CHETUMAL, MX.- Un simple recorrido por el rancho El Puma, propiedad del ex tesorero del municipio de Othón P. Blanco, César Rey Euán Tun, ubicado en la localidad de Xul-Há, terminó con el guía arrojándose del carro en movimiento y pidiendo por favor: No digan quién los llevó, tiene gente armada.

Ex tesorero del municipio de Othón P. Blanco, César Rey Euán Tun.

Antes de lo sucedido, la fuente recordó cómo fue que el ahora poderoso empresario hizo su creciente patrimonio como terrateniente, todo esto, paralelamente a su función de cuidar las arcas del municipio capitalino.

Cuatro años atrás, la asamblea ejidal se desarrollaba normalmente, con las frecuentes pugnas internas y el apacible escenario que brindan las zonas rurales de Juan Sarabia. Hasta que apareció un joven de lentes y con ganas de convertirse en ejidatario. Se presentó tímidamente como empresario y todos lo escucharon con el respeto que profesan los campesinos a los recién llegados, pero no tardaron en reconocerlo; era Cesar Rey Euán Tun, tesorero del entonces presidente municipal de Othón P. Blanco, Mario Villanueva Tenorio.

Desde el trienio pasado hasta hoy, el hombre de las cuentas públicas ha logrado hacerse de unas 150 hectáreas ejidales, un rancho con silo y empleados por doquier, mientras repetía como tesorero con Eduardo Espinosa Abuxapqui. Su floreciente rancho, goza de tendido eléctrico, camino bien trazado y una creciente hacienda.

Durante la administración del entonces presidente del comisariado ejidal de Juan Sarabia, Héctor Manzo Méndez, fue donde comenzó todo y continuó con Martín Haro Zepeda. Primeramente, Euán Tun se acercó para buscar la aprobación y poder adquirir a precios de ganga las primeras tierras en la comunidad de Xul-Há, perteneciente al ejido Juan Sarabia, a unos 15 minutos por la carretera Chetumal-Bacalar.

Posteriormente, todo floreció y hoy los campos se pierden de vista en la espesura de la selva. “Fue comprando a diferentes precios”; dice el guía, todavía alegre por conducir a Quequi al rancho que despierta la envidia de los lugareños.

No hay forma de errar la entrada, es la única de terracería que tiene tendido eléctrico. Recuerdan los ejidatarios que lograron fondos federales para pavimento y electrificación y el nuevo campesino no tardó en convencerlos que la mejor inversión conducía a su rancho, “El Puma”.

Prometió trabajo y desarrollo y a muchos les cumplió.

Hoy, desde la calle de terracería se alcanza a ver desde lejos el silo para almacenar forraje para animales; máquinas, ganado y un caserío en el que vive la mayoría de los empleados.  El atípico movimiento de las marchas y detenciones del vehículo llamaron la atención de algunos empleados, uno de ellos dio alcance al carro y pidió al conductor que se orillara; lejos de eso aceleró a fondo para perderlo en la espesa polvareda a más de 90 kilómetros.

Ya en el pueblo, el guía pidió anonimato y se lanzó para salir corriendo; las sospechas no son pocas en el ejido: ¿Cómo pasó de pagar con créditos hipotecarios viviendas de interés social a convertirse en ganadero y próspero terrateniente? Es un misterio de Xul-Há. (Fuente: diario Quequi)

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