EN VIVO Y EN DIRECTO
Una conmemoración, bautizos, bodas, sanaciones, aniversarios, meditaciones masivas, funerales, X fiesta con X motivo, casi toda reunión común al género humano aún requiere del sonido único que genera una orquesta, una cantante, un grupo, un coro, una banda, un trío, solistas excepcionales… y recientemente un DJ como sustituto electrónico de todo ello.
Bueno, casi todo; aún no hayan cómo sustituir la voz sin que se oiga a máquina.
La música en vivo es una extremidad de la vida hoy más amplia que nunca. Esa dimensión tiene orígenes ancestrales, pero fue en los años 60 del siglo XX cuando ocurrió su última gran metamorfosis; entre sus resultados hay uno (suena uno) aún notorio: la música como representación de Juventud mundial, el rock como su primer icono. ¿Cuántos símbolos de juventud hay en 2016?
En esa era surgieron varias divisiones, una fue entre el sonido acústico y lo eléctrico; desde entonces es otra la percepción de música en vivo, más ligada al volumen que a otras posibilidades sonoras.
Se entiende en parte por la sobrepoblación que somos desde el siglo XX; no es lo mismo tocar para cincuenta personas que para 50’000… coartada ideal para llenar de pantallas todo espacio público.
Si es música “buena o mala”, en este caso también es relativo; porque si a la multitud le gusta la va a querer sentir bien fuerte y clarito. Y la industria ha respondido con iluminaciones y audios babilónicos aun si la fiesta es en un cuarto de 4 x 9.
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Hoy vivimos el clímax de la electrónica con la informática (parece rola del Rockdrigo); según algunos en este tiempo lo eléctrico ya es también parte del pasado análogo.
Desde los años 90 del siglo XX, el fenómeno karaoke revela el ansia de la gente por cantar en público o en eventos, donde por cierto los músicos brillan por su ausencia y el video se presta a todo.
En festivales o conciertos multitudinarios que congregan miles (haya o no músicos en vivo), parece importar más la experiencia de “haber estado ahí”, que haber escuchado al grupo revelación.
Se comprende en parte, por el bombardeo de luces y efectos entre macro pantallas y audios para que retiemble en sus centros la tierra… más una publicidad mezquina.
Como sucede desde siempre, en algunos casos la música es el pretexto para la reunión y el relajo en consecuencia: gente nueva, experiencias ídem, lugares aparte, droga y amor, alcohol y sexo, violencia y paz. Juventud pues, y su soundtrack de fondo… Ay negra, lo que este viejo te podría contar.
Pero seamos serios: la música viva suena en miles de formas.
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Son muchas las variantes de música en vivo como trabajo. Las que se citan ahora son, quizá, de las representativas del gremio.
Los músicos dedicados a tocar en espacios públicos o privados, asumen su condición de empleados/prestadores de servicio; la mayoría como temporales, sin pertenecer a una nómina y sin las prestaciones de ley; deben pagar impuestos.
–Se trabaja en y con la música, hay horarios no importa si cambian cada semana, hay altas y bajas, obligaciones y responsabilidades;
–Hay quien labora por su cuenta;
–Muchos se afilian a sindicatos o se asocian con productores, que “los mueven” en todo sentido;
–Otros tristean;
–Hay a quien le da casi lo mismo si hay ingresos, porque no vive de tocar.
–Y hay quienes de la fiesta y el baile populares hacen fortunas, Los Ángeles Azules y Los Temerarios un botón.
Ambas agrupaciones llevan cerca de 40 años en el oficio. ¿A quién representan hoy?
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Otra variante de música en vivo: conjunta a quienes lo hacen como trabajo y a quienes van… ¿a disfrutarla, presenciarla, vivirla, sentirla?
Si bien prevalecen los grupos dedicados al negocio, no es raro que en la boda de su hermano la hermana toque con sus cuates; o que en el bautizo del chamaco al papá le dé por aventarse “un palomazo”… pero de dos horas.
Y en la comida de fin de año resultó que el de sistemas es rapero y DJ en potencia.
En tal circunstancia hay ocasiones en que se aparece el duende; y ese prospecto de ingeniero o administrador deja todo a un lado y abraza la senda musical.
Eso sucedió con Pink Floyd, que del diseño gráfico y la arquitectura modularon al rock progresivo como medio.
Más acá cerca, eso le pasó a un camarada de nombre Manuel, que de estar en un banco todo bien asegurado le dio por irse con los indios distintos –unos blancos tocando rolas de negros. Ya luego hizo su grupo: antidoping.
Pues que vivan los duendes…
Playa Sur
febrero – junio 2016