En el cuatrienio de su gestión administrativa una idea bullía por el cerebro del Lic. Pedro Joaquín Coldwel, visionario Gobernador Constitucional del Estado de Quintana Roo (1981-1987), que compartió en su oportunidad: dotar a la entidad de un himno integrador, cuyas notas y letra convocaran a los quintanarroenses a proseguir por la marcha ascendente, además de ser factor emotivo para la consolidación de la unidad, independientemente de trazar los surcos de nuestra identidad que deviene de la civilización histórica dominante, la maya, amalgamada a los factores preponderantes de nuestro entorno.

Y es así como la idea comienza a tomar forma aproximadamente a mediados del mes de agosto de 1985 después de un fecundo tránsito de maduración, lapso en que nos convoca el mandatario al Lic. Efraín Villanueva Arcos entonces titular de la Secretaria de Educación del Gobierno del Estado y al que esto escribe en su carácter de Sub-Secretario de Gobierno pero pienso que también por mi condición de poeta y escritor, para comunicarnos que el tiempo había llegado para que la entidad quintanarroense contara con su propio himno, ratificando su deseo para que sea factor para el fortalecimiento de la unidad y de la identidad quintanarroense, instruyendo a Efraín para que la dependencia a su cargo se hiciera cargo de la elaboración de la convocatoria y del seguimiento técnico, recayendo en mi persona la organización general del evento así como la representación del Gobierno del Estado ante el H. Jurado Calificador cuya composición, toda vez que lo dictaminó el organismo técnico, sería de un representante a sugerencia de las instancias participantes que comenzaría por el Gobierno del Estado como hemos dicho, el Congreso, los Ayuntamientos, algún sobreviviente del Comité Pro territorio, el Constituyente del Estado, el sector social y el privado, contándose, además, con la asesoría musical del maestro José Muñiz Cohuó director de la Banda de Música del Gobierno del Estado y también del maestro Jaime García Martínez director del Grupo Coral de la Escuela Secundaria Adolfo López Mateos, que también fungió como jurado.

Para efectos de nuestras juntas de revisión y diálogo, se nos asignó un local debidamente equipado que estaría situado en el tercer piso de Palacio de Gobierno donde sesionaríamos una vez por semana, intensificándose la tarea conforme lo fuera demandando las circunstancias de trabajo. La entidad técnica formuló las invitaciones a los organismos contemplados para que acreditaran a su representante en la Secretaria de Educación Pública del Gobierno del Estado, lo que hicieron dentro de un marco de total independencia y con el respeto absoluto del gobierno constituido.

Entre los ciudadanos acreditados, evoco en forma arbitraria la quijotesca figura de don Gastón Pérez Rosado, del maestro Jorge Martin Angulo, del Lic. Mario Ramírez Canul, del erudito Velio Vivas Valdez así como también del maestro Oscar Reynoso, director de la Banda de Música del H. Ayuntamiento de Benito Juárez y del maestro Jaime García Martínez, el profesor Javier Ochoa Collí y las maestras Luz María Zapata Rejón y Nelly Fernández y desde luego un servidor; el profesor Ariel Hernández Pariente estaría como representante permanente de la Secretaria de Educación del Gobierno del Estado, existiendo la posibilidad que por la fragilidad de la memoria haya omitido algún nombre, pero esta falta quedaría reparada en otros trabajos pendientes por consolidar, pero si así sucedió pido mil disculpas por no guardar con celoso cuidado mis recuerdos más emotivos; por otra parte, los archivos que dejamos desaparecieron víctimas de las movilizaciones burocráticas para resguardar documentos ante las constantes amenazas de huracanes, por lo que nos hemos dado a la tarea de la reconstrucción de un hecho histórico de la más alta relevancia para vida cívica-política del Estado, sin ningún ánimo de significación política, social, cultural o histórica, ya que cualquier blasón pertenece exclusivamente a los autores de nuestro himno fundamental.

