de Quintana Roo en el siglo XX. Se trata de un libro de coyunturas, descartable. Para los dos que tres historiadores políticos de Quintana Roo, cuanto más, su historia política termina en los años 1940 (pienso en trabajos de Dachary e Higuera Bonfil). Hablar de periodos “polémicos”, como el del Villanuevismo, a más de uno le causa resquemor, rehúyen a meterse a investigar la carrera de un político que sintetiza, en varias vertientes, la historia del Quintana Roo moderno.

¿Cuáles son esas tantas historias que se dicen del gobierno de Mario Villanueva Madrid? Un sexenio que marcó toda una época, y por la forma tan abrupta de terminar (escape, huída, fuga y captura), entre los mentideros locales se dicen tantas cosas del “ingeniero” Mario: entre el endiosamiento acrítico, el recuerdo agradable de un político cercano a las clases populares, sus señalamientos de ser un “tiranuelo tropical”, hasta la más despiadada muestra de mentiras sobre mentiras, la figura política de Mario Villanueva Madrid se presenta, a ojos del historiador, como algo borrosa, intangible, ubicua y ahíta de incógnitas. Desde que leí el lábil y sesgado texto de Callejo, los años han pasado, y cada vez más regreso a cuestionarme por la figura de ese chetumaleño entrañable. No necesito decir, que un historiador no elige a sus temas, el tema lo elige a uno. Comprender la historia política del Quintana Roo actual, también significa conocer a cabalidad la historia de Mario, además de sus batallas, sus luminiscencias y oscuridades. Esa es una deuda que me gustaría algún día saldar con mi segundo estado que me dio mi formación.

[1] “El factor Mario Villanueva Madrid”, por Gilberto Avilez Tax, 6 de abril de 2016, Noticaribe, http://noticaribe.com.mx/2016/04/06/el-factor-mario-villanueva-madrid-por-gilberto-avilez-tax/

[2] “Jonathan, te felicito, ¡te has ganado una candidatura!, artículo de Mario Villanueva Madrid publicado en su blog personal, 11 de abril de 2016, en http://mariovillanuevamadrid.blogspot.mx/2016/04/jonathan-te-felicito-te-has-ganado-una.html

[3] Cfr. José Antonio Callejo, De Cancún a Almoloya. El imperio roto de Mario Villanueva, México, Océano, 2002.

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