CHICAGO — Los Cachorros no se rinden. Es la actitud desafiante cuando llevas 108 años esperando por un campeonato.
Con su equipo contra la pared en su primera Serie Mundial desde 1945, Aroldis Chapman sacó ocho inmensos outs para mantener a flote a Chicago con una angustiosa victoria 3-2 ante los Indios de Cleveland, forzando al menos un juego más.
“Me preguntaron si podía hacerlo y les dije que sí”, señaló Chapman, quien no emergía del bullpen en el séptimo desde 2012. “Me habían dicho que estuviera preparado y tenía enfocado para cualquier cosa. Estos son juegos muy importantes y hay que dejarlo todo”.
La masa de 41.711 fanáticos rugió cuando José Ramírez, quien conectó un jonrón en el segundo, rozó de foul un ofrecimiento de 101 millas de hora en la esquina de fuera hasta que la pelota se depositó en el guante del receptor Willson Contreras para el último out.
Pasada media hora tras el final del juego, los aficionados de Chicago seguían en el estadio cantando eufóricos al despedir a los jugadores que brindaban entrevistas en el terreno.
“De alta tensión”, dijo el primera base de los Cachorros Anthony Rizzo al describir el juego. “Se exhaló profundo muchas veces. Cada pitcheo era más trascendental… Fue increíble. Una gran victoria, nos despedimos de esta afición con una victoria. Ahora tenemos que ir Cleveland y seguir ganando”.
Aunque no pudo rematar en su primer intento por coronarse campeón por primera vez en 68 años, Cleveland sigue con la sartén por el mango en esta serie que enfrenta a las dos franquicias con las sequías más prolongadas sin adjudicarse la máxima corona en el béisbol de las Grandes Ligas.
Tras un día de descanso, los equipos reanudarán su pulseada el martes en el Progressive Field. El derecho Jake Arrieta abrirá por Chicago ante Josh Tomlin.
Para poder conquistar su primer cetro desde 1908, los Cachorros deberán ganar dos juegos fuera de su casa. Solo tres equipos en la historia de la Serie Mundial han podido darle la vuelta a un 3-1 adverso, incluyendo victorias de visitante en los últimos dos duelos, con los Piratas de Pittsburgh como los últimos en conseguirlo, hace 37 años.
Forzado por la imperiosa necesidad de obligar un sexto juego, el manager de los Cachorros Joe Maddon se copió del libro táctico de su contraparte Terry Francona al traer a su mejor relevista con un corredor situado en la intermedia, y Chicago aferrándose a una tenue ventaja 3-2.
Chapman, quien despide rectas de 100 millas por hora como si fuera un robot programado, entró por Carl Edwards Jr. con un out y ponchó a Ramírez. ¿Cómo? Una recta de 100 mph. Acto seguido, Chapman le propinó un pelotazo en la pierna a Brandon Guyer, pero acabó la amenaza al retirar a Roberto Pérez con un rodado por segunda que deleitó a la masa de fanáticos en el Wrigley Field de Chicago.
La noche apenas empezaba para Chapman, un abridor cuando inició su carrera en Cuba.
Colgó el cero en el octavo, al ponchar al puertorriqueño Francisco Lindor con un strike cantado, a la altura de sus rodillas: una recta de 101 mph en cuenta de 3-2, abortando la amenaza de los Indios, con un corredor en tercera.
Más expedito fue el noveno: retiró en orden a los tres bateadores.
“Se le pidió una tremenda tarea y respondió”, dijo Francona. “Eso fue impresionante, fue como lo ha estado haciendo Andrew (Miller)”.
Francona aludía a otro zurdo, su infranqueable preparador de mesa que ha entrado temprano en varios juegos y el sábado fijó un récord de 29 ponches en la postemporada. Pero Miller no pudo lanzar esta vez.
Chapman, quien compartió bullpen con Miller con los Yanquis de Nueva York hasta que fueron canjeados en julio, exhibió su potente arsenal. De sus 49 lanzamientos, 15 alcanzaron las 100 mph o más. Sumó cuatro ponches para elevar a ocho su acumulado a lo largo de cinco innings en tres apariciones en la Serie Mundial.
“Es algo que no te puedes dar el lujo de hacer durante la temporada sin desgastar a un pitcher”, comentó Maddon. “Pero había hablado con Chapman antes del juego. Sabía que tenía que estar preparado en el séptimo inning. Todo eso lo teníamos planificado”.
Todo estaba tan bien urdido que Maddon lo mandó a batear en el octavo, pese a que el cubano sólo había tenido dos apariciones previas al plato en sus siete años de trayectoria en las mayores.
“Es alguien acostumbrado a sacar tres outs”, dijo el abridor de los Cachorros Jon Lester. “Estaba inspirado. Todos nosotros estábamos inspirados para superar esto”.
Lester cubrió seis innings, con un boleto y cinco ponches en seis innings. Pero permitió un jonrón solitario del dominicano Ramírez en el segundo y un sencillo remolcador con dos outs de Lindor en el sexto.
Chicago fabricó sus carreras con un racimo de tres en el cuarto, inaugurado por un jonrón solitario de Kris Bryant por el izquierdo ante Trevor Bauer, el abridor de Cleveland. Rizzo prosiguió con un doble, avanzó con un sencillo de Ben Zobrist y anotó la segunda con un sencillo a la antesala de Addison Russell. Con las bases llenas, David Ross bateó un elevado de sacrificio para la tercera anotación, la decisiva.
Bauer, con su meñique derecho sanado tras el corte que sufrió cuando reparaba un dron previo a la Serie de Campeonato de la Liga Americana, quedó con marca de 2-0 en este clásico al permitir tres carreras y seis hits en cuatro innings.
Por los Indios, los puertorriqueños Lindor de 4-1, una impulsada; y Roberto Pérez de 3-0. Los dominicanos Carlos Santana de 4-1; y José Ramírez de 4-1, una anotada y una remolcada.
Por los Cachorros, el puertorriqueño Javier Báez de 4-1. Los venezolanos Willson Contreras de 1-0; y Miguel Montero de 1-0.