Cuando era algo así como el chofer-carga portafolios de Félix González Canto, una de las funciones de Roberto Borge era llevar, por órdenes de su jefe, dinero a periodistas.

Borge ganó la gubernatura cuando tenía 31 años y tomó protesta del cargo cuando tenía 32. Con poco experiencia, supuso que para tapar su incapacidades y ambición, requería una prensa sumisa, opaca y, por efecto, cada vez menos trascendente.

El imberbe gobernador tomó la iniciativa de los billetazos y para los que no entraran en este juego, entonces, aplicó medidas represivas para tener a toda la prensa a su servicio y caprichos.

Borge no se cansó de ‘tirar’ la página web de Noticaribe, de clonar Luces del Siglo y de difamar a periodistas y medios que no estaban dispuestos a acatar las órdenes de su majestad.

La represión borgista contra comunicadores independientes también pasó por ordenar a periódicos el despido de reporteros y el veto total en medios locales. Hubo casos que no quedó de otra, que el exilio.

Cada vez más cegado por el poder, Borge endureció sus medidas. Destaca cuando buscó fincar cargos penales contra el corresponsal de Proceso o el más irracional de sus arranques, encarcelar al periodista maya, Pedro Canché, al que acusó de sabotaje.

Frente a la ofensiva de Borge a la prensa crítica o independiente, la mayoría de los medios, periodistas y columnistas prefirió callar o mirar hacia el otro lado. El que paga manda.

Pero, al mismo tiempo, de manera acelerada, Borge convirtió a la generalidad de esa prensa local, en una sustancia uniforme y nauseabunda, intolerable para la mayoría de los quintanarroenses.

Y en el pecado llevó la penitencia.

Mientras los dueños y alguno que otro columnista, recibían jugosas cantidades por ocultar, engañar, manipular y difamar, sus medios se volvieron repugnantes para los lectores.

Los medios socavaron su credibilidad, que es el principal activo de la prensa. El dinero fácil llevó al precipicio a los periódicos y noticieros de ‘Beto’ Borge.

En este proceso electoral, Borge echó mano de su pandilla de aduladores-difamadores para tratar de sumarle puntos al priista Mauricio Góngora y restarle a Carlos Joaquín, de la alianza PAN-PRD.

La llamada ‘prensa del bienestar’ echó mano, contra el candidato opositor, de los mejor de su arsenal, de mentiras y bajezas.

Pero el candidato atacado por esta ‘la prensa del bienestar’ superó por 10 puntos porcentuales al candidato de la dupla ‘Beto’-Félix.

A Borge se le pasó la mano y su prensa acabó en el total descrédito.

Tras la elección, hay una prensa sin credibilidad, repudiada y hundida en sus propias miserias. Una prensa que no sirve.

Pero esta prensa servil quiere seguir su mismo rol con el nuevo gobierno. Seguir con las grandes tajadas a cambio de mentir, ocultar y difamar.

Hoy se quieren presentar como víctimas y se muestran balbuceantes y andan como perro sin dueño, con la cola entre las patas, compungidos y contrictos.

Están en busca de un nuevo amo.

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