Ya entrado en los pormenores, sesionamos la primera ocasión toda vez que salió la convocatoria y en esta reunión primigenia le comuniqué al H. Jurado Calificador el mensaje del Gobernador quien deseaba un proceso diáfano y democrático sin interferencia alguna, declarando de antemano su absoluto respeto por el resultado de esta justa histórica y de todas las determinaciones que emanaran de su seno. En esta tesitura se procedió a nombrar al Presidente del H. Jurado Calificador, distinción que recayó en mi persona por unanimidad a pesar de algunas objeciones que interpuse que fueron pasadas por alto por los miembros de ese cuerpo calificador que me honró con su confianza en la coordinación de un trabajo tan delicado.

La convocatoria ya había sido expedida a nivel estatal el mes de octubre del año de 1985 y difundida a través de todos los órganos informativos disponibles en la entidad, tarea concretizada por el Gobierno y el Congreso del Estado, simbiosis que sirvió para darle más fuerza a este evento histórico, haciendo patente la mancomunidad institucional entre la representación popular y el Gobierno del Estado por lo que la excitativa cívica estaría avalada por las fuerzas institucionales que inciden mayormente en el espíritu y la en la conciencia de los pueblos.

El documento señalaría además de los requisitos técnicos, que la temática estuviera apegada al proceso socio histórico de la entidad y en lo estético que siguiera la línea de nuestra tradición cultural y popular para que fuera un orgullo para los quintanarroenses entonar nuestro cántico fundamental en las celebraciones cívicas o políticas que autorizara el Congreso del Estado al aceptarlo como himno oficial. La recepción de los documentos estaría a cargo de la Secretaria de Educación del Gobierno del Estado y en caso de ausencia del personal administrativo, se depositarían en la Guardia de Palacio de Gobierno que mantiene una constante actividad de vigilancia los siete días de la semana; se cerraría la invitación para participar aproximadamente casi a finales del mes de noviembre para dar el siguiente paso que consistiría en una extraordinaria actividad deliberativa y organizativa que no menguó hasta el momento de la presentación del himno triunfador.

La respuesta se fue dando en forma paulatina, aunque habría que reconocer que el maestro Mario Castellanos Álvarez casi de inmediato puso a consideración del Jurado un himno a Quintana Roo de su autoría, mismo que en forma regular se entonaba en algunas ceremonias escolares y del gobierno sin tener el carácter oficial; en ninguna línea del documento regulador se solicitaban creaciones inéditas.

En el lapso comprendido del inicio de los trabajos hasta cuando se cierra la convocatoria, se contaban con dieciocho expedientes inscritos, suficientes para la causa y sobre todo si la suerte nos favorecía y participaba una obra singular que, además de cumplir con las exigencias técnicas de la convocatoria, fuese un himno motivador cuya música y letra identificaran nuestras raíces mayas y el esplendor de nuestro entorno natural, un canto a la esperanza que incendiara de fervor cívico el corazón de los quintanarroenses…parecía que pedíamos mucho por lo que habría que esperar con serenidad el curso de los acontecimientos.

Los trabajos fueron todos de marcada calidad, revisados exhaustivamente por los miembros del H. Jurado Calificador; para coadyuvar con esta finalidad, se les entregó una copia para que lo examinaran con mayor detenimiento en sus hogares atendiendo a los requisitos señalados, pero sobre todo a la hermosura de la creación. Tuvimos varias reuniones posteriormente en donde cada quien, sin cortapisa alguna, expresó su opinión hasta que entramos en una fase en que tendríamos que ubicar a las tres creaciones finalistas sin desdoro, desde luego, de las maravillosas prendas musicales que participaron, pero era una justa cívica y necesariamente alguien tenía que resultar triunfador.

Una soleada mañana comenzamos a cotejar los resultados de nuestras respectivas revisiones y como en la lotería fuimos “cantando” los nombres de los que considerábamos los trabajos más expresivos, tanto por la música como por la letra, mientras tomaba nota el secretario Jorge Martin Angulo, sobresaliendo en la mayoría de los miembros del jurado calificador las creaciones del maestro Mario Castellanos, letra y música de su autoría y la del profesor Ángel de Jesús Marín Carrillo en las mismas condiciones, así como también el trabajo musical del maestro Marcos Canul con letra del profesor y poeta Ramón Iván Suárez Camal.

