En Reforma, Jorge G. Castañeda, un presidenciable independiente, asegura que Margarita Zavala (léase, su esposo) pactó para ir por la presidencia en el 2018, abanderando al panismo y al priismo.[1]
Los trasnochados puristas que todavía quedan en el PAN o el PRI (léase los trabajos de Carlos Castillo Peraza o Reyes Heroles), saltarían de sus lejanos y empolvados lugares, o, si pudieran revivir, se morirían nuevamente al contemplar semejante monstruosidad, “acto nefando”, “contra natura” sin sentido. Pero como los tiempos son otros, los tiempos neoliberales y de golpes brutales a los trabajadores y a las clases populares son otros, resulta que uno no se sorprende por este posible escenario. Como bien han dicho varios columnistas y opinólogos de profesión,[2] resulta que el giro neoliberal instaurado en México a principios de la década de 1980, ha tenido sus continuidades con los sexenios panistas. La reforma laboral de 2012, donde se dio pie a la inseguridad y a la flexibilidad laboral de la clase trabajadora, al “outsourcing” y al anti sindicalismo más agresivo, sólo se pudo realizar cuando Calderón Hinojosa y Peña Nieto negociaron.
En ese sentido, las anteriores diferencias ideológicas (unos, hijos de una revolución muerta cuando Cárdenas dejó el poder en 1940; y otros, hijos y herederos del conservadurismo mexicano, los Pedros ermitaños cruzados de cristeros de la sierra e imperialistas del XIX), actualmente son inexistentes, se han difuminado y desaparecido: esos dos partidos, en sus cúpulas, entienden solamente la ideología del dinero y de la ganancia por la ganancia.
Por eso resulta convincente la advertencia de Castañeda: la idea del pacto es más que creíble. Un pacto, desde luego, realizado por idiotas (los mexiquenses de Los Pinos y sus estrategas no se caracterizan por tener una claridad de pensamiento). Si esto es así, desde luego que visibilizamos la pérdida de Los Pinos para un panismo que puede hacer cosas más inteligentes. Y apunto por qué perderían.
B)
Pienso que hay que cortar las aspiraciones de la señora del genocida Felipe Calderón Hinojosa.
Ricardo Anaya sería un candidato joven, fresco, pasable y no manchado de sangre.
Considero que el PAN, el panismo verdadero, y no el panismo logrero y enfermo de poder y bañado en lodo y sangre (el calderonista fue como el capital contado por Marx, vino al poder “manchado de fango de la cabeza a los pies y saliéndole sangre por todos los poros”), no debe darle un respiro de boca a boca al putrefacto cadáver priísta.
Al PRI hay que sepultarlo, y esto vale lo mismo con el PRI en Quintana Roo: no se regenera esa sangre estancada, un viejo decrépito autoritario no puede regenerarse ni yendo a Chalma.
Andrés Manuel López Obrador es una opción aún creíble para muchos. Desde luego, si exorciza ese chip priísta autoritario, puede que me convenza nuevamente.
Veo estos escenarios para 2018:
- Alianza PAN-PRD frente a Morena: gana por amplio margen la alianza. El PRI no cuenta.
- Alianza Morena-PRD frente al PAN: gana por mayoría y con millones de más López Obrador, y México y sus mafias temblarían.
- Sin alianza Morena-PAN: gana López Obrador con su voto duro, muy superior a todos actualmente. El PRI seguiría perdiendo.
- Alianza -algo anti natura, casi un acto negando -entre PAN y PRI frente a Morena y PRD: gana por diferencia considerable Morena y el PRD, porque Obrador los traería como puerquitos, insistiendo en eso de la mafia que nos robó el oro de Moctezuma y se llama el PRIAN desgobierno.
En ese sentido, el Panismo sólo tiene una posibilidad de ganarle al lopezobradorismo, y es ir junto con el PRD en alianza para el 2018. Morena tiene tres formas de ganarle a todos. Obrador se está volviendo imbatible.
Desde luego, si expulsan a Pech Várguez de Morena Quintana Roo, puede que me convenza nuevamente.
[1] “Irá Zavala en pacto PRI-PAN. Castañeda”. Reforma, 29 de Sept. de 16.
[2] “Tiro Libre. El PRI quiere al PAN en Los Pinos”. Por Anwar Moguel. SDP noticias, 11 de agosto de 2016.