CLEVELAND.- Donald J. Trump aceptó su nominación como candidato presidencial republicano al culminar una fragmentada convención nacional de su partido, presentándose como el único líder capaz de restaurar la ley y el orden aquí y en el mundo y recuperar la grandeza de Estados Unidos.

Trump se presentó como el gran –y único– líder que a nombre de un pueblo hambriento por el cambio puede resolver los problemas más graves del país contra los intereses políticos y económicos establecidos. Me he sumado a la arena política para que los poderosos ya no pueden golpear a la gente que no puede defenderse. Agregó: nadie conoce el sistema mejor que yo, por lo cual yo soy el único que lo puede reparar.

En un escenario de trasfondo con su apellido en letras gigantes e innumerables banderas estadunidenses, afirmó: seremos un país generoso y cálido. Pero también uno de ley y orden.

Documentó que existe una crisis en Estados Unidos, donde los ataques contra la policía y el terrorismo en las ciudades amenazan nuestra forma de vida, y prometió que a partir de su primer día en la Casa Blanca la seguridad será restaurada.

Pintó un país acosado por ilegales

Trump pintó un país acosado por ilegales, un incremento en el nivel de violencia y delitos, debilitado ante el mundo, minado por la corrupción política y económica, que pierde empleos y cede soberanía, debido a los acuerdos de libre comercio y padeciendo una crisis de infraestructura, entre otros males. Prometió que en su presidencia llevará al país de regreso a la seguridad, prosperidad y la paz.

Destacó la creciente pobreza y desempleo, y afirmó que no sólo nuestros ciudadanos han enfrentando el desastre doméstico, sino han vivido una humillación internacional tras otra.

Incluyó a Libia, Siria e Irán entre los desastres de Hillary Clinton y Barack Obama.

En un momento, la asamblea de delegados coreó: enciérrenla, enciérrenla (a Hillary Clinton), una consigna frente a acusaciones de supuestos delitos de la candidata demócrata.

Aseguró que “los problemas que enfrentamos ahora –pobreza y violencia en casa, guerra y destrucción en el exterior– sólo durarán mientras dependamos de los mismos políticos que los crearon”, y por lo tanto se requiere de un cambio en liderazgo.

Indicó que su plan de acción tiene el punto de partida de poner a Estados Unidos primero, y repitió: “el americanismo, no el globalismo, será nuestro credo”.

Subrayó que varias de sus propuestas serán rechazadas por algunos de los intereses más poderosos de nuestra nación, acusando que son parte de un sistema político y económico amañado. Indicó que esos son los intereses detrás de Clinton, entre ellos el gran empresariado, los medios de élite y los principales donantes, y que lo hacen porque ella es su títere y ellos jalan los hilos.

El mensaje de Clinton es que nada cambiará, afirmó, pero el mío es que las cosas tienen que cambiar para aquellos que han sido abnegados, ignorados y abandonados. Incluyó a todos aquellos trabajadores y comunidades destrozadas, sobre todo por los acuerdos comerciales injustos, y proclamó: Yo soy tu voz.

Pronosticó que muchos de los simpatizantes de Bernie Sanders votarán ahora por él, sobre todo en torno al tema del comercio.

Sobre la política exterior, prometió hacer la vida segura en Estados Unidos al enfrentar a los radicales islamitas a través de mejor inteligencia, frenar el flujo de refugiados de países musulmanes donde existe el terrorismo, y controlar la migración ilegal.

Prometió que, después de la tragedia en Orlando, hará todo para proteger a la comunidad gay de la violencia y opresión de una odiosa ideología.

Enfatizó que tenemos que abandonar la política fracasada de construcción de naciones y cambio de régimen que Clinton promovió en Medio Oriente, y enfocar la lucha en la destrucción del terrorismo islámico con aliados en la región, sobre todo Israel.

Y, rompiendo con el consenso de la cúpula republicana y sus aliados en el mundo empresarial, proclamó su oposición a los actuales pactos de libre comercio, como también el Acuerdo Transpacífico.

Concluyó que hay que creer en Estados Unidos y ya no podemos depender de esas élites en los medios, en la política, que dicen cualquier cosa para mantener en su lugar un sistema amañado.

Proclamó que es hora de mostrarle al mundo entero que Estados Unidos está de vuelta, más grande, mejor y más fuerte que nunca.

Al final, cayeron los globos y subió la familia al podio, y la arena celebró al ritmo de You can’t always get what you want, de los Rolling Stones.

Partido que no ha logrado superar las grietas

El candidato capturó la corona, casi la arrancó, de las manos de una cúpula republicana que no ha logrado superar grietas cada vez más profundas dentro de su partido. Una amplia parte de su aristocracia no se presentó aquí, como tampoco numerosos legisladores y gobernadores prominentes, y hasta el gobernador de este estado de Ohio, John Kasich.

Aquí, toda ilusión o imagen de unidad entre filas y cúpula republicana quedó anulada, sobre todo después de que el senador Ted Cruz rehusó apoyar a Trump. El desafío abierto de Cruz continuó hoy amenazando con opacar el momento triunfal de esta noche.

Frente a severas críticas, abucheos y medios entusiasmados con un conflicto dentro de lo que son generalmente eventos sin sorpresas, Cruz continuó su insubordinación, recordando que Trump había insultado a su padre y su esposa durante las primarias, y rehusó decir si votaría por él en noviembre. Afirmó que no sería un cachorro servil.

El propio Trump hoy, en un reunión privada con donantes, se burló de la cúpula del partido, recordando cómo intentó controlar su campaña.

La semana entrante los demócratas tendrán su oportunidad de responder desde su propio gran espectáculo para coronar a Clinton como su candidata. (Fuente: La Jornada)

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