PANORAMA POLITICO | Por Hugo Martoccia

No hay duda de que la alcaldesa de Cozumel, Perla Tun, es una política con coraje. La batalla que decidió contra los medios de comunicación la pondrá, sin duda, en el centro de todas las polémicas en este acotado trienio. No teme, dijo. Viene a hacer un cambio verdadero o vuelve a su casa.

Su decisión es encomiable y lógica. Según los datos que presentó días atrás, el anterior gobierno municipal, presidido por Fredy Marrufo, gastó 25 millones de pesos anuales en convenios con medio de comunicación. Los convenios eran, aseguró, solo para hablar bien de esa administración. Esos 25 millones corresponden a alrededor de un 5 por ciento del presupuesto de egresos de 2016. Ese presupuesto fue de 475,4 millones, a los que luego se le adicionaron 316 millones de deuda.

Es un despropósito que un gobierno gaste el 5 por ciento del dinero público para que hablen bien de un alcalde, y, en adición, mal de los enemigos que él o ella designe. No es raro: fue una constante del último sexenio estatal. Hay que ser claros: ningún medio de Quintana Roo, ni siquiera los más conocidos y antiguos, puede valer millones de pesos anuales, sea cual sea el servicio que preste.

Una consecuencia lógica de esta decisión de “no pagar un peso más” a estos medios, debería ser reacomodar la estructura municipal. Los números son elocuentes. La alcaldesa dijo que en 2016 se gastaron 19.2 millones en medios, y hay una deuda de 5.8 millones. En total, 25 millones.

La dirección de Comunicación Social tuvo en 2016 un presupuesto de 27 millones 76 mil 764 pesos. Pero no todo pudo haber ido a pagar los convenios de los medios. Si se toma como referencia el presupuesto total del municipio, de 475 millones, los capítulos de servicios personales, materiales y suministros y servicios generales (o sea, lo que hace falta para que una dependencia funcione) sumaron alrededor de 370 millones de pesos. Eso es un 78 por ciento de total.

Trasladando ese número a Comunicación Social, se puede decir que alrededor de 21 millones de pesos se gastaron en esos ítems. Los 6 millones restantes habrán ido a los medios, y el resto se habrá sacado de algún rubro difuso como “eventos generales”, que tuvo un presupuesto inexplicable de 31.9 millones de pesos.

Antes de que los números comiencen a confundir, hay que decir que no se puede sostener una estructura de más de 20 millones de pesos anuales para una dirección como Comunicación Social, que ha quedado obsoleta. El número es demasiado similar al que escandalizó a la alcaldesa.

Tanto en el ámbito estatal como municipal, estas direcciones son enormes. Cuentan con muchos reporteros, camarógrafos, fotógrafos, choferes y camionetas que van a cada acto del gobernador o alcalde. De allí se generan boletines que van a los medios de comunicación e informan lo que las autoridades hacen. No se juzga aquí su utilidad; Perla Tun la ha juzgado.

Para lo que alcaldesa pretende, que es conectarse por medio de redes sociales, y, eventualmente por los medios tradicionales solo ante casos urgentes, no hacen falta más que un par de reporteros y camarógrafos, y alguien que edite y suba el contenido a la red. Todo lo demás es superfluo.

La próximo decisión polémica que debería tomar, entonces, es desaparecer o disminuir drásticamente esa dirección, cuando presente en breve su presupuesto de egresos. La congruencia política tiene esos sinsabores.

La idea que se propone en estas lineas quizá no pueda cumplirse. Es solo un recordatorio de lo que significa doblar la apuesta e ir por más. La alcaldesa ya empezó por el cambio cosmético. Y es, se repite, encomiable. Ahora habrá que ver si tiene el coraje, la decisión y la capacidad para ir por los cambios de fondo.

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