Efectuada la selección preliminar, enseguida nos dimos a la tarea de entregar al maestro José Muñiz Cohuo, nuestro asesor musical, copias de los cassettes enviados o las partituras musicales para que fueran grabadas por la Banda de Música del Gobierno del Estado, respetando escrupulosamente la creación de los autores, trabajo que cuando finalizó fue distribuido en sendas copias en toda la geografía del Estado, ubicándolo en las radiodifusoras existentes, en altavoces, en grabadoras conectadas a grandes bocinas en los poblados donde se requería y a pedirle a la gente su opinión para saber cuál de los himnos les gustaba más para ser el representativo de Quintana Roo.

Los teléfonos repiquetearon durante los días que duró este ensayo democrático, lo mismo que las tarjetas o un simple papel en donde la ciudadanía externaba su opinión y lo depositaba en urnas o lo entregaba en forma directa a la autoridad competente.

Nosotros como jurado ya habíamos llegado a una conclusión después de una extensa deliberación para no dejar dudas al respecto, pero esperamos la apreciación de una buena parte de la sociedad para saber por cuál marcarían su preferencia; las tres creaciones se escuchaban, una y otra vez, en todo el territorio quintanarroense.

Aproximadamente a los diez días del mes de diciembre teníamos el resultado: la gente se había volcado por el trabajo presentado por el maestro Marcos Canul y el profesor Ramón Iván Suarez Camal, ¡coincidiendo con la consideración unánime del H. Jurado Calificador que también apuntaba en la misma dirección! Era una creación de cinco estrofas y un coro que además de cumplir con los requisitos de la convocatoria resultaba de una belleza extraordinaria.

El segundo lugar quedaría en las manos del profesor Mario Castellanos y el tercero correspondió al mentor Ángel de Jesús Marín Carrillo quien en forma caballerosa e institucional participó en la organización de la presentación del himno triunfador llevado a efecto en el salón Bellavista (toda vez que la IV Legislatura lo declaró himno oficial), estremecido por las voces de trecientos estudiantes de la Escuela Secundaria Federal Adolfo López Mateos que bajo la dirección del maestro Javier García Martínez entonaron a coro el naciente himno con tal fuerza emotiva y musical, que muchos asistentes enjugaron con discreción algunas lágrimas que resbalaban por sus mejillas; fue una noche inolvidable con la presencia de los tres poderes del Estado, los presidentes municipales de toda la geografía política quintanarroense, diputados etc. etc. y sobre todo la maravillosa sociedad civil que, emocionada como nunca, abarrotaba el recinto.

Posteriormente se declamó mi poema Quintana Roo eres Así por un grupo de poesía coral de la propia escuela a sugerencia del Prof. Ramón Iván Suarez Camal el autor de la letra del himno y que contó con el beneplácito del Jurado, en tanto que don Gastón Pérez Rosado en nuestro nombre pronunció el discurso de rigor, impregnando de historia con su sola presencia el emotivo evento. El acto de premiación a los triunfadores del certámen, por parte del Gobernador del Estado, pondría punto final a tan gloriosa velada.

Era la feliz noche del día 12 de enero de 1986 cuando las ondas de mar caribeño y la fresca brisa nocturna se conjugarían para llevar por los cuatro puntos cardinales del Estado las vibrantes notas ¡del himno a Quintana Roo! Hay que reconocer que el extraordinario arreglo musical de la creación triunfadora estuvo a cargo del maestro José Muñiz Cohuó, director de la Banda de Música del Gobierno del Estado, a quien encargamos esta responsabilidad, obrando en mi poder una copia de su excelente trabajo concedida por los demás compañeros participantes en esta gesta cívica de carácter histórico, con quienes compartí la honrosa responsabilidad de presidir la actividad pertinente que proveyó al Estado de Quintana Roo de uno los himnos más bellos de la República Mexicana. Han pasado treinta años con sus meses desde aquel acontecimiento histórico y el himno se alza sobre los mares turquesa y la selva de jade y sobre nuestras entidades cosmopolitas, entre la algarabía de los jóvenes y los niños y en los asentamientos precarios donde el lumpen duerme con sus sueños frustrados.

Pero todos sentimos reventar el corazón de gozo cuando escuchamos sus notas vibrantes que nos convocan desde las hondas raíces del maya al tesón que construye el presente, para que entonemos alzada la frente en un himno fraterna lealtad.

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